Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

martes, 30 de noviembre de 2010

Jamás fue profetizado.


La profecía sobre la segunda construcción del Templo de Salomón, que hizo el profeta Hageo y su pronóstico sobre la venida de Cristo, a quien le llama “el deseado” la podemos ver en Hageo 2:7 que dice: “…….y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos…….” . Esta profecía fue cumplida por Cristo Jesús desde que fue un bebé, hasta poco antes de morir. Los judíos no pudieron contra las enseñanzas del Hijo de Dios; lo que sucedió es que, los principales –por envidia-, desestimaron todas las profecías que hablaban de Cristo y creyendo interpretar la voluntad del pueblo, conspiraron contra Jesús hasta matarlo. Una cosa diferente era lo que el pueblo pensaba, porque una gran multitud lo recibió, alabándolo, cuando hizo su entrada triunfal a Jerusalén.
Es indubitable que Cristo fue judío y dicho pueblo, hasta hoy, no puede negar esa realidad tangible; que si lo pudieran hacer, ya lo hubieran hecho porque, aunque no le niegan el gentilicio de judío, sí le niegan el título de Mesías. Tan ciego está, hasta hoy, el pueblo judío; que siguen esperando un “mesías” que nunca vendrá, porque ya está entre nosotros; Jesucristo. Después de la entrada triunfal que hiciera Jesucristo a Jerusalén; se dirigió directa e inmediatamente al Templo de Salomón y al ver la tergiversación de su uso, que hacía el pueblo en su interior haciendo comercio como en cualquier mercado; les increpó su actitud y los echó fuera, volcando sillas y mesas. Acto que, por cierto, les competía a los príncipes judíos hacer; porque ellos, a la sazón, eran los que tenían que velar por el orden en el templo, pero, según la historia, fueron laxos en la sumisión de sus responsabilidades.
Jesús llenó de gloria, con su presencia, el segundo Templo de Salomón; y cumplió así, lo que dijo Jehová por medio de Hageo que escribió: “…….La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera…….” Hageo 2:9. Los judíos que no recibieron al Hijo de Dios como al Mesías, nunca pudieron ver dicha gloria, aunque la tuvieron en sus narices. Los judíos que actualmente añoran ver la gloria de Dios, creen que la verán en relación a su Templo y al no tener un Templo han centrado su preocupación, dinero y energía, en ver la construcción de un tercer Templo que jamás fue profetizado por ninguno de sus profetas sino que del verdadero Templo se dijo, últimamente: “…….¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?.......”
La raza judía y los pecadores del mundo, al no querer conceptualizar la verdad de la doctrina de Cristo porque ella desenmascara sus pretensiones y complejos de superioridad; se han creado falsos dioses a quienes le rinden pleitesía porque esos dioses sí dejan que cometan todo tipo de barbaridad y pecado, sin decirles absolutamente nada porque, al ser dioses falsos, no hacen ni bien ni mal. El concierto de los que se creen “dueños del mundo” es el mismo que el que se dio en tiempos antiguos con ocasión de la torre de Babel en donde, como todos sabemos -es historia-, los hombres dijeron: “hagámonos de un nombre” pero Dios echó a perder sus pretensiones. Los que ahora quieren ser los “dueños del mundo” no han aprendido la experiencia de los que querían construir la torre de Babel; pero esta vez el propio Dios bajará, en Cristo, para frustrar sus designios.

El Espíritu Santo, al estar dentro de nosotros mismos, es quien nos susurra, a cada instante, lo que debemos hacer o no hacer, según su santa voluntad. Lo que sucede es que somos los hombres quienes apagamos el fuego del Espíritu que está en nosotros y lo relegamos a un segundo plano; desestimando lo que el apóstol Pablo nos dijo, de parte de Dios, en 1 Tesalonicenses 5:18-20: “.......Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías.......” Si es el caso que Dios nos habla por medio del Espíritu Santo en nuestros corazones, haciendo de nuestro cuerpo su templo, ¿Cómo es que los judíos pretenden reconstruir el templo por tercera vez para comunicarse con Dios, como antes lo hacían, siendo que lo podemos hacer hoy con nuestros corazones? La respuesta es que también quieren volver a alcanzar lo que hace tiempo perdieron: Ser nuevamente el pueblo de Dios, con todas las gollerías que aquello conlleva; de entre ellas, la más importante, según la concepción materialista, era la de poseer el territorio que abarca desde el río Nilo hasta el río Éufrates y que todos los reinos del mundo le rindan pleitesía y le tributen como lo hacían con el rey Saúl, David y Salomón.

No nos debemos acercar a Dios con la presuposición que, estando con Él, obtendremos todo tipo de gollerías. Acerquémonos primero reconociendo la necesidad de una guía espiritual que conduzca el destino de nuestras vidas. Cuando estamos fundidos con el Espíritu de Dios y somos uno con Él y con Cristo; todas las cosas materiales pasan a un segundo plano porque no hay nada más importante en la vida del hombre que estar en la gracia de Dios, sea que tengamos, o no, bienes materiales. La recomendación es buscar el reino de Dios: Lucas 12:30-32 “.......Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.......”

Es muy sencillo establecer una comunicación con Dios. Solo hay que prestar atención todo el tiempo y pronto podremos sentir fuertemente su santa voluntad. Sigamos la recomendación de Pablito en Romanos 12:2: “.......No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.......”
Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......


sábado, 27 de noviembre de 2010

Habiendo sido hombre



Las maquinaciones de satanás son, del todo, tortuosas e incomprensibles, desprovistas de toda lógica racional y a los que andamos bajo la sombra del altísimo, nos dejan estupefactos y anonadados pero, ante ellas, es necesario actuar de manera concertada y decidida.  De entre los innumerables casos de barrabasadas tipificadas en la Biblia, se encuentra aquella en la que Baana y Recab, hijos de Rimón beerotita, protagonizaron a la muerte de Saúl y de su hijo Jonatán. Las Escrituras los describen de la siguiente manera: “…….Y el hijo de Saúl tenía dos hombres, capitanes de bandas de merodeadores; el nombre de uno era Baana, y el del otro, Recab, hijos de Rimón beerotita, de los hijos de Benjamín (porque Beerot era también contado con Benjamín)…….” 2 Samuel 4:2.


