Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

viernes, 31 de diciembre de 2010

La ofrenda a Dios.



La ofrenda que damos a Dios -porque a Dios es al quien se la damos- es una inveterada costumbre de los fieles de la Iglesia de Cristo desde que esta fue fundada por el propio Cristo. Los años se han sucedido hasta llegar a este primero de Enero del 2011 y subsisten controversias (no en la Iglesia de Cristo) acerca de dónde, cuándo, cuanto, cómo y una retahíla de preguntas que, muchas veces, nos agotan, a los que explicamos, al tener que seguir redundando, sobre lo mismo, en aquello que, se supone, debe ser "pan comido" de algunas "iglesias".

En el capítulo 9 de la segunda carta de Pablito a los Corintios, les explica (inspirado por el Espíritu Santo) de manera prístina, algunas condiciones ineludibles que nos alcanzan luces al respecto. Aunque es cierto que la ofrenda de la que trata Pablo, en su escrito, es de carácter especial; no es menos cierto que las mismas condiciones, a las que alude, bien se pueden y se aplican -sin desmedro del Espíritu- a toda ofrenda que hagamos dentro de la Iglesia. La clave en la que debemos meditar está en el versículo 7 que reza: ".......Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre......." Al decir esto Pablo, como lo dice; establece un parámetro en el que la ofrenda ha de ser de carácter voluntario y jamás impositivo; en otras palabras: Nadie debe sentirse obligado a ofrendar.

Cuando alguien es (de alguna manera) obligado a ofrendar; ya no puede hacerlo con la recomendación de Pablo de: ".......Cada uno dé como propuso en su corazón......." con lo cual pasaría por alto una instrucción inspirada por el Espíritu Santo. En seguida recomienda que sea: ".......no con tristeza......." y lo hace a sabiendas que cuando alguien tiene la imposición de ofrendar y no puede alcanzar la imposición establecida, se frustra y, forzosamente, se va a entristecer; bien sea por tener que dar lo pactado -sacrificando sus intereses- o por no hacerlo o hacerlo a medias. Cuando uno se somete a un pacto de dar una suma impuesta, ese pacto lo esclaviza y lo sojuzga sintiéndose en la necesidad de dar; cuando Pablito recomienda todo lo contrario. Él nos dice que no lo hagamos por necesidad; Dios quiere que lo hagamos libremente, bien sea que lo demos todo o una parte.

También, a sabiendas que una de las advertencias -dentro del contexto- es: ".......El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará......."; hay quienes se imponen, a sí mismos, la necesidad de ofrendar con la mira de "segar generosamente" y es entonces que dejan de ofrendar con liberalidad, pensando en el beneficio que van a obtener por hacerlo; cuando este "beneficio" jamás debe ser nuestra motivación para ofrendar sino, más bien, la de ofrendar para beneficio de los santos que trabajan por la obra y los pobres.......

Finalmente, el dador alegre es aquel que da con alegría natural; sin pensar en que tiene la "necesidad " de dar, o que va a dar pensando en recibir algo a cambio. En todo caso, no hay mayor ni mejor recompensa que aquella de recibir el amor de Dios por causa de haber dado y dar nuestras ofrendas con alegría, felicidad e incondicionalmente, bien sea que demos todo nuestro haber o que demos muy poco.......

martes, 14 de diciembre de 2010

Debe ser alegre.




Debe ser alegre.

“…….presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad…….” Tito 2:7. El apóstol Pablo nos recomienda una serie de conductas para desarrollar seguridad en la consecución buena de nuestro cometido como cristianos. Quiérase o no, los cristianos tenemos una nube de testigos que nos observan;  unas veces con admiración, otras con envidia y otras con indiferencia; quizá esperando que tastabillemos para burlarse de nosotros. De las recomendaciones de Pablo a Tito, he rescatado esta que dice, en su primera parte, que nos presentemos como ejemplo de buenas obras. Cuando se nos dice que seamos ejemplo de buenas obras, es evidente que las malas obras salen sobrando porque ellas no deben ser parte del bagaje del cristiano. Hacer buenas obras, en nosotros, debe excluir las malas hasta el punto de desaparecerlas.
Luego, Pablo,  aborda la consideración de ser ejemplo en la enseñanza y en este punto nada puede ser dejado al azar porque, cuando enseñamos, lo estamos haciendo dentro de los cánones de lo que hemos aprendido, básicamente, de las escrituras y de nuestra experiencia en el devenir de nuestro cristianismo. Virtualmente, todas las cosas que hemos experimentado, incluyendo cosas que no son buenas, nos han de servir cuando hemos sacado de ellas la esencia buena de la enseñanza. Por sobre todas las cosas debe primar el paradigma del Profeta, por excelencia, porque es en Él que nos recreamos dentro de la verdad y haciendo lo que Él hizo. Mal haríamos en no practicar aquello que enseñamos, seríamos como los fariseos a quienes El verdadero increpó diciéndoles “hipócritas”.
La evidencia de integridad en nuestras vidas debe ser patente y no como “una lámpara debajo del almud”. Nunca debemos callar frente a la injusticia ni nadie puede exigirnos doblés de corazón frente a ninguna circunstancia. “La ignorancia es atrevida”, reza el refrán, y está tan generalizada la desvergüenza que la gran mayoría, que actúa mal, presupone que el total del mundo lo hace con desparpajo, hasta el punto que sienten perplejidad frente a quienes mantenemos nuestra integridad a toda costa, a pesar de nuestros yerros. Muchas veces, por cosas nimias, la integridad del cristiano se pone en tela de juicio y cuando esto es así, más son las voces de los detractores que las de los que pudiesen alabar nuestra buena conducta. Debemos cuidarnos más de no hacer el mal que de hacer el bien o, en todo caso, que nuestra bondad fluya de manera espontánea y natural.
Seriedad, en asuntos espirituales, no es sinónimo de “cara de palo”. El cristiano debe ser alegre siempre y su seriedad debe radicar en sus conceptos doctrinales y su modo de vida. Seriedad y alegría no son antagónicas, sin embargo, su desarrollo tiene su plan de acción o su momento y lugar de expresión. No es posible que nos carcajeemos mientras estamos dando una conferencia de prensa ni que estemos “serios” en un matrimonio. La seriedad a la que alude Pablito es la de alguien que se conduce con integridad de manera constante y no tiene desequilibrios en su modo de actuar. Hemos de recordar siempre que tenemos la asistencia del Espíritu Santo de Dios, quien nos asegura, realmente, que hemos hecho, que estamos haciendo y que haremos cosas buenas y que dejaremos de hacer cosas malas. Ese ejercicio es la recreación de Dios en nosotros. 

martes, 7 de diciembre de 2010

El Señor es nuestra salvación.


