Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

domingo, 28 de febrero de 2010

El sino del Cristiano comprometido.


Hechos 17:8 “…….Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas…….”
Hay quienes, no solo no quieren escuchar la Palabra de Dios sino que, sublevan a otros en contra de los cristianos. Algunas veces, esto es motivo para que, algunos, no opten por seguir a nuestro Señor Jesucristo. En otras palabras, se avergüenzan de ser cristianos y les da miedo que otros se alboroten por causa de nuestras creencias.
¿Qué hacer frente a esta realidad?: Conformarse y consolarse con los dictados de Dios porque, entre otros pasajes, hay los que nos animan a ser vanguardistas en Cristo. Por ejemplo: 2 Timoteo 1:7 “…….Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio…….” Cuando tenemos dentro de nosotros este espíritu, cuando nuestro espíritu es valiente, poderoso, amoroso y tenemos dominio propio hasta el punto de no pecar; se puede alborotar todo un pueblo, una ciudad, un país, el mundo todo puede estar alborotado y nosotros tan campantes y confiados como Dios lo quiere. No que nosotros seamos alborotadores sino que ellos se alborotarán por sí solos porque no pueden escuchar la Palabra de Dios y para ellos Cristo en locura.
Hay quienes no nos toleran y son capaces de matarnos con tal que no difundamos nuestra fe en Jesucristo. Pero estas no son preocupaciones propias de los cristianos, nuestra preocupación está centrada, principalmente, en Cristo, su vida, su pasión, su resurrección, su regreso, la vida eterna. Si el mundo se alborota, no es nuestra preocupación, el mundo, con el pecado, ya estaba alborotado antes de Cristo y ahora, con Cristo, los que no son de él, se alborotan porque ven amenazado su “modus vivendi”.
El diablo y sus secuaces siempre tendrán “recursos” para destruirnos, los inventan, investigan profundamente nuestros pasos, tergiversan la realidad para su provecho, amañan la verdad y cuando tienen justificación verdadera, la publican a los cuatro vientos y es por eso que debemos ser celosos en nuestro comportamiento, no celosos para con ellos sino para con Dios.
No buscamos que la gente haga alboroto por causa de nosotros pero si nuestra actuación causa alboroto en cualquier lugar, podemos estar convencidos que nuestro cometido de predicar la Palabra de Dios se está cumpliendo porque si los apóstoles con su predicación lo causaban, no es de extrañar que nosotros también por la misma razón.
No nos cuidamos que “vayamos a causar problemas” porque no los causamos; son nuestros enemigos quienes los causan gratuitamente para que seamos rechazados. Al mundo pecador no le conviene tener cerca de sí personas que, como nosotros, les esté diciendo, por medio de nuestra conducta, que sus obras son malas y harán lo imposible por “sacudirse” de nuestra presencia y mientras más alboroto puedan hacer, más complacidos estarán de su labor. Los cristianos estamos dispuestos a confrontar este tipo situaciones y no nos sorprende su presencia, estaremos preocupados si después de predicar, nadie dice ni hace nada porque veríamos entonces que nuestros esfuerzos no tuvieron el suficiente ardor.

martes, 16 de febrero de 2010

Cualidades inherentes al cristiano.


Hechos 6:8 Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.
    9 Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban.
    10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.
    11 Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios.
    12 Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio.
    13 Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley;
    14 pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés.
    15 Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.
Nuestro hermano Esteban, quien fue martirizado por los judíos del primer siglo, tenía cualidades especiales que paso a enumerar:
1.       Estaba lleno de gracia.
2.       Estaba lleno de poder.
3.       Hacía grandes prodigios.
4.       Hacía grandes señales.
5.       Tenía sabiduría irresistible.
6.       El Espíritu con que hablaba, era irresistible.
7.       Su rostro se embellecía como el de un ángel.
Todas estas cualidades no son perseguidas por los cristianos como cosa a qué aferrarse sino que son inherentes, por naturaleza, a todos los cristianos, en la medida en que nos profundicemos en el amor de Cristo, su conocimiento y la práctica de su ministerio. No podemos decir que son gratuitas y el precio que debemos pagar es la de una dedicación exclusiva a la causa de Dios en Cristo Jesús.
Junto con la aparición de estas cualidades y/o virtudes, están acompañados algunos “riesgos” que, realmente, no nos preocupan en absoluto o, por lo menos, no debieran preocuparnos; como a Cristo, Esteban y muchos otros, no les preocuparon. Las “consecuencias” o “riesgos” que podemos causar son los que asumió Esteban:
1.       Levantó disputas.
2.       Sus enemigos se soliviantó a contra él.
3.       Sufrió falsos testimonios de gente sobornada por sus enemigos.
4.       Desató, sin proponérselo, pasiones violentas.
5.       Lo acusaron, falsamente, de blasfemias contra el templo y contra la Ley.
6.       Lo acusaron de decir cosas que nunca dijo.
7.       Finalmente lo apedrearon, muriendo, sin razón e injustamente.
Tengo la sensación que muchos cristianos anhelan las cualidades propias de los que entregan la vida por la fe en Cristo pero que no están dispuestos a hacer esa entrega ni mucho menos sufrir las “consecuencias”. Es solo una sensación. También he podido ver cristianos heroicos que se entregan cada día más. En todo caso, sea el punto que fuere en donde nos encontramos, tenemos ejemplos vivos de los que fueron nuestros hermanos en el pasado y de lo que son en el presente, siendo estos, fuente constante de inspiración genuina.
Actuar a favor de la justicia y la verdad, desgraciadamente, no es popular y son pocos quienes se aventuran con coraje, valentía y decisión a confrontar sus consecuencias. Nuestra sociedad actual está plagada de dichas situaciones y debemos ser, los cristianos, los vanguardistas en su combate y erradicación. No podemos ni debemos actuar con cálculo político ante dichas situaciones porque entonces perderíamos nuestro galardón. Nuestro comportamiento contestatario ante los acontecimientos cotidianos de nuestro mundo, que están signados por la injusticia y que son carentes de toda verdad, deben ser emplazados por nosotros de todas las maneras posibles y sin ningún temor, naturalmente. No podemos ver la explotación de nuestros semejantes y quedarnos impávidos; no podemos ver el ajusticiamiento de nuestros semejantes y tener sólo conmiseración; no podemos ver el hambre y la enfermedad y tan sólo decir: “lo siento mucho”; no podemos ver el pecado mundial y no luchar para combatirlo. Dios demandará de nosotros nuestra inconsecuencia.
Cristo, Esteban y muchos otros, a través de la historia, clamarán nuestra inconsecuencia a la hora del juicio final y nadie tendrá justificación si fuere encontrado en el pecado de no comprometerse con la causa de Dios. Ella es clara y meridiana en nuestro cristocentrismo y nos reclama, a viva voz, nuestra participación activa y comprometida. No nos importe meter las manos al fuego por amor al prójimo, no nos preocupe poner el pecho por quienes no pueden hacerlo, no sea nunca de cuidado morir por Cristo…….