Estos dos señoritos, pensando que le hacían un favor a David, mataron a Is-boset, hijo de Jonatán y heredero directo de la corona judía; para que no fuera nombrado rey, en remplazo de Saúl y en contra de los “intereses” de David. Pero no contaron con la integridad de David, delante de Dios, quien amaba y respetaba, entrañablemente, a Saúl y a Jonatán. Pensando, pues, que le hacían un favor a David, se encontraron con la desagradable sorpresa del desagrado de David por tan execrable delito e hizo que fueran muertos, ipso facto, como castigo a su osadía. Actualmente, los cristianos no tenemos este tipo de actuaciones, enhorabuena, y estos personajes tampoco los tenemos como paradigmáticos sino como, absolutamente, históricos; sin desmerecer las enseñanzas que de ellos se pueden derivar.


Nuestro paradigma es Cristo y ciertamente que no mataremos a nadie por haber matado a otro injustamente o “justamente” ¿Por qué? Porque fuimos introducidos al Nuevo Pacto de Dios, con los hombres, porque el Antiguo Pacto había demostrado su imperfección. Cristo, sintetizando la Ley, señaló los dos principales mandamientos en donde se basa toda la Ley de Moisés: “…….Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás…….” Lucas 10:26-28. Palabras, por demás, sabias que encierran, en compendio, a todas las Escrituras. Concentrándonos y meditando en ellas encontraremos un océano insondable de justicia, verdad y esperanza.


En la carne, hay quienes quieren arreglar las cosas a las patadas pero nosotros hemos sido enseñados a perdonar las ofensas de quienes nos han ofendido, de algún u otra manera. Hemos sido enseñados a poner la otra mejía y a hacer el bien cuando se nos ha hecho un mal; “.......no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.......” 1 Pedro 3:9. Es, en este punto, donde la figura de Jesucristo entra a tallar para darnos, por medio del Espíritu Santo, la guía perfecta de nuestras acciones hasta el punto de la infalibilidad por haber sido hechos perfectos, como dice Hebreos 12:23: “.......a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos.......”


Hemos de recordar que Cristo Jesús, mientras estuvo en este mundo, fue infalible en todo lo que hizo y es con esta perfección que, después de resucitado, ascendió a los cielos en donde permanece hasta su segunda venida, a la Tierra, con poder y gloria. Quienes fueron testigos de su conducta dan fe de su fortaleza cuando dicen: “.......bien lo ha hecho todo.......” (Marcos 7:37). La virtud de su poder radica en que, habiendo sido hombre como nosotros, no pecó como todos nosotros lo hicimos y seguro que haremos (lo digo por los hombres que después de nosotros vendrán), sin excepción. El autor de Hebreos lo declara en Hebreos 4:15 que dice: “.......Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.......” Qué virtud, qué clase, qué abolengo, qué maravilla, qué primicia; bendito sea Dios y bendito sea su santo nombre que nos dio por herencia la sangre preciosa de nuestro señor Jesucristo para que fuésemos salvos -como lo somos- de condenación.


Las barrabasadas hay que dejárselas a los que no tienen conciencia de lo que es y significa Dios en nosotros y mucho menos de lo que su Hijo representa en nuestras vidas. Hablamos de pecados mortales, hablamos de insensateces que, si nos las cuentan, no las creemos. Hablamos de cristianos que trastabillan y caen sin remedio. Salomón, como haciendo una reminiscencia de su propio pasado lo declara sin ambages en Eclesiastés 10:1 diciendo: “.......Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.......” Es imperativo velar por nosotros mismos, sobre todo para cuando nos encontremos muy cerca del Señor, pues es, en estas ocasiones, en donde el diablo se hace astuto y perspicaz; más que en otras ocasiones y con otras personas. Nunca debemos gratificarnos por nuestros logros ni sentirnos “seguros” de nuestras fortalezas. “.......Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.......” 1 Corintios 10:12. Pablito lo tenía bien claro, nosotros también deberíamos.


Amar a Dios con el corazón, con el alma, con nuestra fuerza y mente, así como a nuestro prójimo como a nosotros mismos, es suficiente para mantenerse incólumes en su presencia; sin embargo, siempre será necesario ejercitarnos en el revisionismo, que nos da el carácter de insatisfacción que debiéramos tener por aquello que pensamos agradará a Dios. ¿Podrá alguien saciarlo totalmente? ¿Alguien podrá complacerlo en absoluto? Ciertamente que no, pues sino, no sería Dios, y al pelo nos cae lo que el mismísimo Jesusito nos dijo en Lucas 17:10: “.......Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.......” Cristo, siendo Cristo no se camplació a si mismo por la tarea que vino a obedecer. Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

viernes, 26 de noviembre de 2010

Engañados de la historia.



La meridianidad de la Palabra de Dios siempre ha sido, es y será contundente por donde quiera que se la mire, pero su interpretación, extrapolación u obviedad es “harina de otro costal”. Me refiero a que, por ejemplo, los hindúes tienen una retahíla de Dioses a quienes se encomiendan, según su parecer y los católicos una de santos; como si lo fueran. Unos, otros y ajenos no quieren o no pueden conceptualizar que: “…….Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre…….” 1 Timoteo 2:5. De manera que, si pretendemos una comunicación efectiva con Dios, hay que conceptualizar, primero, que Él es único, es decir, no comparte con nadie su supremacía y potestad aun cuando nosotros, los cristianos, somos uno con Él en el Hijo de Dios.
Asimilado este concepto y para efectos de nuestra comunicación con Dios, con la oración, Jesucristo ha sido constituido como el único mediador entre Dios y los hombres –los otros sobran-; de modo que, si pretendemos ignorar, pasar por alto o desconocer esta verdad; nunca podremos establecer un vínculo real con Dios si no es por medio de Cristo Jesús. Quiere decir que toda rogativa, oración, petición, acción de gracias, súplica o pedido de intersección; no prosperará si no es hecha en el nombre de Jesús. El mismo Cristo Jesús lo dijo: “…….No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé…….” Juan 15:16. Podemos añadir otros versículos.
Hay que abrir los ojos a la verdad porque nosotros somos los responsables del engaño, que cualquiera urde contra nosotros, si no confirmamos lo que se nos dice, si no estudiamos, si no investigamos, si no consultamos, si no preguntamos, si no confrontamos. Yo también fui uno de los millones de engañados de la historia que, hasta hoy, se siguen sumando, inmisericordemente, a las filas de los ilusos. Me incliné ante las “7000 vírgenes” y les rendí pleitesía a los “18000 santos”. Prendí velitas a los beatos, recité responsorios a los mártires, besé cristos de yeso y me santigüe ante los “1000 altares”. Qué desperdicio, qué vergüenza, qué ignorancia. A Dios gracias que me liberé, como lo pueden hacer los esclavizados.
Orar a otro, que no sea Dios; en el nombre de otro, fuera del Hijo de Dios; es un flagrante pecado y un desprecio descomunal al autor de la vida. Hay un refrán muy popular entre los hispanoparlantes: “…….yo no hablo con los payasos, yo hablo con el dueño del circo…….” Es para destacar, como todos sabemos, que sabemos de la existencia del más importante de nuestros interlocutores, en cualquier asunto y en este, referente a Dios, es el más importante. No debemos, pues, ni invocar en oración a otro que no sea Dios ni hacerlo en el nombre de otro que no sea Cristo. El siguiente paso debe ser, como no, poner en práctica lo hoy aprendido; no hacerlo es seguir perpetuando el engaño y la condenación que se cierne sobre nosotros.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nosotros también debemos perdonar.