“…….Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?.......Salmos 42:2. Todos nos presentamos, de una o de otra manera, delante de Dios; bien sea que le invoquemos o bien sea que no. Como quiera que sea, siempre estamos en su presencia; para bien o para mal. Sin embargo, en la invocación, hay una manera válida y otra inválida; es decir, una errada y sin valor y otra acertada y efectiva. La diferencia, en la invocación a Dios, la establece la persona en el nombre de quién la hacemos, y en este caso, la correcta, es la de El Rey de los judíos. No piense, aquel que invoca a Dios, que será escuchado sino cumple con el requisito de hacerlo en el nombre de El Rey de Israel.
Hay miles de millones de personas que invocan a Dios sin usar el nombre de quien es  La resurrección y la vida y de esta manera desprecian a aquel que vertió su sangre por nosotros. Invocar a Dios en el nombre del Cordero sin mancha y sin defecto es asegurar la recepción de nuestro ruego y si el mismo es noble, su consecución. La metáfora que usa el salmista, de la palabra sed; nos habla del paralelismo que existe, entre la necesidad -de Dios- que tiene nuestra alma, en comparación con la que tiene nuestro cuerpo, de agua. Tener sed como hambre de Dios, es anhelar constantemente, diariamente y en todo momento, la presencia de nuestro Dios; porque estando Él siempre a nuestro lado, nos da la garantía de andar bajo sus preceptos en toda circunstancia y nos asegura su complacencia.
El Dios vivo es la conceptualización real de la presencia constante de Dios en nuestras vidas. Es importantísimo hacerlo patente en todas las instancias porque eso nos concede armonía con nuestro entorno y nos da la empatía que necesitamos para nuestra interrelación con la humanidad. Conceptualizar un Dios circunstancial y/o antojadizo no le conviene a nadie, porque andar fuera de Él es romper nuestra armonía con nuestro entorno; es volver dificultosas nuestras relaciones con los demás; es entorpecer la voluntad de Dios, es hacerse desgraciado. Nadie, en su sano juicio, quisiera estar fuera de la gracia de Dios, pero hay quienes, a pesar de ello, reniegan de su presencia y lo hacen pasar a un segundo plano o lo desaparecen.
Los tiempos que nos toca vivir son muy especiales porque las contingencias, que a diario se nos presentan, nos demandan de mayores y mejores respuestas que, muchas veces, desbordan nuestras capacidades. Es, en esta instancia, en las que la sed y el hambre de Dios se hacen más elocuentes y encontrarnos desvalidos, de una eficiente comunicación con Dios, nos pone en desventaja. El Señor es nuestra salvación y acudir a Él es atinado y corresponde a quienes queremos andar con responsabilidad nuestras vidas. No nos dejemos engañar, si no invocamos a Dios en el nombre de El soberano de los reyes de la tierra, no habrá respuesta.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Abrazamos la doctrina de Cristo.




Tanto Judíos como gentiles, debemos entender que, cuando Jesucristo fundó su Iglesia, lo hizo sobre el fundamento de la Ley mosaica, interpretando el Espíritu de la Ley y estableciendo una doctrina que la sintetiza sin sacrificar dicho Espíritu sino, más bien, exaltándolo. Los primeros en convertirse a Jesús, fueron judíos porque Jesucristo era judío y había ido a los suyos, obedeciendo a Dios. El es el Mesías que los judíos esperaban durante siglos y en Él se cumplieron 300 profecías que se encuentran a lo largo del Antiguo Testamento y esto puede ser visto, hoy mismo, por el pueblo de Israel. No solamente no lo recibieron como el Mesías sino que lo mataron.
Dios actuó con gran amor y misericordia con un pueblo, por demás, rebelde y contumaz. El amor de Dios, hacia el Pueblo de Israel, ha sido demostrado a lo largo de miles de años; una y otra y otra y otra vez; pero, como podemos ver, a Dios también se le acabó la paciencia; aunque, en realidad, aun no se le ha acabado porque, hasta hoy, está esperando que todos, judíos como gentiles, procedan al arrepentimiento de sus malas obras y sean perdonados por la gracia de la sangre de Cristo Jesús. El problema que subsiste, entre los judíos y los pecadores del mundo, es que no creen en Jesucristo y al no creer en Él, lo tienen, en sus corazones, bien clavado y muerto en aquella ominosa cruz. Muy diferente a los que sí creemos.
El apóstol Pablo, judío de judíos y perseguidor implacable de los cristianos, antes de creer en Jesús; interpretó, de manera correcta, lo que los judíos, hasta hoy, no pueden interpretar, a pesar que tienen la escritura en sus narices. “…….Mas os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que de Dios me es dada para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo…….” Romanos 15:15, 16. Pablito trae a colación, en un corto párrafo, cinco citas, veterotestamentarias, que aluden, sin lugar a dudas, la inclusión de los gentiles en el redil de Dios y esto es lo que los judíos no quieren.
Quieren seguir siendo “el pueblo escogido de Dios”; pero ya no lo son porque, somos los judíos y gentiles (que abrazamos la doctrina de Cristo), quienes somos, ahora, el verdadero Pueblo de Dios. Hemos recibido las promesas que eran, exclusivamente, para Israel. Tal es la obcecación que hasta hoy mantienen, que siguen esperando al Mesías y después de casi 2000 años, quieren reconstruir el Templo de Salomón, destruyendo el Domo de la Roca y la Mezquita de El Aksa de los musulmanes, que están en su lugar, desde hace más de 1300 años. Dios, en su bondad y magnificencia, ha proveído, hasta hoy, la manera de volver a ser su pueblo; sin necesidad de encender una conflagración, mundial, de pronóstico reservado.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La herencia del Espíritu Santo.