domingo, 14 de febrero de 2010

La libertad de La Palabra


 Hechos 28:17 Aconteció que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos, a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos;
    18 los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar, por no haber en mí ninguna causa de muerte.
    19 Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a apelar a César; no porque tenga de qué acusar a mi nación.
    20 Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena.
    21 Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti.
    22 Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.
    23 Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.
    24 Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían.
    25 Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo:
    26 Ve a este pueblo, y diles:
    De oído oiréis, y no entenderéis;
    Y viendo veréis, y no percibiréis;
     27 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
    Y con los oídos oyeron pesadamente,
    Y sus ojos han cerrado,
    Para que no vean con los ojos,
    Y oigan con los oídos,
    Y entiendan de corazón,
    Y se conviertan,
    Y yo los sane.
    28 Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán.
    29 Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí.
    30 Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían,
    31 predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.
De muchas cosas los hombres disertan en nuestros tiempos pero ninguna tan excelsa como la disertación sobre Dios y su Hijo Jesucristo. No porque yo lo diga sino que, el paso de los siglos lo ha confirmado una y otra vez. La trascendencia de la Palabra de Dios y la libertad que tenemos de para predicarla se suman para establecer un poder inconmensurable contra quien nadie ha podido prevalecer hasta hoy.
El apóstol Pablo había sido encarcelado tratando de convencer a sus compatriotas acerca de la veracidad del cumplimiento de las profecías en Cristo Jesús y estando aun preso, no cejaba de hacerlo denodadamente, mañana y tarde. Nótese que Pablo hablaba, casi exclusivamente, a los judíos y en esta ocasión trae a colación la profecía que se encuentra en: Isaías 6:9-10 acerca de la indiferencia que tuvieron (y tienen hoy) los judíos de aquel entonces.
Sin temor a equivocarme, predicar la Palabra de Dios estando preso, debe ser una tarea de titanes y sin embargo el apóstol Pablo lo hizo. Nos cabe preguntar si lo que hacemos por Dios es suficiente. Pablo también les advierte a los judíos que los gentiles serían conducidos a los pies del Señor. Los que en esos tiempos le escucharon acerca de esa realidad, jamás se imaginaron que con su rechazo rechazaban al mismo Dios, quien había estado con los brazos extendidos hacia ellos para convertirlos y sanarlos y lo está hasta hoy pero ahora son menos los que del pueblo judío quieren escuchar de Cristo.
Finalmente los cristianos hemos sido constituidos como el Pueblo de Dios, la Israel de arriba y ellos han sido desechados y no pueden hacer nada para reivindicar ese privilegio que tenían, sino a través de Cristo.
La esperanza del actual Israel físico y del antiguo también estuvieron y están en Cristo Jesús; ellos, hasta hoy, esperan un redentor guerrero que les dé, por medio de la guerra, toda la tierra prometida la cual era desde el rio Éufrates hasta Egipto, es decir: los territorios de los actuales Palestina, Siria, Jordania, Irak, Líbano, Kuwait y parte de Arabia Saudita. El gran problema es ese. Ellos se creen el pueblo escogido de Dios; lo fueron pero ya no lo son porque, por su pecado continuo, Él los desechó para siempre como pueblo y una de las razones actuales de su rechazo al cristianismo es que también tendrían que renunciar a sus pretensiones sobre estos territorios.
Tanta es la esperanza que tiene el pueblo de Israel y todos los pueblos del mundo, en Cristo que hasta hoy tiene Dios sus brazos extendidos para que todo aquel que crea en su nombre pueda recibir la salvación, el perdón de sus pecados y la vida eterna.
Hasta hoy, también, hay quienes asienten y los que no creen. El mensaje de Dios ha sido el mismo desde el primer siglo, no ha cambiado nada, ha sido firme y constante. Lo que creyeron los primeros cristianos es lo mismo que creemos nosotros ahora. El mensaje es sencillo. En principio debemos escuchar la Palabra de Dios, creer en Él  y en su Hijo Jesucristo. Debemos reconocer nuestros pecados contra Dios y los hombres. Debemos creer que Dios nos puede perdonar en Cristo. Debemos someternos a sus mandamientos. Debemos nacer de nuevo como nuevas criaturas. Debemos hacer su voluntad.
Cuando el Espíritu Santo de Dios se funde con nuestro espíritu nos convertimos en santos en su presencia y si hacemos su voluntad cumpliendo sus mandamientos, le agradamos y nos bendice de muchas maneras. Todos los sufrimientos son sobrellevaderos en su nombre y la esperanza de una vida eterna en su presencia nos vuelve pletóricos hasta la muerte.