Los que creemos en Dios tenemos una herramienta increible en la oración puesto que es la comunicación directa con Dios para alabarle y después para pedirle por nosotros. Hay algunas reglas que se encuentran alrededor de la oración. Lo que primero señala Jesucristo, es que no imitemos a los hipócritas que gustan de orar en público para ser vistos por los hombres. Una demostración de esto es el muro de las lamentaciones que usan los judíos en Jerusalén. Dice Jesucristo que estos ya tienen su recompensa por este tipo de oración. Cristo dice: “…….Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público…….” Mateo 6:6.
Luego nos advierte que no usemos de vanas repeticiones, como lo hacen los musulmanes y los católicos con sus rezos y letanías repetidos durante siglos y a los cuales Cristo les llama palabrerías. Él nos advierte que, si lo hacemos de esa manera, no seremos oídos por Dios y nos recuerda que Dios sabe perfectamente lo que necesitamos antes que nosotros se lo pidamos. Tenemos que seguir recordando (sobre todo a los católicos) que, el Hijo de Dios, recomendó que la oración debe ser dirigida a nuestro Padre celestial y a ningún otro personaje más. No existe ninguna justificación para orar a otr@ que no sea a nuestro Dios Padre. ¿Por qué contradicen los católicos a Jesucristo? Orar a otro personaje, que no sea Dios, es despreciar, olímpicamente, a nuestro Padre celestial.
Nos dice el Hijo de Dios que hay que santificar el nombre de Dios. Al querer y decir que sea santificado el nombre de Dios, es la expresión de nuestro deseo que todas las cosas del Universo reconozcan que Dios es el autor supremo de todo lo que se ve y lo que no. Desear que venga su reino es la expresión de nuestro deseo que no quede un solo vestigio, en el Universo, ni del pecado ni de la maldad. Decir que se haga su voluntad es mostrar nuestra conformidad con sus mandatos, ordenanzas y recomendaciones; las cumplidas, las que se están cumpliendo y las que se cumplirán en todo el Universo y en el cielo. Nos dice Jesús que debemos recordarle nuestras necesidades primarias como el comer, dándonos a entender con esto que las demás necesidades pasan a un segundo plano.
Cuando nos dice que le pidamos que perdone nuestras deudas, se refiere, básicamente, al perdón de nuestros pecados y no, precisamente, a nuestras deudas económicas, las que, de todos modos, tenemos que honrar. La condición es que nosotros también debemos perdonar a quienes nos deben, moral o físicamente. Cuando nos dice que le pidamos que no nos meta en tentación es porque Dios siempre nos prueba para que fortalezcamos nuestro espíritu. Que le pidamos que nos libre del mal, es que nos acompañe en nuestra lucha contra las tentaciones para no caer en ellas y para que salgamos fortalecidos después de pasarlas. El reconocimiento que Él reina, que es poderoso y glorioso, no ha de faltar.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Invitados al Nuevo Pacto.


Las profecías e instrucciones que recibió el pueblo de Israel por boca de los profetas Jeremías, Esdras y Zacarías con respecto a la restauración, por segunda vez, del Templo de Salomón en el monte Moriah, son indubitables y contundentes y, ciertamente, no dan lugar a dudas de ninguna naturaleza; tanto es así que se animaron, provisionalmente y antes de la reconstrucción del Templo, a restaurar, primero, el altar del holocausto como reza el siguiente versículo: “…….Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde…….” Esdras 3:3. Podemos ver, hasta hoy, la gran solicitud y misericordia que Dios tenía por lo que, otrora, fue su pueblo. El Pueblo de Dios. Título perdido por su pecado.
Pero las cosas, de un tiempo a esta parte, han cambiado de manera radical puesto que, después de restaurado el Templo por segunda vez, los judíos se volvieron a empeñar en la comisión desaforada de todos los pecados habidos y por haber. Dios, insistiendo en su misericordia hacia ellos y visto el descarrilamiento general, les mandó a su propio Hijo, Jesucristo; pero ellos lo mataron en una cruz, como todos sabemos. Cristo resucitó al tercer día, se apareció a muchos y ascendió a los cielos delante de 500 testigos judíos. De las cosas más significativas que ocurrieron con la muerte de Jesús, está la rasgadura del velo, que separaba el lugar santo del lugar santísimo en el Templo de Salomón y esto significó el rompimiento del pacto de Dios con el pueblo de Israel para dar paso al Nuevo Pacto con los gentiles.
Antes que los gentiles fueran invitados al Nuevo Pacto, hubo un remanente pequeño del pueblo de Israel que recibió a Cristo como el Mesías, esperado por Israel, quienes se convirtieron a la doctrina de Cristo y se hicieron sus seguidores. Cuando la casta clerical de los judíos se enardeció en contra de los judíos, seguidores de la real doctrina de Cristo; organizaron una persecución en contra de dichos seguidores y a la cabeza pusieron al celoso fariseo Saulo de Tarso quien aprobó la lapidación del primer mártir cristiano, Esteban y consiguió cartas del sumo sacerdote para perseguir a los seguidores de Cristo, fuera de los límites de Jerusalén. Los apresaba y los encarcelaba solo por creer en Cristo.
A Saulo de Tarso (que también es Pablo), que perseguía a los cristianos, se le presentó –en el camino a Damasco- Cristo resucitado y después de increparle su actitud y enceguecerlo, después de tres días convirtió su alma, del más fiero perseguidor histórico de los discípulos de Cristo, al más increible evangelista de las buenas nuevas de Dios. Ni los judíos, ni los musulmanes, ni los pecadores en general han creído la historia que hay alrededor de nuestro señor Jesucristo y Dios aun espera, hasta hoy, que todos a una procedan al arrepentimiento pero la dureza de sus corazones se hace cada día más y más patente y no cejarán en dicha dureza sino hasta que vean a Cristo venir en las nubes con poder y gloria. Será muy tarde. 