Lo que le ha acontecido al pueblo de Israel a través de su historia y lo que le acontece hoy; es el testimonio viviente, continuo y sobrecogedor de lo que le acontece a todo aquel que, habiendo tenido, reiteradas veces, pruebas indubitables de la majestad y el cuidado de Dios y de su eterno poder; persiste en seguir pecando obstinadamente pretendiendo hacer su propia voluntad y no la de Él. Es así que, Dios, en su furia, los desechó destruyendo el Templo de Salomón, que era el centro de la adoración judaica y testificando después: “…….sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable…….” Zacarías 7:14.
Aun, después de este acontecimiento y por la misericordia de Dios; el pueblo de Israel fue reunido nuevamente en Jerusalén y fue reconstruido el Templo de Salomón, por segunda vez, con mayor esplendor que el que antes tenía. Sin embargo, los judíos siguieron prevaricando y sus enemigos, aprovechándose de esta debilidad, fueron introduciendo, en el propio Templo, abominaciones paganas. Cuando Cristo Jesús aparece, en el meridiano de los tiempos, encuentra una casta sacerdotal totalmente reblandecida y corrupta, hasta el punto que permitían que el Templo funcionase como un mercado cualquiera de compra y venta de mercadería de todo tipo. La historia nos narra que Cristo los sacó a empellones, volcando las mesas y sus enseres para luego no permitir que nadie vuelva a hacer lo mismo en su presencia.
Jesús, el Mesías esperado por el pueblo judío, fue quien le dio al Templo su esplendor más grande porque, en él, anunció las buenas nuevas que, supuestamente, los judíos esperaban desde hacía siglos. En Jesús se cumplieron más de 300 profecías mesiánicas que los judíos, como pueblo, no quisieron y/o no supieron reconocer, en su momento, ni los príncipes de Israel ni los sacerdotes del Templo; solo unos cuantos del pueblo que se hicieron cristianos. Tal fue la dureza de sus corazones que conspiraron contra él hasta matarlo en la cruz. Fue en ese momento en que Dios rompió el pacto que tenía con los judíos y como símbolo imborrable de su determinación, el velo que separaba en el Templo el lugar santo del lugar santísimo -en donde moraba Dios-, se rasgó por la mitad. Quiere esto decir que, entre los hombres y Dios ya no hay un velo como en el tiempo de los judíos sino que, en vez del velo, Cristo se ha constituido como mediador entre Dios y los hombres. Qué hermosa figura.
Recordemos que este segundo templo fue destruido por los romanos, aproximadamente el año 70 después de Cristo y la pretensión actual de los judíos es volver a reconstruirlo para volver a adorar a Dios como antaño, sin considerar la historia de Cristo ni su evangelio ni el velo que se rasgo desde arriba hasta abajo en el momento que Jesús expiró en la cruz. Ese velo separaba el lugar santo del lugar santísimo en donde Dios se encontraba con el sumo sacerdote de Israel, una vez al año. No esta demás decir que, ignorar todas estas cosas es ignorar, olimpicamente, la voluntad de Dios. ¿Podrá mantenerse en pie delante de Dios quien tal haga?
Jesús resucitó al tercer día y subió a los cielos delante de numerosos testigos judíos y regresará para juzgar a los vivos y a los muertos; pero antes de regresar nos ha legado la herencia del Espíritu Santo, mediante el cual podemos llegar, nuevamente, al conocimiento de la verdad. Esta es la gran esperanza del pueblo judío y de todos los pecadores del mundo; que Dios, con su supremo amor y misericordia ha previsto un día de salvación para todo aquel que se acerque a Él, contrita el alma y arrepentido de sus pecados. A estos, les concede el perdón de sus pecados, cuando reconocen a Jesucristo como el Mesías que murió por nosotros en aquella cruz. Todos hemos pecado y con nuestro pecado, también, crucificamos al Hijo de Dios. Al hacernos sus hijos nos convertimos en el templo de su Espíritu Santo.
El día de salvación es hoy; no fue ayer ni sera mañana, es hoy porque hoy y en este mismo momento estamos en la presencia de Dios y no es necesario un gran esfuerzo para concebir que esto es verdad. El hoy y el ahora es el lugar de Dios, entonces es hoy y ahora cuando podemos llenarnos de su Espíritu Santo y nos llenaremos si nos arrepentimos de nuestros pecados, si se los confesamos y si hacemos su voluntad comprometiendo nuestro cuerpo y nuestra alma para recibir el perdón de nuestro pecados. 2 a los Corintios 6:2: “.......Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.......” De recibir el Espíritu Santo de Dios dice Hechos 2:38: “.......Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.......” Cualquiera, en su sano juicio, puede comprender esto.
Dios tiene la predisposición de entregar su Espíritu a todo aquel que lo anhele. En Lucas 11:13 nuestro señor Jesucristo nos recuerda:: “.......Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?.......” ¿Alguna vez se ha puesto Ud. a pensar en la posibilidad de poseer el Espíritu Santo de Dios dentro de Ud.? Cuando esto sucede, las posibilidades de nuestro conocimiento se multiplican por la eternidad. El hacernos uno con Dios, excede con creces la limitación de nuestro entendimiento, ampliándolo hasta el infinito. Qué maravilla, qué virtud, qué amor tan grande de quien nos ha creado y de su hijo Jesucristo. ¿Cómo no rendirles pleitesía por el resto de la eternidad si nos han predestinado a que seamos uno solo con ellos, siendo que nosotros lo hemos ofendido con nuestros pecados?
Una cosa es la predestinación de nuestra existencia en la eternidad que Dios ha creado y otra muy diferente es la aceptación que nosotros dispensemos a dicha predestinación. Algo así, guardando las distancias, como que alguien nos invita a una fiesta y nosotros decidimos si vamos o no vamos; con la salvedad que quien nos invita a esa fiesta es el propio Dios en la persona de nuestro señor Jesucristo. Es una gran tristeza que existan personas que rechacen esta invitación. ¿Ud. también la rechazará?
Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

sábado, 4 de diciembre de 2010

De manera fidedigna.


Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado; el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre ella, y todos los utensilios del tabernáculo, la mesa y sus utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base, los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio, el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado. Éxodo 31:1-11.

Esta es la parte de la historia en la que Dios comisionó a personas especiales a quienes los llenó de su Espíritu, en sabiduría e inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Como dice la historia, todas estas cosas fueron destruidas cuando fue destruido el Templo de Salomón el año 70 de nuestra era. Lo paradójico es que, en Israel, se ha creado lo que se da a llamar: El Instituto del Templo o Majon HaMikdash y este Instituto propugna la construcción del tercer Templo de Salomón y este es el momento en que ya han hecho todos los utensilios de oro, plata, bronce y piedras preciosas, así como las vestiduras sacerdotales. Ellos afirman que se han hecho estudios, por muchísimos años, para hacerlos de manera fidedigna. El asunto es que, si hubieran recibido el Espíritu de Dios, como lo recibieron los artesanos que el propio Dios escogió, dándole instrucciones a Moisés; no hubieran necesitado de “muchos años” para hacer esos utensilios; los hubieran hecho de inmediato y sin estudios. Una confirmación de lo engañados que están es que, han hecho el candelabro de siete brazos de oro (pieza fundamental del Templo), de una sola pieza de fundición (sic); cuando la Biblia dice que fue labrado a martillo.

Las intenciones del pueblo de Israel son evidentes: Van a destruir la Mezquita de Omán (Domo de la Roca) y la Mezquita Al-Aksa, que está a su lado, en el monte Moriah, donde estaba el Templo hace, casi, 2000 años. Si no lo hacen, no pueden hacer su tercer Templo de Salomón y si no lo pueden hacer, nunca demostrarán que son “el pueblo escogido por Dios”;  condición que perdieron cuando mataron a Jesús. Las implicaciones son catastróficas porque no estarían destruyendo unos edificios sino que irían en contra de su cultura y de su religión musulmana; puesto que, esos edificios, representan el tercer lugar más sagrado del Islam. Los musulmanes tienen una población mundial de 1300 millones de seres humanos que verían, en esa acción, la mayor ofensa que nunca nadie les ha impuesto en la historia universal de su existencia. Muchisisímo más fácil sería, para unos y otros, convertirse al cristianismo; lo cual significa, entre muchas cosas, hacer de nuestro cuerpo el Templo del Espíritu Santo de Dios.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Los dos espías.


Hubo un tiempo en el que Israel, que era el Pueblo de Dios, infundía temor y respeto; como lo declaró -de entre muchas personas-, la ramera Rahab, con ocasión de la llegada de los judíos a la conquista de Jericó; la cual escondió, en su casa, a los dos espías que habían ido a reconocer la tierra y a quienes dijo: “…….Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros…….” Josué 2:9. Muchísimas son las ocasiones en las que, el pueblo de Israel, infundía temor y respeto por causa de ser el pueblo escogido de Dios y de cumplir, al pie de la letra, todos sus mandamientos. Ese no es el caso hoy.
Hemos de reconocer, indudablemente, que Dios hizo numerosísimos milagros y prodigios alrededor del pueblo de Israel, tantos y tan grandiosos que, probablemente, sigan causando admiración hasta el fin del mundo. Lo triste es que, el pueblo de Israel, no supo corresponder a Dios de la misma manera; es decir, con fidelidad. Han pasado casi 2000 años desde que ya no tienen el antiguo sistema de adoración que tenían, como cuando existía el Templo de Salomón, con todo el mobiliario consagrado y precioso, tanto por su significado como por los materiales con que fue construido y en donde abundaban las piedras preciosas, el oro, la plata, el bronce, las maderas finas, pieles y telas labradas con esplendor y primor.
Junto con todas estas cosas y con la parafernalia de sus rituales, fueron totalmente destruidos el año 70 de nuestra era, tal y como lo profetizó Cristo Jesús; hasta quedar, el lugar en donde estaban, totalmente raso. Actualmente, en ese lugar y desde hace 1300 años, se encuentra la Mezquita de la Roca o Mezquita de Omar o Qubbat al-Sakhra junto a la mezquita Alaqsa alquds. Es el tercer lugar más sagrado de los 1300 millones de musulmanes del mundo; pero los judíos, que se constituyeron, oficialmente, en Jerusalén el año 1947; tiene la pretensión de reconstruir, destruyendo las Mezquitas, el tercer Templo de Salomón. No entiendo para qué, si ya Dios los desechó, por causa de haber matado al Mesías que les envió; Cristo. También porque, hasta hoy, no le reciben; aunque unos pocos, sí.
Israel está buscando el Arca del Pacto que hizo Jehová con los judíos. Ellos piensan que, encontrándola, volverá el esplendor de su gloria como cuando estaban, virtualmente, de la mano de Dios. No se dan cuenta, o mejor dicho, no quieren darse cuenta que, en Cristo Jesús, pueden tener, nuevamente, esa relación. Testimonio de ello lo ha dado la Iglesia de Cristo, desde el momento que el propio Jesucristo la formó. Hoy hay millones de personas que pueden testificar el verdadero significado de ser y sentirse, verdaderamente, Hijos de Dios. Tenemos una comunicación directa con Dios, en Cristo Jesús. No sé cómo harán ellos porque, según la Ley de Moisés, solo el sumo sacerdote puede comunicarse con Dios; una vez al año, en el lugar santísimo del Templo que ya no existe desde casi 2000 años.

martes, 30 de noviembre de 2010

Jamás fue profetizado.