miércoles, 10 de febrero de 2010

El fortísimo consuelo




Dios, Hijo y Espíritu Santo no son todo lo que el hombre natural conceptualiza de ellos, en términos generales; en primera instancia, porque la grandeza de su naturaleza espiritual no puede ser conceptualizada por el hombre de manera natural sino que es menester profundizarse en el océano de su conocimiento de manera espiritual y para eso es necesario, en principio, aprender y practicar los rudimentos del Evangelio para después pretender dar el siguiente paso. Hay quienes quieren saltar el primer paso y normalmente fracasan. Recordemos que la inmadurez de cada cual, en el espíritu, no es afrenta a quien la padece; es un estado natural de quien recién ha nacido del agua y del espíritu, por el que todos pasamos. No importa todo el desarrollo intelectual secular que hayamos obtenido al momento de nuestra conversión al cristianismo, esto no es garantía de un manejo maduro de las Escrituras, aunque sí puede ser una ventaja para alcanzarlo. Pablito nos dice en I de Corintios 13:12, en referencia a los que no han sido aun perfeccionados y de cómo serán cuando la alcancen: “.......Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.......”










martes, 9 de febrero de 2010

En ocasiones nos indignamos



En el libro Hechos, 23:23-35, del Nuevo Testamento de Dios a los hombres, se describe la forma en que el apóstol Pablo es trasladado por los soldados romanos, quienes dominaban al pueblo judío en aquel entonces; porque 40 judíos mafiosos se habían conjurado para matarlo. Para nosotros, los cristianos, parece ser que no existiese nada fortuito, virtualmente, en el devenir de nuestras existencias. Ciertamente que muchas de las cosas que nos suceden son de manera fortuita, como lo que le aconteció a Pablo en aquel momento, pero cuando reflexionamos en los acontecimientos, nos damos cuenta que, para bien o para mal, siempre la mano de Dios está presente. Si los soldados romanos no hubieran arrestado al apóstol Pablo, en aquel momento que lo hicieron, y si no lo hubieran trasladado después a Cesarea, lo más probable es que los judíos lo hubieran matado, tal como se habían conjurado un grupo de ellos.
Los cristianos de hoy no estamos exentos de sufrir las mismas persecuciones que sufrieron quienes nos antecedieron en la historia del cristianismo pero, una condición sine cua non para padecerla; debemos  comprometernos totalmente en la difusión del evangelio porque los más “afectados” con nuestra prédica son quienes más comprometidos están con el pecado y tal es su afición al mismo que están dispuestos a matar con tal de seguir en sus disoluciones. Sin embargo, nosotros no vamos al encuentro de nuestra muerte, en este cometido, porque, si ese fuera el caso, la prudencia nos dice que no debemos comprometernos; pero ojo, no huimos de la muerte. Como quiera que no existe esa preocupación, entre los que predicamos la Palabra de Dios; seguimos adelante en nuestro cometido de predicar la Palabra de Dios, aunque nos maten.
En principio, nuestras motivaciones para todo lo que hacemos, son y deben ser, cristocéntricas; y teniendo el amor de Dios con nosotros, al igual que Él por nosotros, nos compadecemos de quienes se encuentran esclavos del pecado, aunque en ocasiones nos indignamos, porque sabemos por experiencia vivida, el sufrimiento que acarrea moverse en el pecado. Tampoco esto quiere decir que somos indolentes frente a las “consecuencias” de nuestra prédica pero las asumimos con hidalguía, entereza y resignación en la confianza imperecedera y cierta de un nuevo y mejor amanecer; tanto para nosotros como para los receptores incondicionales de la fe en Dios y de su Hijo Jesucristo. La cárcel de Pablo fue ocasión propicia para que muchos gobernantes escuchasen la Palabra de Dios. Las vicisitudes que podamos experimentar, mientras estamos en la obra del Señor, es la garantía, irrefutable, que estamos por buen camino.
El apóstol Pablo sufrió, en carne propia, innumerables padecimientos por causa de la predicación de la cruz de Cristo, y de ellas, hasta donde sabemos, siempre salió incólume y, aunque tengamos que sufrir la muerte; como nuestro hermano Esteban, Pablito e innumerables hermanos hasta hoy, no nos amedrentamos; es más, pensamos que sería glorioso morir por causa de la predicación de Cristo resucitado. Finalmente Pablo fue ejecutado como consecuencia de su predicación. Hay contradicción con respecto a que si fue lapidado, degollado o crucificado.
El mismo Pablito declaró de sí mismo en 2 Corintios 11:24-26: “.......De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación,peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;.......” y sin embargo Lucas, en Lucas 17:10 nos advierte: …....Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.......” De esta manera no nos vanagloriemos, más que de la cruz de Cristo. Pablo también acierta al decirnos en Romanos 12:3 “.......Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.......” Este pasaje nos sirve para cuando somos tentados a vanagloriarnos de las cosas hechas a favor de la obra del Señor, en vez de gloriarnos de salvación recibida por su sacrificio de muerte, en una cruz.

