Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

miércoles, 28 de julio de 2010

A la caza de oportunidades




“…….procuren ocuparse en buenas obras…….” Esta corta frase se encuentra en Tito 3:8 y, a pesar de lo corto, encierra todo un mundo, virtualmente, insondable. Es una recomendación, no un mandamiento. También puede tipificarse como un recordatorio de nuestro cometido como cristianos. No creo que ningún cristiano necesite un mandamiento de esta naturaleza porque, las buenas obras son inherentes a nuestra idiosincrasia cultural de cristianos; que la tenemos, no faltaba más. Lo que sucede es que, por múltiples razones, hay quienes se olvidan de hacer buenas obras, a pesar que con poco esfuerzo podríamos estar a la caza de oportunidades para ejercitarlas. Llevarle el bolso de compras a una anciana, recoger y devolver dinero a quien se le cayó, abrir una puerta a cualquier persona, etc., etc., etc. Realmente hay miles de maneras de hacer cosas buenas y debemos empezar por las más sencillas que el Espíritu Santo de Dios se encargará de abrir nuestros ojos, poco a poco, para que hagamos buenas obras inconmensurables; sobre todo la buena obra de predicar la Palabra del Señor.


Todos sabemos lo que es una buena obra y todos hemos hecho, alguna vez, una buena obra o muchas, a pesar que podamos ser malos, porque las buenas obras (como las malas) adquieren su categoría por causa del Espíritu Santo de Dios que obra en nosotros desde Adán y Eva; Él nos enseña, antes de hacer la obra, si esta es o no buena. Cuando hacemos una obra mala Él nos redarguye sobre el pecado cometido y nosotros reaccionamos de una de dos maneras: Nos alegramos por haber pecado o nos entristecemos. Cuando alguien se alegra por haber pecado, entristece a Dios. Cuando uno se entristece por haber pecado, alegra a Dios. No se admire, el que nunca se haya alegrado de hacer una obra mala (lo cual dudo), que haya quienes si se alegran y no solamente se alegran sino que hasta lo celebran; aveces por mucho tiempo. Tanto se alegran y se gratifican a si mismos, que las vuelven a cometer, una y otra vez; aveces hasta la muerte.


La procuración es un ejercicio de la perseverancia que se asocia con el hacer rutinario, con el día a día, con el momento a momento y si nosotros mantenemos presente en nuestra conciencia el hacer bien siempre, el resultado es que vamos a hacer bien siempre. Las fórmulas sencillas de hacer las cosas son la característica del hacer bien porque Dios, en su suprema sabiduría, no nos dio complicadas parafernalias que debíamos cumplir para agradarle, todo lo contrario, lo hizo muy sencillo para nosotros; tanto así que, a cada paso, pudiéramos encontrar la oportunidad de hacer el bien. Realmente creo que no necesitamos estar buscando el hacer el bien sino que tenemos que tener la disposición constante de hacerlo y el Espíritu Santo de Dios se encargará de mostrarnos la oportunidad cuando menos lo esperemos. Cuando tenemos delante de nosotros la oportunidad de hacer el bien, tengamos por seguro que esa oportunidad nos la brindó Dios para que nos ejercitemos en bien hacer. Recordemos que escamotear este tipo de oportunidades es un flagrante pecado como nos lo dice Santiaguito 4:17: “.......y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.......”


Lo contrario es el ocuparse de malas obras; y el diablo también, con admirable tesón, procura que las hagamos a cada paso de nuestra vida; y las tentaciones, también, no se dejan esperar. ¿Qué hacer frente a esta realidad?: Inmunizarnos, por medio de procurar ocuparnos de buenas obras. Realmente no existe justificación para cometer el mal, sin embargo, el mundo está lleno de gente que se trata de justificar en la comisión del mal. El ladrón dice que tiene necesidad, el mentiroso que no le convenía decir la verdad, el fornicario que se sentía solo y así pudiéramos acotar un sinfín de justificaciones que nos son conocidas porque, alguna vez, quizá, las practicamos o estuvimos o estamos cerca de quienes hoy las siguen practicando. Lo peor que puede hacer un cristiano es eso; ocuparse de malas obras siendo cristiano y pisoteando, con eso, la preciosa sangre de nuestro señor Jesucristo. El castigo será terrible, como lo sugiere He. 10:29: “.......¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?......."