La profecía sobre la segunda construcción del Templo de Salomón, que hizo el profeta Hageo y su pronóstico sobre la venida de Cristo, a quien le llama “el deseado” la podemos ver en Hageo 2:7 que dice: “…….y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos…….” . Esta profecía fue cumplida por Cristo Jesús desde que fue un bebé, hasta poco antes de morir. Los judíos no pudieron contra las enseñanzas del Hijo de Dios; lo que sucedió es que, los principales –por envidia-, desestimaron todas las profecías que hablaban de Cristo y creyendo interpretar la voluntad del pueblo, conspiraron contra Jesús hasta matarlo. Una cosa diferente era lo que el pueblo pensaba, porque una gran multitud lo recibió, alabándolo, cuando hizo su entrada triunfal a Jerusalén.
Es indubitable que Cristo fue judío y dicho pueblo, hasta hoy, no puede negar esa realidad tangible; que si lo pudieran hacer, ya lo hubieran hecho porque, aunque no le niegan el gentilicio de judío, sí le niegan el título de Mesías. Tan ciego está, hasta hoy, el pueblo judío; que siguen esperando un “mesías” que nunca vendrá, porque ya está entre nosotros; Jesucristo. Después de la entrada triunfal que hiciera Jesucristo a Jerusalén; se dirigió directa e inmediatamente al Templo de Salomón y al ver la tergiversación de su uso, que hacía el pueblo en su interior haciendo comercio como en cualquier mercado; les increpó su actitud y los echó fuera, volcando sillas y mesas. Acto que, por cierto, les competía a los príncipes judíos hacer; porque ellos, a la sazón, eran los que tenían que velar por el orden en el templo, pero, según la historia, fueron laxos en la sumisión de sus responsabilidades.
Jesús llenó de gloria, con su presencia, el segundo Templo de Salomón; y cumplió así, lo que dijo Jehová por medio de Hageo que escribió: “…….La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera…….” Hageo 2:9. Los judíos que no recibieron al Hijo de Dios como al Mesías, nunca pudieron ver dicha gloria, aunque la tuvieron en sus narices. Los judíos que actualmente añoran ver la gloria de Dios, creen que la verán en relación a su Templo y al no tener un Templo han centrado su preocupación, dinero y energía, en ver la construcción de un tercer Templo que jamás fue profetizado por ninguno de sus profetas sino que del verdadero Templo se dijo, últimamente: “…….¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?.......”
La raza judía y los pecadores del mundo, al no querer conceptualizar la verdad de la doctrina de Cristo porque ella desenmascara sus pretensiones y complejos de superioridad; se han creado falsos dioses a quienes le rinden pleitesía porque esos dioses sí dejan que cometan todo tipo de barbaridad y pecado, sin decirles absolutamente nada porque, al ser dioses falsos, no hacen ni bien ni mal. El concierto de los que se creen “dueños del mundo” es el mismo que el que se dio en tiempos antiguos con ocasión de la torre de Babel en donde, como todos sabemos -es historia-, los hombres dijeron: “hagámonos de un nombre” pero Dios echó a perder sus pretensiones. Los que ahora quieren ser los “dueños del mundo” no han aprendido la experiencia de los que querían construir la torre de Babel; pero esta vez el propio Dios bajará, en Cristo, para frustrar sus designios.

El Espíritu Santo, al estar dentro de nosotros mismos, es quien nos susurra, a cada instante, lo que debemos hacer o no hacer, según su santa voluntad. Lo que sucede es que somos los hombres quienes apagamos el fuego del Espíritu que está en nosotros y lo relegamos a un segundo plano; desestimando lo que el apóstol Pablo nos dijo, de parte de Dios, en 1 Tesalonicenses 5:18-20: “.......Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías.......” Si es el caso que Dios nos habla por medio del Espíritu Santo en nuestros corazones, haciendo de nuestro cuerpo su templo, ¿Cómo es que los judíos pretenden reconstruir el templo por tercera vez para comunicarse con Dios, como antes lo hacían, siendo que lo podemos hacer hoy con nuestros corazones? La respuesta es que también quieren volver a alcanzar lo que hace tiempo perdieron: Ser nuevamente el pueblo de Dios, con todas las gollerías que aquello conlleva; de entre ellas, la más importante, según la concepción materialista, era la de poseer el territorio que abarca desde el río Nilo hasta el río Éufrates y que todos los reinos del mundo le rindan pleitesía y le tributen como lo hacían con el rey Saúl, David y Salomón.

No nos debemos acercar a Dios con la presuposición que, estando con Él, obtendremos todo tipo de gollerías. Acerquémonos primero reconociendo la necesidad de una guía espiritual que conduzca el destino de nuestras vidas. Cuando estamos fundidos con el Espíritu de Dios y somos uno con Él y con Cristo; todas las cosas materiales pasan a un segundo plano porque no hay nada más importante en la vida del hombre que estar en la gracia de Dios, sea que tengamos, o no, bienes materiales. La recomendación es buscar el reino de Dios: Lucas 12:30-32 “.......Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.......”

Es muy sencillo establecer una comunicación con Dios. Solo hay que prestar atención todo el tiempo y pronto podremos sentir fuertemente su santa voluntad. Sigamos la recomendación de Pablito en Romanos 12:2: “.......No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.......”
Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......


sábado, 27 de noviembre de 2010

Habiendo sido hombre



Las maquinaciones de satanás son, del todo, tortuosas e incomprensibles, desprovistas de toda lógica racional y a los que andamos bajo la sombra del altísimo, nos dejan estupefactos y anonadados pero, ante ellas, es necesario actuar de manera concertada y decidida.  De entre los innumerables casos de barrabasadas tipificadas en la Biblia, se encuentra aquella en la que Baana y Recab, hijos de Rimón beerotita, protagonizaron a la muerte de Saúl y de su hijo Jonatán. Las Escrituras los describen de la siguiente manera: “…….Y el hijo de Saúl tenía dos hombres, capitanes de bandas de merodeadores; el nombre de uno era Baana, y el del otro, Recab, hijos de Rimón beerotita, de los hijos de Benjamín (porque Beerot era también contado con Benjamín)…….” 2 Samuel 4:2.