Esos 40 “judíos” facinerosos, del primer siglo, que se confabularon contra Pablo y juraron no comer hasta cumplir con matarlo, pero que no pudieron hacerlo, ahora me dan risa. Qué chistoso, me imagino cómo estarían de lánguidos sus rostros después de dos, tres o más días y cómo, desde el primero hasta el último, tuvieron que empezar a comer para no morirse de hambre. Qué horrible el fracaso que sufrieron. Todas las confabulaciones de los que están en contra de los cristianos, no pueden prosperar y si aparentemente prosperan, aunque muramos, somos vencedores; porque la maldad no se enseñoreó de nosotros, después de conocer a Cristo.
Lo que no resulta gracioso es que existan personas que vean estas cosas como lejanas y ajenas a su proyecto de vida, que se excusen una y otra y otra vez de comprometerse y que lleguen a tal punto en su negación de Dios que, aunque no participen en la muerte directa de los inocentes que mueren por amor a Dios, se complacen con quienes los matan y con todo aquel que practica el pecado abiertamente, tal como lo declara Pablito en: Romanos 1:31-32: “....... necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.......” No piensen los tales que Dios no les espetará su responsabilidad, ciertamente que sí y los condenará por ello también, si acaso no le escuchan, obedeciéndole. Serán condenados desde la injusticia de fumarse un cigarrillo hasta la de no hacer absolutamente nada, nada, nada por los 1000 millones de personas hambrientas en el mundo.
Muy diferente será la suerte de quienes sientan en carne propia las consecuencias de predicar la Palabra de Dios. Serán glorificados en el día del juicio y vivirán una eternidad con Dios. No hay alegría más grande en la vida y en este mundo que la de ser esclavo de Dios en Cristo Jesús. No importan las circunstancias que nos toquen vivir y morir, si estas están aprobadas por Dios; el gozo será supremo en su presencia y aun cuando tengamos la soga al cuello y estemos sufriendo, si no, que lo testifiquen mis hermanos…….Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro Señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......



lunes, 8 de febrero de 2010

Se hizo dicha recomendación


 De Hechos 21:17-36 y de otros pasajes similares, quiero destacar el hecho de que los judíos, convertidos al cristianismo, siguieron practicando la religión judaica como el que más. El pueblo judío fue el depositario del antiguo pacto de Dios con los hombres y ahora los cristianos somos los depositarios del Nuevo Pacto de Dios con los hombres porque Dios los desechó a ellos y a su pacto a partir del momento que mataron a su Hijo. El actual pueblo de Israel no cree en el Nuevo Testamento ni mucho menos en Cristo; su teología y todas sus concepciones mundanas (incluido el dominio del mundo) la basan en el Antiguo Testamento. Una cosa muy diferente son los judíos convertidos al cristianismo, hoy. El pueblo de Israel puede ser, nuevamente, el Pueblo de Dios, pero en Cristo Jesús; es la única manera. Deben olvidarse del antiguo pacto.

Recordemos que los primeros y únicos convertidos al cristianismo, durante algún tiempo, fueron los judíos; porque la voluntad de Dios era que fueran ellos quienes conociesen la verdad acerca de su real estado espiritual en el que se encontraban, por culpa de sus propias concupiscencias y la de los dirigentes religiosos. Debemos tener muy presente, también, que Cristo “.......A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.......” (Juan 1:11); de modo que la fidelidad de Dios, a Israel, terminó cuando crucificaron a Cristo y fue trasladada (dicha fidelidad) de los judíos a los cristianos. Me parece que, lo más destacado de este pasaje es el coraje, la valentía y el pundonor con el que Pablo asume su responsabilidad de predicar la Palabra de Dios. Podría decirse, sin temor a equivocarnos, que Pablo estaba dispuesto a morir por Cristo, y de hecho murió por Él. Otra cosa que debemos destacar es la forma en la que, Pablo y los demás, asumen su rol de practicantes naturales del judaísmo para facilitar la evangelización.