Están sobre el Monte Moriah.


El mismo que inspiró al profeta a decir “…….Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros…….” Zacarías 4:9; es el mismo que inspiró a Jesús a decir sobre la tal casa: “…….no quedará piedra sobre piedra…….” Y las dos profecías se cumplieron al pie de la letra. El segundo Templo de Salomón fue reconstruido por Zorobabel cumpliéndose la profecía de Zacarías y este mismo templo fue destruido por los romanos, el año 70 DC, al mando del general Tito; cumpliéndose la profecía de Cristo. El muro de las lamentaciones, que queda hasta hoy, es parte de un muro de contención alrededor del Monte Moriá, que mandó a construir Herodes el Grande, y no es un muro del Templo de Salomón, como algunos creen.
Actualmente, los judíos, tienen la pretensión de volver a construir un tercer templo sobre la explanada del Monte Moriah, en donde se encuentra la Cúpula o El Domo de la Roca o Mezquita de Omar (la roca sobre la cual Abraham iba a sacrificar a Isaac) y en la misma explanada, donde se encontraba el Templo de Salomón, se encuentra, también, la mesquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado de los musulmanes. Los judíos han preparado todos los utensilios que se usaban en el antiguo templo, la gran mayoría de oro puro. Algunos, aparentemente, son originales pero la mayoría han sido hechos con las instrucciones del Pentateuco. Sin temor a equivocarme, la pretensión de los judíos pasa por expulsar y destruir las mezquitas que están sobre el Monte Moriah con lo cual estarían, virtualmente, “guerra santa”.
Exacerbar los ánimos de 1200 millones de musulmanes, es una locura de marca mayor que nos conducirá a una hecatombe mundial de pronóstico reservado. Restaurar el Templo equivale a una bofetada al cristianismo puesto que significaría un rechazo institucional a nuestro Señor Jesucristo porque la restauración del Templo quiere decir la reinstitución del sacerdocio levítico, con toda la parafernalia que arrastra; el nombramiento de un Sumo Sacerdote que entraría una vez al año al lugar santísimo para conversar con Dios y para el perdón de los pecados de los judíos, exclusivamente y a pesar que los cristianos ya tenemos dicha comunicación con Dios y también el perdón de nuestros pecados por la sangre de Cristo.
Amigos judíos y musulmanes, más les valiera reconocer a nuestro señor Jesucristo como nuestro salvador, como el Hijo de Dios, como aquel que murió por nuestros pecados, como aquel que resucitó al tercer día y ascendió a los cielos y regresará muy pero muy pronto para recoger a su pueblo y destruir la Tierra con fuego. A qué viene tanto odio y rencor entre Uds. sino por codiciar, el uno lo del otro, lo que no tiene real significado en la presencia de Dios. La invitación es a arrepentirse de sus pecados para que Dios se los perdone y sean, como nosotros, verdaderos hijos de Dios con todas las prerrogativas que eso trae, para que el Espíritu Santo de Dios more en Uds. y puedan discernir, sin equivocarse, entre lo bueno y lo malo.

martes, 23 de noviembre de 2010

El mismo que inspiró al profeta a decir “…….Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros…….” Zacarías 4:9; es el mismo que inspiró a Jesús a decir sobre la tal casa: “…….no quedará piedra sobre piedra…….” Y las dos profecías se cumplieron al pie de la letra. El segundo Templo de Salomón fue reconstruido por Zorobabel cumpliéndose la profecía de Zacarías y este mismo templo fue destruido por los romanos, el año 70 DC, al mando del general Tito; cumpliéndose la profecía de Cristo. El muro de las lamentaciones, que queda hasta hoy, es parte de un muro de contención alrededor del Monte Moriá, que mandó a construir Herodes el Grande, y no es un muro del Templo de Salomón, como algunos creen.
Actualmente, los judíos, tienen la pretensión de volver a construir un tercer templo sobre la explanada del Monte Moriah, en donde se encuentra la Cúpula o El Domo de la Roca o Mezquita de Omar (la roca sobre la cual Abraham iba a sacrificar a Isaac) y en la misma explanada donde se encontraba el Templo de Salomón, se encuentra, también, la mesquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado de los musulmanes. Los judíos han preparado todos los utensilios que se usaban en el antiguo templo, la gran mayoría de oro puro. Algunos, aparentemente, son originales pero la mayoría han sido hechos con las instrucciones del Pentateuco. Sin temor a equivocarme, la pretensión de los judíos pasa por expulsar y destruir las mezquitas que están sobre el Monte Moriah con lo cual estarían, virtualmente, “guerra santa”.

lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Acogerse al Antiguo Pacto?