Estos dos señoritos, pensando que le hacían un favor a David, mataron a Is-boset, hijo de Jonatán y heredero directo de la corona judía; para que no fuera nombrado rey, en remplazo de Saúl y en contra de los “intereses” de David. Pero no contaron con la integridad de David, delante de Dios, quien amaba y respetaba, entrañablemente, a Saúl y a Jonatán. Pensando, pues, que le hacían un favor a David, se encontraron con la desagradable sorpresa del desagrado de David por tan execrable delito e hizo que fueran muertos, ipso facto, como castigo a su osadía. Actualmente, los cristianos no tenemos este tipo de actuaciones, enhorabuena, y estos personajes tampoco los tenemos como paradigmáticos sino como, absolutamente, históricos; sin desmerecer las enseñanzas que de ellos se pueden derivar.


Nuestro paradigma es Cristo y ciertamente que no mataremos a nadie por haber matado a otro injustamente o “justamente” ¿Por qué? Porque fuimos introducidos al Nuevo Pacto de Dios, con los hombres, porque el Antiguo Pacto había demostrado su imperfección. Cristo, sintetizando la Ley, señaló los dos principales mandamientos en donde se basa toda la Ley de Moisés: “…….Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás…….” Lucas 10:26-28. Palabras, por demás, sabias que encierran, en compendio, a todas las Escrituras. Concentrándonos y meditando en ellas encontraremos un océano insondable de justicia, verdad y esperanza.


En la carne, hay quienes quieren arreglar las cosas a las patadas pero nosotros hemos sido enseñados a perdonar las ofensas de quienes nos han ofendido, de algún u otra manera. Hemos sido enseñados a poner la otra mejía y a hacer el bien cuando se nos ha hecho un mal; “.......no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.......” 1 Pedro 3:9. Es, en este punto, donde la figura de Jesucristo entra a tallar para darnos, por medio del Espíritu Santo, la guía perfecta de nuestras acciones hasta el punto de la infalibilidad por haber sido hechos perfectos, como dice Hebreos 12:23: “.......a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos.......”


Hemos de recordar que Cristo Jesús, mientras estuvo en este mundo, fue infalible en todo lo que hizo y es con esta perfección que, después de resucitado, ascendió a los cielos en donde permanece hasta su segunda venida, a la Tierra, con poder y gloria. Quienes fueron testigos de su conducta dan fe de su fortaleza cuando dicen: “.......bien lo ha hecho todo.......” (Marcos 7:37). La virtud de su poder radica en que, habiendo sido hombre como nosotros, no pecó como todos nosotros lo hicimos y seguro que haremos (lo digo por los hombres que después de nosotros vendrán), sin excepción. El autor de Hebreos lo declara en Hebreos 4:15 que dice: “.......Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.......” Qué virtud, qué clase, qué abolengo, qué maravilla, qué primicia; bendito sea Dios y bendito sea su santo nombre que nos dio por herencia la sangre preciosa de nuestro señor Jesucristo para que fuésemos salvos -como lo somos- de condenación.


Las barrabasadas hay que dejárselas a los que no tienen conciencia de lo que es y significa Dios en nosotros y mucho menos de lo que su Hijo representa en nuestras vidas. Hablamos de pecados mortales, hablamos de insensateces que, si nos las cuentan, no las creemos. Hablamos de cristianos que trastabillan y caen sin remedio. Salomón, como haciendo una reminiscencia de su propio pasado lo declara sin ambages en Eclesiastés 10:1 diciendo: “.......Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.......” Es imperativo velar por nosotros mismos, sobre todo para cuando nos encontremos muy cerca del Señor, pues es, en estas ocasiones, en donde el diablo se hace astuto y perspicaz; más que en otras ocasiones y con otras personas. Nunca debemos gratificarnos por nuestros logros ni sentirnos “seguros” de nuestras fortalezas. “.......Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.......” 1 Corintios 10:12. Pablito lo tenía bien claro, nosotros también deberíamos.


Amar a Dios con el corazón, con el alma, con nuestra fuerza y mente, así como a nuestro prójimo como a nosotros mismos, es suficiente para mantenerse incólumes en su presencia; sin embargo, siempre será necesario ejercitarnos en el revisionismo, que nos da el carácter de insatisfacción que debiéramos tener por aquello que pensamos agradará a Dios. ¿Podrá alguien saciarlo totalmente? ¿Alguien podrá complacerlo en absoluto? Ciertamente que no, pues sino, no sería Dios, y al pelo nos cae lo que el mismísimo Jesusito nos dijo en Lucas 17:10: “.......Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.......” Cristo, siendo Cristo no se camplació a si mismo por la tarea que vino a obedecer. Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

viernes, 26 de noviembre de 2010

Engañados de la historia.