En este pasaje, por un lado Pablo les relata a los ancianos la conversión de los gentiles en toda la región por la que viajó y por otro, los ancianos que estaban en Jerusalén se glorían en el Señor por los miles de judíos que se habían convertido al cristianismo y dicen de ellos que “.......todos son celosos por la ley.......” (Hch. 21:20b). Hay que considerar que dichos judíos convertidos al cristianismo, eran en su mayoría bebés espirituales y tenían que ser tratados como tales hasta que pudiesen madurar y empezar conocer las profundidades de la doctrina de Dios en Cristo Jesús. La otra cosa que dijo Pablo, en relación con los gentiles, fue que él les había dicho, después de la conversión de cada cual, que no guardaran la ley, en referencia a los rituales y quedaron de acuerdo en que les recomendarían “.......que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación.......” que eran cosas que ofendían la mente de los cristianos convertidos del judaísmo, por ser contrarias a la Ley Mosaica que ellos seguían observando, siendo cristianos.

En este punto, debemos diferenciar el significado de la sobreedificación, en tanto y en cuanto a su calidad y temporalidad, tal como lo declara 1 Corintios 3:11-13. Todos sabemos que hoy que, nadie sacrifica animales a ningún ídolo, que comer sangre no nos hace ni más ni menos aceptos del Señor y que tocar a un ahogado no nos contamina porque en nuestras congregaciones ya no existen judíos convertidos al cristianismo que pudieran escandalizarse por estas prácticas. Se hizo dicha recomendación para que los gentiles, convertidos al cristianismo, no ofendieran con estas prácticas, comunes en ellos, a los hermanos judíos. Estas órdenes a los gentiles fue una sobreedificación de oro, para aquel entonces, que debía cumplirse para no poner tropiezo entre los hermanos judíos convertidos al cristianismo. Ahora sabemos que estas prácticas se fueron abandonando poco a poco para dar paso a la excelencia del conocimiento del amor de Cristo. Naturalmente que el abstenerse de fornicación siempre será un deber de todo cristiano, esa recomendación prevalece hasta hoy.

Después Pablo hablaría de la sagacidad que usó para convertir a los pecadores; dicha sagacidad, con algunos matices, aun es válida para los mismos propósitos, como se declara en I Corintios 9:20-22 “.......Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.......” Cuidado con las malas interpretaciones, como la de un hermano (no de la Iglesia de Cristo) que bebía con los borrachos y decía que tenía el “ministerio de los borrachos”.

Si el tribuno de la compañía del imperio Romano, a la sazón invasores de Israel, no hubiera llegado con los soldados y centuriones a rescatar a Pablo, ciertamente los “judíos” lo hubieran matado en el propio templo porque las creencias de los cristianos no les conviene en absoluto, porque disolvía su pretensión de creerse el “pueblo de Dios”. No es de extrañar que, esos mismos “judíos”, hoy, quieran gobernar el mundo para implantar su propio régimen eliminando a todos quienes los contradigan. ¿No lo están haciendo eso hoy mismo? Han sido muy efectivos ya que una gran parte de “cristianos” han desviado su teología cristocéntrica para someterla a la “reivindicación de Israel” y aprueban las tropelías de Israel en contra de Palestina y del mundo a quienes acosan hasta la muerte. Está confirmado, hasta la saciedad, que así mismo actúan.

Los cristianos hemos sido liberados de semejantes contingencias porque hemos sido constituidos como el Israel espiritual de Dios, el verdadero pueblo de Dios con leyes grabadas en nuestros corazones hasta el punto de morir por ellas sin necesidad de matar por las mismas, Dios nos libre. Hemos sido constituidos como hijos de Dios por la sangre de Cristo que fue derramada por los “judíos” quienes no le recibieron ni antes ni después de su muerte, a pesar que lo vieron hacer milagros, resucitar de entre los muertos y ascender a los cielos. Tampoco le creerán cuando lo vean venir en las nubes con todo poder a juzgar a los vivos y a los muertos, ni cuando vean descender del cielo la Jerusalén de Dios. Este privilegio, de ser verdaderos hijos de Dios, está abierto para todo el mundo, inclusive para los judíos, musulmanes, o “cristianos” que aun no viven como Cristo ejemplificó. Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bnediga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......







domingo, 7 de febrero de 2010

Contradictores de Dios


Hechos 5:34-39: “.......Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.......”