A tanto había llegado el descuido de Israel, con respecto al cumplimiento de la Ley, que los regaños de Dios, por dicha falta, no esperaban y de tantas que existen, por los profetas, hay la siguiente: “…….Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel…….” Malaquías 1:4. Pero el “Pueblo de Dios” nunca obedeció bien dicho acuerdo sino que transgredió, una y otra y otra vez, los preceptos de Dios. Finalmente mataron al propio Mesías que había sido enviado para redimirlos de pecado. Tal ofensa Dios no se las permitió e hizo que Jesucristo resucitara y por si fuera poco, lo hizo ascender a los cielos como lo atestiguaron más de 500 testigos. Los judíos, hasta hoy, lo niegan.
Pero el pueblo israelí no se persuadió de tan increible milagro y endurecieron el corazón hasta el punto que persiguieron a los cristianos obligándolos a esparcirse por todo el territorio conocido de ese entonces y con ellos la doctrina de Cristo. A pesar que Dios esperó una generación más para obrar su venganza, los judíos nunca se arrepintieron, hasta hoy, de haber dado muerte al Hijo de Dios. La historia nos cuenta que Jerusalén fue arrasada el año 70 después de Cristo y el templo de los judíos destruido hasta el punto que no quedó, como lo profetizó Cristo, piedra sobre piedra. Los judíos no tienen más ni el templo de Salomón ni el Arca del pacto que Dios hizo con ellos; significando, su desaparición, la rotura de dicho pacto. Llegado al 2010, los judíos se empeñan en seguir siendo lo que no son en Dios.
En el mismo estado están todos los que tampoco creen en Dios y menos en la salvación vicaria de la sangre de Cristo; pero Dios con su gran amor y misericordia, sigue extendiendo sus manos hacia todos los judíos contemporáneos y hacia todos los pecadores de todas las razas del mundo para que procedan al arrepentimiento de la comisión de todos sus pecados cometidos durante toda su vida, para perdonarlos. Tal es el amor de Dios para con los humanos que, pudiendo destruir el mundo en un santiamén, no lo hace porque espera -qué humildad- que todos procedan al arrepentimiento y empiecen a vivir una vida santa. Nosotros también esperamos el día en que no exista más el pecado en el mundo. Pronto llegará.
Ni los judíos ni los pecadores del mundo pueden ya más acogerse al Antiguo Pacto porque este fue cumplido por Cristo y por lo tanto, es obsoleto. Nos ha dado ahora un Nuevo Pacto, una nueva manera de vivir, que ha escrito en nuestros corazones para tenerla presente a donde quiera que vayamos; seamos judíos o gentiles; de manera que, virtualmente, no necesitamos que nadie nos diga quién es Dios; o si lo que he hecho, estoy haciendo o lo que voy a hacer es bueno o malo; porque todos tenemos el razonamiento de lo que debemos hacer y pensar a favor de Dios y seremos juzgados por dicho razonamiento y los que razonaron que, lo que iban a hacer era malo y lo hicieron, a sabiendas que era malo; serán juzgados por dicho razonamiento y no tendrán excusa. Haciendo cosas buenas habrá recompensa.

domingo, 21 de noviembre de 2010

No pueden ni deben ser descuidados.



No pueden ni deben ser descuidados.
La fe y la buena conciencia son elementos importantísimos del cristianismo, los cuales no pueden ni deben ser descuidados so pena de padecer pérdida irreparable de nuestra condición de santos. Ya lo advirtió el apóstol Pablo cuando dijo: “…….manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron, en cuanto a la fe, algunos…….” 1 Timoteo 1:19. No crea el cristiano actual que nuestro estado, mientras estamos en la carne, permanecerá con nosostros per sé; es impresindible advocarse a su cuidado y uso correctos. Hay quienes piensan que la fe puede ser usada para absolutamente todo y aunque tienen buenas intenciones, no bastan estas para hacerlo de manera correcta. Necesitamos preguntarnos una y otra vez si lo que pretendemos con el uso de la fe es justo o no.
Expresiones como: “Tengo fe en sacarme la lotería”. “Tengo fe que me dará el sí”. Tengo fe en comprarme ese Mercedes Benz”. Son expresiones de una posición egoista de nuestro ser y una aplicación inadecuada de lo que es la fe. La fe, básicamente, es el estado del alma en el cual, la certeza de la existencia de Dios y su manifestación, son conceptualizadas por el individuo hasta el punto de generar una transformación radical, una conversión absoluta que instituye un nuevo modo de vida que ha de perpetuarse hasta nuestra muerte. Es en el camino en donde, por numerosos motivos, el hombre permite ser engatusado por satanás hasta el punto que naufragamos, como lo estipula Pablito en su epístola a Timoteo.
Otra de la particularidades del engaño de don sata, se centra en desviar la habilidad del Espíritu, que mora en nosotros, para inducirnos a creer que ciertas “actitudes” no son pecaminosas ni llevan, en sí mismas, carácter de maldad y es por eso que el cristiano verdadero sucumbe ante este vil engaño porque “cree” que ciertas prácticas son inocuas. Cosas como: Un cigarrito, una cervecita, un bailecito, unas muchachitas y así sucesivamente; engañándonos a nosotros mismos y tratando de minimizar, lo más posible, nuestros actos; nos vamos envolviendo en la vorágine monstruosa del pecado y virtualmente no nos daremos cuenta de ello hasta que realmente sea muy pero muy tarde.
Contra este tipo de cosas es necesario estar atentos en todo lugar y en todo momento. Es importantísima la comunión de los santos; no solamente los días domingos sino, si es posible, a cada instante; porque entre nosotros, si alguien cojea, el otro lo sostiene; no así cuando el cristiano se encuentra solo y desvalido y es “cristiano” solo los domingos. La oración tiene mucho que ver también para no ser engañado. La lectura de las Escrituras, su meditación, su reflexión, la conclusión después de la meditación. La predicación, la enseñanza, el ejemplo, la buena palabra, el buen gesto, la cordialidad, la templanza, la alegría, la consolación. La suma constante y continua de valores positivos que nos engrandezcan y engrandezcan a los demás. El cristianismo es un compromiso total.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Poseedores de la verdad.