La meridianidad de la Palabra de Dios siempre ha sido, es y será contundente por donde quiera que se la mire, pero su interpretación, extrapolación u obviedad es “harina de otro costal”. Me refiero a que, por ejemplo, los hindúes tienen una retahíla de Dioses a quienes se encomiendan, según su parecer y los católicos una de santos; como si lo fueran. Unos, otros y ajenos no quieren o no pueden conceptualizar que: “…….Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre…….” 1 Timoteo 2:5. De manera que, si pretendemos una comunicación efectiva con Dios, hay que conceptualizar, primero, que Él es único, es decir, no comparte con nadie su supremacía y potestad aun cuando nosotros, los cristianos, somos uno con Él en el Hijo de Dios.
Asimilado este concepto y para efectos de nuestra comunicación con Dios, con la oración, Jesucristo ha sido constituido como el único mediador entre Dios y los hombres –los otros sobran-; de modo que, si pretendemos ignorar, pasar por alto o desconocer esta verdad; nunca podremos establecer un vínculo real con Dios si no es por medio de Cristo Jesús. Quiere decir que toda rogativa, oración, petición, acción de gracias, súplica o pedido de intersección; no prosperará si no es hecha en el nombre de Jesús. El mismo Cristo Jesús lo dijo: “…….No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé…….” Juan 15:16. Podemos añadir otros versículos.
Hay que abrir los ojos a la verdad porque nosotros somos los responsables del engaño, que cualquiera urde contra nosotros, si no confirmamos lo que se nos dice, si no estudiamos, si no investigamos, si no consultamos, si no preguntamos, si no confrontamos. Yo también fui uno de los millones de engañados de la historia que, hasta hoy, se siguen sumando, inmisericordemente, a las filas de los ilusos. Me incliné ante las “7000 vírgenes” y les rendí pleitesía a los “18000 santos”. Prendí velitas a los beatos, recité responsorios a los mártires, besé cristos de yeso y me santigüe ante los “1000 altares”. Qué desperdicio, qué vergüenza, qué ignorancia. A Dios gracias que me liberé, como lo pueden hacer los esclavizados.
Orar a otro, que no sea Dios; en el nombre de otro, fuera del Hijo de Dios; es un flagrante pecado y un desprecio descomunal al autor de la vida. Hay un refrán muy popular entre los hispanoparlantes: “…….yo no hablo con los payasos, yo hablo con el dueño del circo…….” Es para destacar, como todos sabemos, que sabemos de la existencia del más importante de nuestros interlocutores, en cualquier asunto y en este, referente a Dios, es el más importante. No debemos, pues, ni invocar en oración a otro que no sea Dios ni hacerlo en el nombre de otro que no sea Cristo. El siguiente paso debe ser, como no, poner en práctica lo hoy aprendido; no hacerlo es seguir perpetuando el engaño y la condenación que se cierne sobre nosotros.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nosotros también debemos perdonar.


Los que creemos en Dios tenemos una herramienta increible en la oración puesto que es la comunicación directa con Dios para alabarle y después para pedirle por nosotros. Hay algunas reglas que se encuentran alrededor de la oración. Lo que primero señala Jesucristo, es que no imitemos a los hipócritas que gustan de orar en público para ser vistos por los hombres. Una demostración de esto es el muro de las lamentaciones que usan los judíos en Jerusalén. Dice Jesucristo que estos ya tienen su recompensa por este tipo de oración. Cristo dice: “…….Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público…….” Mateo 6:6.
Luego nos advierte que no usemos de vanas repeticiones, como lo hacen los musulmanes y los católicos con sus rezos y letanías repetidos durante siglos y a los cuales Cristo les llama palabrerías. Él nos advierte que, si lo hacemos de esa manera, no seremos oídos por Dios y nos recuerda que Dios sabe perfectamente lo que necesitamos antes que nosotros se lo pidamos. Tenemos que seguir recordando (sobre todo a los católicos) que, el Hijo de Dios, recomendó que la oración debe ser dirigida a nuestro Padre celestial y a ningún otro personaje más. No existe ninguna justificación para orar a otr@ que no sea a nuestro Dios Padre. ¿Por qué contradicen los católicos a Jesucristo? Orar a otro personaje, que no sea Dios, es despreciar, olímpicamente, a nuestro Padre celestial.
Nos dice el Hijo de Dios que hay que santificar el nombre de Dios. Al querer y decir que sea santificado el nombre de Dios, es la expresión de nuestro deseo que todas las cosas del Universo reconozcan que Dios es el autor supremo de todo lo que se ve y lo que no. Desear que venga su reino es la expresión de nuestro deseo que no quede un solo vestigio, en el Universo, ni del pecado ni de la maldad. Decir que se haga su voluntad es mostrar nuestra conformidad con sus mandatos, ordenanzas y recomendaciones; las cumplidas, las que se están cumpliendo y las que se cumplirán en todo el Universo y en el cielo. Nos dice Jesús que debemos recordarle nuestras necesidades primarias como el comer, dándonos a entender con esto que las demás necesidades pasan a un segundo plano.
Cuando nos dice que le pidamos que perdone nuestras deudas, se refiere, básicamente, al perdón de nuestros pecados y no, precisamente, a nuestras deudas económicas, las que, de todos modos, tenemos que honrar. La condición es que nosotros también debemos perdonar a quienes nos deben, moral o físicamente. Cuando nos dice que le pidamos que no nos meta en tentación es porque Dios siempre nos prueba para que fortalezcamos nuestro espíritu. Que le pidamos que nos libre del mal, es que nos acompañe en nuestra lucha contra las tentaciones para no caer en ellas y para que salgamos fortalecidos después de pasarlas. El reconocimiento que Él reina, que es poderoso y glorioso, no ha de faltar.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Invitados al Nuevo Pacto.


Las profecías e instrucciones que recibió el pueblo de Israel por boca de los profetas Jeremías, Esdras y Zacarías con respecto a la restauración, por segunda vez, del Templo de Salomón en el monte Moriah, son indubitables y contundentes y, ciertamente, no dan lugar a dudas de ninguna naturaleza; tanto es así que se animaron, provisionalmente y antes de la reconstrucción del Templo, a restaurar, primero, el altar del holocausto como reza el siguiente versículo: “…….Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde…….” Esdras 3:3. Podemos ver, hasta hoy, la gran solicitud y misericordia que Dios tenía por lo que, otrora, fue su pueblo. El Pueblo de Dios. Título perdido por su pecado.
Pero las cosas, de un tiempo a esta parte, han cambiado de manera radical puesto que, después de restaurado el Templo por segunda vez, los judíos se volvieron a empeñar en la comisión desaforada de todos los pecados habidos y por haber. Dios, insistiendo en su misericordia hacia ellos y visto el descarrilamiento general, les mandó a su propio Hijo, Jesucristo; pero ellos lo mataron en una cruz, como todos sabemos. Cristo resucitó al tercer día, se apareció a muchos y ascendió a los cielos delante de 500 testigos judíos. De las cosas más significativas que ocurrieron con la muerte de Jesús, está la rasgadura del velo, que separaba el lugar santo del lugar santísimo en el Templo de Salomón y esto significó el rompimiento del pacto de Dios con el pueblo de Israel para dar paso al Nuevo Pacto con los gentiles.
Antes que los gentiles fueran invitados al Nuevo Pacto, hubo un remanente pequeño del pueblo de Israel que recibió a Cristo como el Mesías, esperado por Israel, quienes se convirtieron a la doctrina de Cristo y se hicieron sus seguidores. Cuando la casta clerical de los judíos se enardeció en contra de los judíos, seguidores de la real doctrina de Cristo; organizaron una persecución en contra de dichos seguidores y a la cabeza pusieron al celoso fariseo Saulo de Tarso quien aprobó la lapidación del primer mártir cristiano, Esteban y consiguió cartas del sumo sacerdote para perseguir a los seguidores de Cristo, fuera de los límites de Jerusalén. Los apresaba y los encarcelaba solo por creer en Cristo.
A Saulo de Tarso (que también es Pablo), que perseguía a los cristianos, se le presentó –en el camino a Damasco- Cristo resucitado y después de increparle su actitud y enceguecerlo, después de tres días convirtió su alma, del más fiero perseguidor histórico de los discípulos de Cristo, al más increible evangelista de las buenas nuevas de Dios. Ni los judíos, ni los musulmanes, ni los pecadores en general han creído la historia que hay alrededor de nuestro señor Jesucristo y Dios aun espera, hasta hoy, que todos a una procedan al arrepentimiento pero la dureza de sus corazones se hace cada día más y más patente y no cejarán en dicha dureza sino hasta que vean a Cristo venir en las nubes con poder y gloria. Será muy tarde. 