Los contradictores de la fe cristiana aparecieron, virtualmente, junto con el cristianismo y prevalecerán hasta el fin por su tozudez, pero no podrán eliminar el cristianismo porque, ciertamente, nadie lo ha podido hacer desde hace más de 2000 años y no lo podrán hacer nunca porque, los que lo intentan, realmente se ponen a luchar contra Dios. Sin embargo, durante estos más de 2000 años que han pasado, aquellos, han tenido “avances significativos” que los colocan a la “vanguardia” de la sociedad. No es para menos teniendo, como tienen, el gobierno de los pueblos desde Saúl hasta nuestros días. Recordemos que fueron los judíos quienes tuvieron la “gran idea” de pedir al profeta Samuel un rey para que los gobierne; desechando, de esta manera, el gobierno directo de Dios o la teocracia, que es el más excelso de los gobiernos que tuvo nuestra Tierra y que finalmente tendrá. Después de pasar una serie de peripecias, rebeliones, castigos, reconciliaciones y destierros, aquel que fuera el pueblo de Dios, tuvo, finalmente, el privilegio de recibir en su seno al mismísimo Hijo de Dios, porque el deseo de Dios era reconciliar a su pueblo consigo mismo porque los amaba entrañablemente y qué mejor que, para hacerlo, fuera el encargado su propio Hijo, Jesús.


La rebelión de aquel Pueblo de Dios llegó al paroxismo cuando mataron a Cristo, el Hijo de Dios, a pesar de haber dado pruebas indubitables de su filiación divina a lo largo de toda su vida y con la increíble prueba de su resurrección y ascensión a los cielos. Después que el pueblo judío rechazó a Dios, en Cristo Jesús, Dios desechó a aquel Pueblo de Dios para establecer uno nuevo en la Iglesia de Cristo en donde constituimos la nueva Israel con hijos de Dios fieles hasta la muerte, los verdaderos judíos. Los “judíos” y no judíos que despreciaron y aun desprecian al Hijo de Dios, hasta hoy, no se dan cuenta que los cristianos prevalecemos después de 2000 años. Gamaliel tuvo razón, el concejo de los cristianos es de Dios, pero ellos no lo pueden ver aun. Las palabras del fariseo Gamaliel, su propio doctor de la ley y venerado por todos ellos se ha cumplido y si los “judíos”, los agnósticos, los ateos y toda la lacra que gobierna el mundo sigue con su tropelía de pecar matando gente, adueñándose de todo, permitiendo los abortos, los matrimonios entre varones y entre mujeres, robando, mintiendo y haciendo cosas innombrables, allá ellos, nosotros, los cristianos, nos vamos con Jesús a la eternidad y los dejamos con su mundo para que arda hasta consumirse y ellos con él, como también lo profetizó Pedrito en 2 Pedro 3:10 “.......Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.......”
Mientras Cristo regresa, el cometido de los cristianos es atraer, hacia Dios y hacia Cristo, a todos los contradictores de Dios que podamos. Nosotros entendemos, perfectamente, las motivaciones de los contradictores porque nosotros también, en su tiempo, fuimos contradictores como el que más y mal haríamos en despreciarlos per se, sin antes hacer el esfuerzo por traerlos a una reconciliación sincera con Dios, como nosotros lo hicimos. Contradecir a Dios es asumir una posición en la que negamos sus dictados haciendo lo contrario de las recomendaciones que nos hace. Las recomendaciones de Dios son hechas por este, primeramente, a través de nuestros corazones por su Espíritu Santo. Después Él nos guía al conocimiento de su Palabra y en ella podemos ver, fehacientemente, toda su santa voluntad. Recordemos lo que Pablito nos dice en Romanos 12:2 “.......No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.......” La voluntad de Dios es agradable y perfecta; la del diablo, desagradable e imperfecta. No tenemos justificación si no escuchamos sus dictados. Todos ellos son para nuestro bien, no para nuestro mal. Nosotros somos los que acarreamos el mal cuando lo contradecimos; cuando decimos si mientras Él nos está diciendo no, o cuando decimos no mientras Él nos está diciendo si.

De los peores personajes que existe en el mundo, están aquellos que, no solo hacen el mal sino que están en contra de los que hacemos el bien; pero aun, estos, tienen esperanza y no cejaremos de redargüirlos cada vez que tengamos ocasión. Lamentablemente hay algunos que ya no tienen remedio y no es que el poder de Dios falle con ellos, sino que son ellos quienes se han puesto en un estado en donde es imposible que entren en un razonamiento sobre las verdades de Dios ya que han perdido la conciencia. De ellos Pablito nos dice en Judas 1:22,23 “.......A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.......” De manera que podemos ver que existen diferentes tipos de personas que practican el pecado y diferentes maneras de tratarlos. Hay quienes tienen dudas acerca del camino de la verdad y a quienes tenemos que convencerlos; otros a quienes hay que presionarlos para que se conviertan y otros que están tan sumergidos en las profundidades del mal que debemos aborrecer hasta la ropa contaminada por su carne. Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

sábado, 6 de febrero de 2010

Tocó su mano, y la fiebre la dejó.





Mateo 8:14-15: “.......Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.......” Acabo de regocijarme imaginando el momento en que la suegra de Pedro fue tocada en su mano por Jesús, para luego levantarse y servirle, después de estar postrada con fiebre.  Qué maravilla, qué milagro, qué alegría y gozo de los que presenciaron y, por qué no decirlo, de los que nos recreamos hoy de ese acontecimiento. Con mi regocijo, claro está, también hubo, hay y habrá gozo, risas y alegrías perpetuas porque, los que nos recreamos en nuestro Señor y sus obras, hemos sido predestinados a eso; a tener un gozo perpetuo en nuestro espíritu por causa de la presencia de Dios y sus obras en nuestros corazones. A esto se añade la multiplicación de motivos por los cuales estar en ese gozo perpetuo; pues, la Biblia, está repleta de esos acontecimientos admirables que confirman, como ciertos, los que están por venir. No se diga de las cosas que nos suceden, a diario, en las vidas de los que esperamos en el Señor.