Ciertamente que los cristianos nos encontramos, siempre, entre la espada y la pared cuando tenemos que confrontar, cada día, el mundo que nos rodea; con la mayoría de gente entregados, abiertamente, a toda suerte de pecado y corrupción. No existe diferencia fundamental entre los cristianos de hoy, confrontados al actual mundo de pecado y el justo Lot del cual se dice: “…….porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos…….” 2 Pedro 2:8. ¿Cómo hacer frente a esta contingencia? Básicamente conservar nuestra santidad no sucumbiendo a la multitud de proposiciones pecaminosas que tienden a arrastrarnos a la destrucción. Antes bien debemos de ser ejemplos para los que nos rodean natural o circunstancialmente.
De ahí la necesidad perentoria de no cejar en construir, en nosotros, un espíritu noble que se sujete, incondicionalmente, a las instrucciones de Dios; única garantía de salir incólumes en nuestra confrontación diaria con el mundo que corre, desenfrenado, al abismo de la perdición. En lo que nos compete, dentro de esa confrontación; el mantener nuestro carácter de cristianos debe prevalecer a toda costa y, en tanto y en cuanto existan quienes, de alguna manera, lo entiendan; ese es el momento en el que damos pasos ciertos para exponer, indudablemente, la excelencia de Dios en todas las instancias. Recordemos que somos poseedores de la verdad verdadera porque, lamentablemente, hay “verdades” que no lo son. Herejías que, muchas veces, han calado en algunos que eran de los nuestros. Las divisiones eclesiásticas surgen, normalmente, de opiniones personales o, mejor dicho, de intentos de sobreedificar, de mala manera, sobre el fundamento de Cristo.
1.       Las aflicciones y los pesares que el mundo nos causa a cada instante son sopesados y considerados por Dios porque Él puede ver en nosotros la extensión de su propio sentir y se identifica plenamente con nuestra angustia y no la desechará sino que la está acumulando para el día de juicio en donde en donde explayará su furor en contra de todos los que nos afligieron con sus tropelías. Es por eso que nos insta a no tomar cartas en el asunto tratando de solucionar, con violencia, los exabruptos de la gente sino que con toda paciencia procuremos encausar los sentimientos de las personas hacia sus pies. En todo caso hemos de recordar que la venganza es de Él y solamente de Él. Mal haríamos en hacer justicia por nuestras manos. Deuteronomio 32:35 “…….Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo su pie resbalará, Porque el día de su aflicción está cercano, Y lo que les está preparado se apresura…….” Romanos 12:19 “…….No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor…….” Hebreos 10:30
“..….Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo…….”

Las peores personas que pueden existir en el mundo son quienes, habiendo conocido la gracia del Señor, se volvieron nuevamente a la comisión de pecados usando las Escrituras que aprendieron y torciéndolas para su propio beneficio, justificando sus barbaridades, virtualmente, con la Biblia en las manos. De ahí la importancia, del común de los mortales, de tener una mente crítica contra las innumerables “oportunidades” de cambiar su vida que nos ofrece el mundo religioso, como si de un mercado se tratase y oh sorpresa, hay quienes las consumen indiscriminadamente. El Espíritu Santo de Dios está a nuestro servicio; tal es la humildad de Dios. Él nos dirá exactamente el camino por donde debemos andar. No despreciemos el dictado de su voz…….
Los quiero mucho. Que el señor Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin…….

jueves, 18 de noviembre de 2010

Él siempre está ahí.


El libro de Lamentaciones plasma, en toda su intensidad, el dolor de un pueblo que, habiendo tenido todo, ya no tiene nada, porque tener todo es tener a Dios y no tener a Dios es no tener nada, aunque todo se tenga. “…….!!Cómo oscureció el Señor en su furor a la hija de Sion! Derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel, Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su furor…….” Lamentaciones 2:1. Cada uno de los versos del libro de Lamentaciones de la Biblia nos habla del dolor que se siente cuando Dios está ausente y ya no nos ampara, aunque estemos amparados. Perder la consideración de Dios es sumirse en la noche más oscura de nuestra vida, aunque haya luz.

A Dios se le pierde por muchas razones; todas nuestras. Cuando perdemos a Dios, la mayor de las veces, nos damos cuenta, muy tarde, de la necedad de nuestro andar y prácticamente no hay remedio. No hay nada peor que perder la esperanza y encontrarse abatido en cualquier lugar. Todo lo sabemos a infierno y los consuelos no consuelan. Qué amargura, qué dolor, qué congoja, qué tristeza sin fin. No hay a dónde ir, aunque sobran los lugares; no hay con quién hablar, aunque nos hablen; no hay de qué reír, aunque todos festejen; no tenemos qué decir, aunque queramos. Estar sin Dios es no vivir, aunque se viva. Sin Dios no tiene sentido vivir porque es vivir sin sentido; es vivir por vivir. Qué pena.

Recrearse en Lamentaciones es repasar el sentimiento de los que ahora sufren por haber desechado a Dios en sus vidas; por no haberlo tomado en cuenta en ninguna de sus acciones, es haberlo conceptualizado de manera antojadiza y es haberlo menospreciado minimizando su actuar en nosotros hasta hacerlo desaparecer, aunque Él siempre está ahí. Cuan triste se pone mi Dios cuando ve que lo abandonan y desprecian la sangre de su Hijo; tan triste como el que añora su cuidado cuando ya no lo tiene. Indefectiblemente el diablo es atrozmente malo y perverso porque, cuando así nos ve, se regodea de contento y con malicia ríe al ver nuestro sufrir, disfrutando su triunfo sobre el bien y nosotros como sus secuaces, confundidos y traicionados, vueltos unos esperpentos, como vómitos grotescos.

Si acaso aun alguno, por esperanza clama, la misericordia de Dios se inflama y extendiendo sus potentes brazos, nos aúpa y apapacha auxiliándonos mientras nuestro llanto enjuga. Qué hermoso, gozoso y seguro es estar bajo su cuidado y que el diablo no nos alcance nunca. Los malignos serían perdonados, todos los homicidas, ladrones y adúlteros. Los fornicarios y prostitutas, los maricones y las lesbianas, los indecentes y los corruptos, los pederastas y los estruposos, los maldicientes y los hipócritas, los mentirosos y los calumniadores. Hasta los judíos que mataron y siguen matando a Cristo serían perdonados. Porque Dios no desecha al alma contrita, ni el corazón compungido, ni al hombre arrepentido de sus pecados sino que lo perdona por causa de la sangre de nuestro señor Jesucristo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

No más nuestra voluntad.