Están sobre el Monte Moriah.


El mismo que inspiró al profeta a decir “…….Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros…….” Zacarías 4:9; es el mismo que inspiró a Jesús a decir sobre la tal casa: “…….no quedará piedra sobre piedra…….” Y las dos profecías se cumplieron al pie de la letra. El segundo Templo de Salomón fue reconstruido por Zorobabel cumpliéndose la profecía de Zacarías y este mismo templo fue destruido por los romanos, el año 70 DC, al mando del general Tito; cumpliéndose la profecía de Cristo. El muro de las lamentaciones, que queda hasta hoy, es parte de un muro de contención alrededor del Monte Moriá, que mandó a construir Herodes el Grande, y no es un muro del Templo de Salomón, como algunos creen.
Actualmente, los judíos, tienen la pretensión de volver a construir un tercer templo sobre la explanada del Monte Moriah, en donde se encuentra la Cúpula o El Domo de la Roca o Mezquita de Omar (la roca sobre la cual Abraham iba a sacrificar a Isaac) y en la misma explanada, donde se encontraba el Templo de Salomón, se encuentra, también, la mesquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado de los musulmanes. Los judíos han preparado todos los utensilios que se usaban en el antiguo templo, la gran mayoría de oro puro. Algunos, aparentemente, son originales pero la mayoría han sido hechos con las instrucciones del Pentateuco. Sin temor a equivocarme, la pretensión de los judíos pasa por expulsar y destruir las mezquitas que están sobre el Monte Moriah con lo cual estarían, virtualmente, “guerra santa”.
Exacerbar los ánimos de 1200 millones de musulmanes, es una locura de marca mayor que nos conducirá a una hecatombe mundial de pronóstico reservado. Restaurar el Templo equivale a una bofetada al cristianismo puesto que significaría un rechazo institucional a nuestro Señor Jesucristo porque la restauración del Templo quiere decir la reinstitución del sacerdocio levítico, con toda la parafernalia que arrastra; el nombramiento de un Sumo Sacerdote que entraría una vez al año al lugar santísimo para conversar con Dios y para el perdón de los pecados de los judíos, exclusivamente y a pesar que los cristianos ya tenemos dicha comunicación con Dios y también el perdón de nuestros pecados por la sangre de Cristo.
Amigos judíos y musulmanes, más les valiera reconocer a nuestro señor Jesucristo como nuestro salvador, como el Hijo de Dios, como aquel que murió por nuestros pecados, como aquel que resucitó al tercer día y ascendió a los cielos y regresará muy pero muy pronto para recoger a su pueblo y destruir la Tierra con fuego. A qué viene tanto odio y rencor entre Uds. sino por codiciar, el uno lo del otro, lo que no tiene real significado en la presencia de Dios. La invitación es a arrepentirse de sus pecados para que Dios se los perdone y sean, como nosotros, verdaderos hijos de Dios con todas las prerrogativas que eso trae, para que el Espíritu Santo de Dios more en Uds. y puedan discernir, sin equivocarse, entre lo bueno y lo malo.

martes, 23 de noviembre de 2010

El mismo que inspiró al profeta a decir “…….Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros…….” Zacarías 4:9; es el mismo que inspiró a Jesús a decir sobre la tal casa: “…….no quedará piedra sobre piedra…….” Y las dos profecías se cumplieron al pie de la letra. El segundo Templo de Salomón fue reconstruido por Zorobabel cumpliéndose la profecía de Zacarías y este mismo templo fue destruido por los romanos, el año 70 DC, al mando del general Tito; cumpliéndose la profecía de Cristo. El muro de las lamentaciones, que queda hasta hoy, es parte de un muro de contención alrededor del Monte Moriá, que mandó a construir Herodes el Grande, y no es un muro del Templo de Salomón, como algunos creen.
Actualmente, los judíos, tienen la pretensión de volver a construir un tercer templo sobre la explanada del Monte Moriah, en donde se encuentra la Cúpula o El Domo de la Roca o Mezquita de Omar (la roca sobre la cual Abraham iba a sacrificar a Isaac) y en la misma explanada donde se encontraba el Templo de Salomón, se encuentra, también, la mesquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado de los musulmanes. Los judíos han preparado todos los utensilios que se usaban en el antiguo templo, la gran mayoría de oro puro. Algunos, aparentemente, son originales pero la mayoría han sido hechos con las instrucciones del Pentateuco. Sin temor a equivocarme, la pretensión de los judíos pasa por expulsar y destruir las mezquitas que están sobre el Monte Moriah con lo cual estarían, virtualmente, “guerra santa”.