Quizá sea hasta necesario, para algunos, entrar en un soliloquio en el que nos repitamos sin cesar, una y otra y otra vez: “…….qué obra buena puedo hacer, donde hay algo bueno que haga ahora, hazme ver, Señor, el bien que puedo hacer…….” Yo creo que no ha de pasar mucho tiempo para que encontremos una respuesta inmediata de parte del Espíritu Santo de Dios quien, a no dudarlo, nos indicará el camino correcto que debemos de seguir. Retrospectivamente me pregunto qué puedo hacer yo, hoy, de bueno e inmediatamente el Señor me responde: “…….anda a comprar tu madera para hacer tus artesanías o arregla el jardín, o llama a tu mamita, o limpia las ventanas, o escribe más artículos, o paga tus deudas, o ayuda a los pobres, predica la Palabra, recoge las frutas caídas que hay en tu ciudad y véndelas o regálalas o cómetelas, manda las cartas pendientes, anda al dentista, lleva a tu familia al doctor, etc., etc., etc…….” Hay miles de cosas buenas por hacer para el mundo, para los tuyos, para tus hermanos y para ti mismo; nada más tienes que soliloquear todo lo que se te ocurra, para luego pedirle a Dios y Él tendrá para ti una lista interminable cada día. Procurar hacer buenas obras es una de las grandes garantías que nos aseguran que hacemos la voluntad de Dios. Hacer buenas obras es para el cristiano como el pan de cada día, no dejes nunca de hacerlas.


Lo peor que le puede pasar a un cristiano es dejar de hacer obras buenas. Muchas son las razones por las cuales, un cristiano, deja de hacer buenas obras y de entre ellas la frustración y la impotencia que produce desánimo por el inexorable avance de las malas obras, de los hombres impíos, que cubre al mundo en su totalidad. L@s herman@s que son limitados en expresar, verbalmente, las bondades de nuestro Dios, encontrarán en el bien hacer una herramienta extraordinaria para alcanzar los corazones de los demás. No desmayemos hermanos que el hacer buenas obras es una de las mejores formas de predicar y de hacer que los hombres del mundo glorifiquen a Dios por ellas. Nuestro señor Jesucristo nos lo enseñó cuando nos dijo, en Mateo 15:16: “.......Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.......”


Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

martes, 6 de julio de 2010

Pregunta pertinente

Pregunta pertinente
Algunas veces, para iniciar una conversación sobre Dios, me gusta preguntar directamente a la gente lo siguiente: Si Ud. muere hoy dónde se irá ¿Al cielo o al infierno? Aunque, por este artículo, no puedo iniciar una conversación, propiamente dicha, puedo hacer un soliloquio que, en algunos casos -pienso-, será de mucho beneficio.
Me imagino que Ud. ya debe tener una respuesta porque, las preguntas de esta naturaleza requieren una respuesta inmediata; sin embargo, muchas veces, mis interlocutores han puesto su vista fuera de mis ojos y con gestos reveladores, han dado una respuesta que contradice a la misma. Otros, en cambio, sin evitar mi mirada, también has dado una respuesta. Creo que nadie, hasta hoy, ha dejado de responderme de alguna manera; unas veces inmediatamente, otras tomando su tiempo. A veces de manera entusiasta y reiterativa y otras dubitativos, tristes o sorprendidos.
Como quiera que sea, todos debemos tener una respuesta a esta inquisición porque, con ella establecemos, sin lugar a dudas, nuestro estado en la presencia de Dios. Si Ud. muere hoy dónde se irá ¿Al cielo o al infierno? Como podemos imaginar, algunos responden positivamente, otros negativamente, otros dicen: “no sé”, “quizá”, “tal vez”, “lo que Dios quiera”, “Dios sabe”; algunos, antes de la respuesta dicen: “Déjame pensar”. Sin embargo, toda esta historia, no tiene mayor importancia si nosotros no asumimos seriamente la responsabilidad de responder de manera inmediata, entusiasta y positiva con un rotundo sí, claro, por supuesto, no faltaba más, claro que sí.
Todos los cristianos debemos, podemos y tenemos que responder positivamente esta respuesta porque con ella reafirmamos nuestra seguridad en la esperanza que hemos recibido de Dios: Tito 1:2
“…….en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos…….”
Mateo 22:30 “…….Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo…….”
Mateo 7:21
“……. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos…….”
Hay muchísimas referencias que nos aseguran que existe un cielo y nosotros, los cristianos, hemos creído en ellas y vivimos con el gozo de saber que hemos sido escogidos por Dios por causa de nuestra fe en Cristo y que perseveramos en bien hacer según su santa voluntad. Decir una respuesta diferente al sí es vivir sin fe, sin esperanza y lo que es peor, en pecado.
Ahora ya sabemos de qué lado estamos por la respuesta que hemos tenido al comenzar este artículo. Si alguno contestó algo diferente al sí, es tiempo de poner las “barbas en remojo” y empezar a luchar contra el enemigo hasta convencernos plenamente, con todas las prerrogativas inherentes, que nosotros, los cristianos, nos vamos al cielo y no hay nadie ni nada que pueda sustraernos de esa realidad en la cual nos gozamos libremente hasta ver cumplida nuestra esperanza. Bendito sea Dios.