El tiempo de la manifestación de la palabra de Dios, por medio de la predicación, llega al hombre de manera precisa e inequívoca; ora que la quiera escuchar, ora que no. Ora que por una o por varias veces; siempre se manifiesta hasta de manera inconsciente; como cuando el malo a su hijo dice: “no hagas eso”; porque su conciencia (que viene de Dios) le dicta lo que conviene, no solo a él. O cuando el bueno increpa a su prole también: “no es bueno mentir hijitos”. Así también Pablo, escribiendo a Tito, reconoce que hay un debido tiempo en el que Dios se manifiesta al hombre, como cuando dice: “…….y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador…….” Tito 1:3. Reconocer esto tiene la implicancia de visos de perpetuidad.
En tanto y en cuanto el hombre su muestra ávido por escuchar las manifestaciones de Dios a los hombres, en todas las instancia, en esa misma medida es que Dios regala de su Espíritu, a los hombres, sin medida. Porque a Dios lo escuchamos o no lo escuchamos; pero cuando lo escuchamos, la condición debiera ser que lo escuchemos de por vida, en todo. ¿No es así que nos convertimos, verdaderamente, en instrumentos en las manos de Dios? Y si nos convertimos en instrumentos en las manos de Dios ¿Acaso será conveniente regresar para seguir haciendo lo nuestro? Ciertamente que no. Qué tontería, qué desperdicio, qué desprecio. Andar en las manos de Dios nos asegura la herencia de poseerlo todo y cuando decimos todo, realmente es todo; porque a Dios le place entregarnos todo.
Muy diferente es la suerte de los que se rebelan en contra de Dios para cometer, con avidez, toda suerte de pecado. Qué desperdicio, qué irresponsabilidad, qué tontería. La insistencia que le imprimimos al cometido de Dios de extender su gloria a todos, nos habla de su paciencia y de su amor para con todos. Muchos de los que quieren ser “dioses”, ya hubieran destruido la humanidad, hace pocotones de años y se hubieran hecho una a su medida, conforme a su semejanza. Para estos “lo principal” es ver cumplidas sus concupiscencias. Para ellos Dios hará juicio en donde los dejará convictos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.
La Iglesia de Cristo la conformamos todos aquellos que alguna vez fuimos impíos como el que más y aunque nos avergüenza nuestro pasado, nadie puede avergonzarnos porque hemos recibido la misericordia de Dios quien nos ha perdonado de todos nuestros pecados y nos ha dado la renovación de su Espíritu, el cual posemos todos. Estamos libres de pecado porque nos los ha perdonado a través de la sangre de nuestro Señor Jesucristo quien murió en la cruz por nosotros, por nuestros pecados. Bendito sea Dios y bendito sea su santo nombre. La vida se acaba inexorablemente y en el más allá, cuando no haya más esperanza de vida, será muy tarde para tomar la decisión que debemos tomar hoy.

martes, 16 de noviembre de 2010

Este mundo se va a pique


La necesidad que tienen de Dios, los que padecen, es perentoria y es fe del hombre de Dios velar por cubrirla. El tiempo que tenemos para predicar es corto y los días son malos (Ef. 5:15-17). Es importante reconvenirnos, a nosotros mismos, acerca de la necesidad de clamar a nuestro Dios, en principio y ponernos manos a la obra en la consecución de coadyuvar a Dios en la obra redentora de nuestro señor Jesucristo. No seamos necios, como lo fue Jonás en su momento, que necesitó que un pagano le avisara acerca de su responsabilidad de clamar a nuestro Dios por la salvación de todos. Dice en Jonás 1:6 “…….Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos…….” Sin lugar a dudas, hay quienes nos necesitan urgentemente.

Es importantísimo que conceptualicemos la figura metafórica del atalaya, que salvaguardaba las fortalezas, con la realidad de nuestro cometido como cristianos delante del mundo, como salvaguardas de la integridad de los humanos. Es nuestra responsabilidad avisar a todo el pueblo las acechanzas de nuestro común enemigo, el diablo; pues bien dice la Palabra: “…….Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…….” (1 P. 5:8). Pero algunos por su nonatismo y otros por su infantilismo espiritual, no se persuaden de las acechanzas de nuestro enemigo y son fácil presa de él; pero nosotros, los que avizoramos su embestida desde lejos, tenemos que advertirles.


Hay millones de maneras de predicar porque el Espíritu de Dios nos asiste en esa tarea. Lo que tenemos que hacer es sintonizar adecuadamente nuestro receptor espiritual para que, en el momento adecuado y según su concejo, abramos la boca en su nombre y para que al abrirla tengamos la autoridad debida, siendo escuchados, aunque sea a regañadientes. Evidentemente que primero tenemos que hacer de nosotros un dechado de virtud o por lo menos, en aquello que hablamos, podamos ser tomados como un ejemplo. “.......Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren........” (1 Ti. 4:16). Una cosa muy diferente sería tratar de pontificar siendo pecadores nosotros.


No seamos ociosos sino que hagamos con diligencia la encomienda de Dios. Si por medio de la predicación de cada uno de los cristianos una sola persona se convirtiera, por cada cristiano, por año; todo el mundo pudiera ser convertido en menos de 10 años. Pero esa no es la realidad, lamentablemente. Como quiera que sea, no nos durmamos como Jonás en el fondo del barco que se hunde; porque para todos es patente que este mundo se va a pique y no hay nada que lo detenga pero si por ventura se salvasen algunos por nuestra predicación, albricias, enhorabuena. Vamos a despertarnos, clamemos a nuestro Dios para conquistar el mundo para Dios y ejercitémonos con ahínco y pundonor en la noble tarea de arrancar de las garras de satanás a quienes han sido tomados como prisioneros.


Es muy lamentable que, para la Iglesia y para el mundo, aun existan hermanos que, después de muchos años, aun persistan en pecar; y no hablamos de pecados ocacionales sino de pecados reiterativos que no tienen ya razón de ser y que arrastran a otros a justificarse en la comisión de los propios. Particularmente he escuchado, en conversaciones de personas, propias y extrañas, decir cosas como: “Ese “hermanito” esta más perdido que el diablo”. “Si así son los cristianos, para que me voy a convertir”. “Dice que es cristiano y tiene dos mujeres”. Como estas frases, quizá muchos de nosotros hemos escuchado otras tantas y seguramente que las seguiremos escuchando. Debemos tener en cuenta que no debemos ni podemos ser tropiezo de nadie y no permitamos que nadie sea tropiezo nuestro. Recordemos como Jesús increpó al propio apóstol Pedro, a quien amaba, cuando este quiso ser su tropiezo: “.......Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.......” Mt. 16:23.