En este punto me viene a la memoria los comentarios suscitados a raíz del terremoto en Haití, en el 2010, sobre todo de aquellos que tratan de espetarnos el “reclamo” acerca de: ¿Dónde estaba Dios en el terremoto de Haití? Nosotros, los cristianos, podremos responder que Dios estaba en el mismo lugar donde está ahora y podríamos decirles también que no nos hacemos esa pregunta porque nosotros sabemos dónde estaba, donde está y dónde estará y si lo tratamos de explicar, no lo entenderían porque necesitan tener el Espíritu Santo, consigo, para hacerlo. Evidentemente que, aquellos, no creen en Dios. Saben de su existencia pero no creen en ella y ahora, sabiendo de su existencia, reclaman su presencia para argüir y “confirmar” su inexistencia. ¿Por qué? Porque son utilitaristas, es decir, personas que consideran la utilidad como principio de la moral y la valoran tan exageradamente que anteponen su consecución a todo. Entre otras palabras, dicen: “…….Si Dios no me es útil, no me sirve y punto…….” También recuerdo a los que se burlaban de Jesús cuando este estaba crucificado diciéndole: “.......sálvate a ti mismo.......”

Todo lo que poseen tiene que tener un viso de utilidad inmediata y Dios no encaja en sus pretensiones porque quieren un Dios servil y, claro, poderoso, sin que ello signifique el comprometerlos a una vida santa. Su mundo ideal es un mundo sin terremotos, es decir, sin muertes, sin huracanes, sin deslaves, sin “problemas”. Todo lo quieren “bien puesto”, nada de fiebres ni enfermedades, dinero en abundancia, vacaciones perpetuas, comida gratis, bebida a millón, no agua, no, no, no, no; quieren cerveza, vino, whisky y claro fiestas, sexo y drogas. No se dan cuenta que el gozo que consiguen con ello es temporal, efímero y perecedero y la confirmación de ello es que lo tienen que volver a repetir porque, si por ejemplo, se fumasen un cigarro de marihuana y sus efectos se quedasen con ellos para siempre, no fumarían más nunca marihuana; lo mismo con sus borracheras u orgías.

Qué diferencia con todos los cristianos que obtenemos nuestro gozo perpetuo en nuestra comunión con Dios a través de Cristo, quien trastoca nuestra realidad, de manera que la hace más fantástica que todas las fantasías juntas y tan fantástica es que no nos hacen falta las disoluciones del hombre para tener “gozo” porque tenemos el gozo divino y perpetuo de sabernos hijos de Dios. Ven con nosotros, te invitamos a descubrir dónde estaba Dios en el terremoto de Haití y dónde está ahora. No entenderás hasta que vengas con nosotros los cristianos. Dios se expresa en los corazones de todos los hombres a cada momento y hace que andemos correctamente cuando escuchamos su voz, su susurro o sus gritos. El problema que subsiste es que el hombre no quiere escuchar la voz de Dios y si la escucha no puede discernir que esta es su voz porque está envuelto en la vorágine de sus propias concupiscencias que no le permiten ver con claridad lo que es lógico y razonable; es por eso que el hombre trastabilla y cae.
Dios ha puesto en nuestras manos la posibilidad de erradicar las enfermedades en un santiamén. Nuestro señor Jesucristo lo hizo una y otra y otra vez para que nos quede bien en claro que dicha posibilidad está al alcance de todos. Nuestro cometido es imitar a Jesús en todas las instancias y finalmente llegaremos a ser como Él en todo y también podremos hacer dichas maravillas como si nada fueran porque para el que se ha perfeccionado en Cristo Jesús, nada le será imposible. La invitación a que seamos como Él fue, no es baladí, es real y concreta. Dios no se está burlando de nosotros porque ese no es su rol. Si nos dice que podemos llegar a la unidad de la fe, al conocimiento de su hijo y a ser un varón perfecto a la estatura de la plenitud de Cristo, es porque así mismo puede ser si nos empeñamos. Lo dice Efesios 4:13: “.......hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.......”

Curar enfermos no es la misión de los hijos de Dios, es tan solo una demostración del poder de Dios en nosotros. Nuestra verdadera misión es hacer Cristos o coadyuvar a que estos se hagan, que se formen, que se integren. Todos los seres humanos tenemos el potencial de ser Cristos. Un mundo de Cristos es un mundo ideal. ¿Se imaginan Uds. las alturas a las que podemos llegar en un mundo lleno de Cristos? Navegar en la eternidad de gloria en gloria debe ser algo apoteósico e inefable. Si esto lo es en la Tierra, para nosotros los humanos convertidos, cuando nos recreamos de las glorias que Dios nos hace vivir y sentir en nuestro espíritu, ¿cuánto más no lo será en la eternidad cuando estemos desencarnados? Pero el necio no entiende, no comprende, no advierte, no capta. Bien dice Proverbios 27:22 “.......Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, No se apartará de él su necedad.......” Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

viernes, 5 de febrero de 2010

Guardaos de toda avaricia.