¿Como podemos tener la pretensión de convertir al mundo si nosotros mismos no estamos totalmente convertidos? Una cosa es ignorar las profundidades de Dios y otra muy diferente es conocerlas y seguir pecando. A los que todavía siguen preguntando las mismas preguntas durante largo tiempo; Lucas, en Hebreos, los increpa duramente cuando les dice: “.......Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.......” He. 5:12. Debemos tener en cuenta, también, que la ignorancia de la Palabra de Dios, no es una justificación para poder pecar y mucho menos para seguir pecando; porque si así fuera, los que no son cristianos estarían justificados delante de Dios; pero no lo están, porque el Espíritu Santo de Dios redarguye, a todo mortal, por la comisión de cualquier pecado.


Recordemos que la conversión es una carrera que tiene que ser corrida con paciencia y perseverancia como lo dice He. 12:1: “.......Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.......” En este punto hemos de identificar cuál es aquel peso al que alude el autor de Hebreos. Fijémonos que el autor hace una diferenciación entre peso y pecado. El peso es la congoja que produce el haber pecado sin haberse arrepentido y el pecado que nos asedia son las oportunidades diarias que tenemos para pecar. Eso es parte de la carrera del cristiano y dependiendo del mayor o menor tiempo que nos tome la resolución de nuestro conflicto con el pecado, es que pasaremos a mayores y mejores resoluciones, como la de, por ejemplo: Estudiar más concienzudamente la Palabra del Señor.


Pedrito resume bien este conflicto cuando nos instruye en 2 de Pedro 3-10: “.......Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.......” El término de nuestra conversión puede comprobarse cuando no pecamos jamás; como lo dice Pedrito en este último verso: “.......porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.......”


Los quiero mucho. Que nuestro Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

lunes, 15 de noviembre de 2010

“…….no había allí nadie…….”


Parece mentira que, hasta hoy, existan personas que duden si Dios puede o no hacer tal o cuál cosa y con dicha falta de fe detienen, con injusticia, la verdad. En tiempos del profeta Eliseo, la ciudad de Samaria fue sitiada por el ejército de los sirios, al mando del rey Ben-adad. Fue tanta el hambre que una cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata. Tanto fue el apetito que, las madres, empezaron a comerse a sus hijos. En estas circunstancias, el rey de Israel mandó a sacarle la cabeza a Eliseo y este, en respuesta, les profetizó que, al día siguiente, sería liberada Samaria. Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, se burló de la profecía y Eliseo le dijo que lo vería pero que no se beneficiaría y así fue.
El ejército de Siria huyó, en estampida, aterrorizado porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército y unos leprosos judíos que se aventuraron, al anochecer, para ir al campamento de los sirios; llegaron a la entrada del campamento de los sirios y no había allí nadie. Los sirios se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba. Al mandar, el rey de Israel, a unos mensajeros para verificar lo que los leprosos decían, estos los siguieron hasta el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado por la premura. Al príncipe que se burló, el pueblo le atropelló a la entrada, y murió.
Como este relato histórico, existen cientos en la Biblia que hablan, indudablemente, del poder de Dios y sus maravillas. Como si esto fuera poco, Dios nos habla por medio de las cosas hechas, de modo que no tenemos excusa para no creer. Nosotros, los cristianos, somos, en cierto sentido, como los leprosos que, encontrándose con muchas riquezas en medio del campamento de los sirios, nos persuadimos de la necesidad de comunicar, a todos, del beneficio que hemos encontrado. Porque lo que hemos encontrado en Dios es un beneficio y una riqueza tan inconmensurable que podemos hacer ricos a todo el mundo y nuestra riqueza no mermaría un ápice. Vengan, de una vez y enriquézcanse por demás…….
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Hay quienes no quieren entender ni por las buenas ni por las malas porque se echan a la espalda los buenos mensajes, y la disciplina que Dios les impone, los hacen más duros hasta que, no existiendo más remedio, Dios los elimina en un santiamén, dejándonos a los testigos anonadados, turulatos y perplejos. Bendito sea Dios y bendito su santo nombre. Enhorabuena haber recibido, sin merecerlo, la condición de ser sus hijos.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Los desechados y los escogidos



Aunque los mandamientos de la ley de Dios se circunscribían, básicamente, en Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, existían numerosísimas ordenanzas que tenían que ser observadas por los judíos, obligatoriamente, hasta Cristo. Son 613 los mandamientos y ordenanzas de la Ley de Dios las que fueron, virtualmente, resumidos en dos mandamientos escuetos que dijo Jesús; a saber: “…….Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas….” De manera que si cumplimos estos dos mandamientos, no pecaremos.
Lo trascendental, entonces y en este punto, es el cumplimiento de la profecía de Jeremías 31:31-33 que a la letra dice: “…….He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo…….” Lamentablemente, quienes fueron el “Pueblo de Dios” no recibieron al Mesías sino que lo mataron, como todos sabemos.

Entonces los desechó para siempre y escogió a otro pueblo; los gentiles, es decir, todos los que no eran el “Pueblo de Dios” o el pueblo judío. Pero hubo un remanente fiel del pueblo hebreo que sí recibieron al Mesías y se convirtieron a él para ser el verdadero Pueblo de Dios y ellos integraron a los gentiles, por revelación, para compartir con ellos la bendición de ser verdaderos hijos de Dios. Dios profetizó que escogería un nuevo pueblo, como se relata en Deuteronomio 32:21 “…….Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata…….” Pablo lo dice en Romanos 10:19.

El pueblo judío y el mundo entero que hace caso omiso al dictado que Dios les hace, a través de sus conciencias y de las cosas creadas, para que sepan y disciernan lo que es bueno de lo que es malo, no tienen ninguna excusa delante de Dios para exculpar sus pecados. Como dice la Escritura: Romanos 1:20 “…….Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa…….” Y  Hebreos 8:10, 11 “…….Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos…….”