Lucas 2:13-15 “…….Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee…….” El hombre “natural” tiene una sola consigna para su vida y esta es la de querer tener más, más y más, haciendo que esto gire alrededor de su vida por siempre, cuando no permite que Dios lo instruya. Lo peor de todo es que, la mayoría de las veces, piensa que Dios está y/o tiene que involucrarse en esa vorágine de querer alcanzar lo máximo de cosas en esta vida, craso error. Nos ha dicho, más bien: “.......!Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!.......” (Mr. 10:23).

En el Evangelio de Lucas 12:13, encontramos un pasaje en el que se hace alusión a “…….uno de la multitud…….” -que puede ser cualquiera de nosotros- el cual pretende involucrar al Hijo de Dios en su problema personal pidiéndole que le diga a su hermano que parta la herencia con él. Cualquiera pudiera pensar que la tal petición es normal, pero no lo es porque Jesús, guiado por el Espíritu Santo, le hace ver que él no ha sido puesto por Dios, sobre la Tierra, para ventilar asuntos particulares, sin ninguna trascendencia antropológica. Sin embargo, entendiendo las motivaciones de los involucrados y en una generalización en su respuesta, le dice a la multitud primeramente: “…….Mirad, y guardaos de toda avaricia…….” Se lo dice a los hermanos, se lo dice a la multitud y se lo dice al mundo entero. Por un lado, le está diciendo con otras palabras, al que no quería partir la herencia, que es avaro y recomienda a todos la necesidad de guardarse de toda avaricia. Para la clarificación del concepto, debemos decir que avaricia es: “Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas”. Según la Real Academia Española.

A reglón seguido nuestro Señor agrega: “…….porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee…….” Como si esto fuera poco hay quienes se preguntan, aun: “¿En qué consiste entonces la vida?” Yo les puedo decir que: En todo lo contrario. No procuremos la obtención de bienes como cosa a qué aferrarnos porque la misma no nos conviene ni conviene a nuestro prójimo debido a que ello acarrea injusticias de todo tipo, puesto que la obtención de más bienes posterga las necesidades de los más pobres. Lo que nos conviene es buscar el reino de Dios (Lucas 31).
Piense Ud., por ejemplo: El solo hecho de fumarse un cigarro equivale a quemar un pan y esto, simplemente, es una injusticia y “.......Toda injusticia es pecado.......” (1 Juan 5:17) Ahora bien, considerando que existen no menos de 1000 millones de fumadores en el mundo, quiere decir esto que se queman 1000 millones de panes y esto, solamente, en el supuesto negado que dichos fumadores se fumen un cigarro al día. La contraparte es que existen en el mundo cerca de 1000 millones de personas que viven en la pobreza extrema, es decir, que viven con menos de un dólar diario. Por este simple ejemplo podemos convenir que, fumarse un cigarrillo es una injusticia y la injusticia es un pecado. No seremos condenados por fumarnos un cigarrillo, bebernos una cerveza o hacer cualquier otro derroche, no; seremos juzgados por la injusticia que ello representa.

Si fumarse un cigarro es una injusticia, también lo es el ser avaro. La vida del hombre consiste en buscar el reino de Dios como dice Lucas 12:31: “…….Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas…….” Las cosas que nos serán añadidas, mientras buscamos el reino de Dios, son todas las cosas que necesitamos para nuestra normal subsistencia en este mundo. Por supuesto que no necesitamos cigarrillos ni los miles de cosas que se parecen a esta.
La avaricia de unos pocos hombres nos está llevando, actualmente, a la destrucción de la economía mundial y con ello a la destrucción de muchas vidas. Bien lo dijo Pablito en Santiago  4:1-3: “.......¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.......” Los que hacen las guerras esgrimen una retahíla de motivos para justificar su acción; pero nosotros, los cristianos, sabemos los verdaderos motivos; de modo que no podemos ser engañados; guerrean porque quieren más, más y más.
La avaricia no es privativa de los ricos, los pobres también pueden convertirse en miserables codiciando los bienes ajenos y mesquinando lo poco que pudieran tener. La contraparte de una conducta de esta naturaleza, es la misericordia, la compasión y el amor; la confianza absoluta en Dios que nos impele, avasalladoramente, a desprendernos de todo a favor de los demás. Dijo Jesús, de la viuda que dio su ofrenda, en Marcos 12:44: “.......pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.......” Desde Cristo y paulatinamente se dejó de practicar la Ley mosaica y, dentro de esa Ley, la obligación de dar el diezmo. No hay nada que hacer que tenemos un nuevo y mejor pacto con Dios y por haber pactado con Él hemos recibido el perdón de nuestros pecados y la promesa de una vida eterna en su gloria. Hay que dar como nos lo hayamos propuesto, según 2 Corintios 9:7: “.......Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.......” Uno puede comprobar si es, o no, avaro cuando dá con alegría y sin obligación. Los quiero mucho. Que el señor Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......
Dante Chalco Vargas