Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 13 de junio de 2011

"Gracia, misericordia y paz"



Cuando Pablito le escribe a Tito, lo hace asumiendo su condición de siervo de Dios y apóstol de Jesucristo y deja, de esta manera, establecida su autoridad; no solo delante de Tito sino delante de todos los hombres. La salvedad y sumisión expresada le otorga un poder mayor que el que pueda ostentar cualquier mortal sin Dios. Ser siervo de Dios es un privilegio reservado para unos cuantos y, sin embargo, a disposición de todo aquel que lo quiera recibir; implicando con esto la disposición de ponerse bajo la voluntad de Dios. Un siervo de Dios es alguien que permanece atento a los dictados de Dios, que escucha su voz, que lee y escudriña su palabra. Alguien quien consulta, en todo momento, la dirección que deben tomar sus asuntos; alguien quien, virtualmente, no se equivoca y no tiene miedo de hacerlo porque se sabe uno con Dios y con nuestro señor Jesucristo. Alguien, quien puede sufrir la muerte sin menoscabo de su solicitud por seguir sirviendo, dándose a los demás. La fe, en este caso, juega un papel preponderante que debe ser alimentado constantemente, so pena de debilitarse espiritualmente y caer por el acecho del maligno, quien constantemente nos requiere, a sabiendas que por medio de nosotros, la verdad y piedad de Dios, se difunden libremente.


Saber, conocer, conceptualizar y hacer nuestra la realidad de la vida eterna nos otorga una esperanza de vida que se trasluce, sin ningún esfuerzo, en nuestra vida, nuestros pasos, nuestras miradas, nuestra risa, nuestra voz y hasta en nuestro aliento. El común de la gente lo percibe, también, en nosotros sin ningún esfuerzo y aun cuando no pueden explicar la naturaleza de nuestro buen talante, la realidad es que están frente a un hijo de Dios y eso no puede pasar desapercibido; debemos aprovechar esta circunstancia para la difusión del evangelio entre los inconversos. Dios no miente, es veraz por antonomasia y nos ha transmitido esta verdad para que nosotros vivamos con la esperanza de despertarnos a una vida nueva en donde la justicia reine en todas partes. El mundo sufre por las injusticias de quienes no quieren escuchar la voz de Dios que reverbera en todos nosotros, los humanos, desde que entramos a la pubertad. Dios se comunica con nosotros a través del corazón y lo hace para que nadie tenga justificación para excusarse, a la hora del juicio final, diciendo que no sabía que las cosas eran así o que nadie les dijo acerca de actuar con justicia o no. Son nuestros razonamientos quienes nos justificarán o condenarán, porque ellos nos impelen a actuar bien o mal.


La esperanza de la vida eterna es un regalo de Dios para todo aquel que quiera escuchar su palabra; no solamente la que nos transmite a través del corazón sino la que está escrita desde tiempos inmemorables. Esa que nos habla de la historia de la humanidad y de cómo el hombre fue constituido sobre la Tierra; de cómo el pecado entró en el mundo y de cómo podemos sustraernos de su fatal influencia. Quien oye la voz de Dios en su corazón tiene el deseo de escudriñar las profundidades de Dios y recrearse con admiración y gratitud de todo aquello que Dios ha hecho a favor del hombre y de cómo la grandeza de su amor se manifestó a los hombres en la persona de Cristo; de cómo los suyos (el pueblo de Israel) no lo recibieron; de cómo lo mataron crucificándolo; de cómo resucitó de entre los muertos; de cómo subió a los cielos; de cómo adoptó a su nuevo pueblo (los cristianos) desechando a los israelitas. Tantas, tantísimas cosas son las de Dios y tan grande es el solaz que podemos darnos con ellas que, una eternidad pareciera poco para regocijarnos de la excelencia de su magnanimidad, amor y poder, porque Él mismo excede la propia eternidad. La encomienda de la predicación de su palabra es un reto que debemos aceptar porque en su consecución encontramos la esperanza de vida eterna también.


Hay que reconocer siempre a quienes se destacan en la práctica de la fe pues estos se constituyen, por antonomasia, en columnas de la Iglesia de Cristo y referencias vivientes de lo que debe ser un cristiano verdadero porque (tristeza me da decirlo) hay quienes fingen serlo, ignorando que acarrean para sí el ardor de la ira de Dios que caerá sobre ellos destruyéndolos en cualquier momento. Es preferible sufrir el oprobio y la vergüenza por confesar nuestros pecados, que el besamanos de quienes se complacen a sí mismos de su incolumidad ficticia. Hay que desear, a quienes lo merecen, lo que Pablito deseo a Tito en su primera epístola: ".......Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro salvador......." Cuando deseamos buenas cosas para nuestros semejantes, virtualmente las estamos deseando para nosotros mismos; porque si mi prójimo tiene todas estas cosas, ello va tener un efecto multiplicador que, a la larga o a la corta, será también para mi beneficio. ¿Se ha puesto Ud. a pensar qué sería de nuestro mundo si todos actuaran con gracia, misericordia y paz? Regresaríamos al paraíso y la muerte desaparecería. Es por esto que nuestro Señor Jesucristo resucitó y todos los que creemos en Él también resucitaremos. ¿Estás entre nosotros?.......







sábado, 11 de junio de 2011

El día del Señor vendrá.



Pedrito, lo que quiso y lo que quiere, en 2 de Pedro 3, es despertar en nosotros nuestro entendimiento y para hacerlo nos exorta con muchísima solicitud, como quien sabe de nuestra necesidad de mantenernos en la perspectiva correcta de tener un limpio entendimiento de las cosas del Señor y nos advierte que en nuestro camino hay quienes no solamente pecan, sino que se burlan de quienes no andamos en sus tropelías; añadiendo con esto más fuego sobre sus cabezas, porque es fuego lo que vendrá sobre la Tierra en el día del Señor. Las cosas ya no están como antes en este mundo y aunque aun hay quienes persisten en burlarse de nosotros (lo han hecho durante siglos), no podemos pasar por alto que este mundo y el espacio estelar, están dando señales inequívocas de un profundo cambio estructural que compromete seriamente nuestra supervivencia sobre ella. Entonces, los que se burlaban y aun se burlan hoy, comienzan a tener un rostro de gravedad frente a las circunstancias adversas de verse envueltos por las consecuencias de los cambios que padecemos como mundo. Esto es bueno, pero sería mucho mejor si, junto con la preocupación que proviene de los cambios estructurales del mundo, se preocuparan también de la conmoción espiritual que padecen, en su fuero interno, por mantener una conducta reprochable delante de Dios y de los hombres. Precisamente, Dios hace esto a cuentagotas para que el hombre común torne su mirada hacia él y extienda su mano cogiendo la de El para salvarse.


En el tiempo antiguo, todos sabemos, el mundo se inundó de agua totalmente y solo se pudieron salvar ocho personas. Noé profetizó este acontecimiento durante ochenta años y nadie, excepto los ocho, se persuadió de este terrible acontecimiento sino hasta cuando estuvieron con el agua hasta el cuello. Ahora, el acontecimiento de la fundición del mundo, es algo que los cristianos venimos predicando desde hace más de dos mil años y la gente no se persuade como debiera, no; siguen cometiendo con avidez toda suerte de pecado y se burlan de quienes no andamos como ellos, pero no les durará mucho porque: ".......el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas......." La imaginación es privativa de todos los hombres y por tal razón le invito a ejercitarla para que tenga una perspectiva correcta acerca de lo que ese acontecimiento será, en un futuro no muy lejano. Quiero que agarre una caja de fósforos y que encienda un fósforo para que luego mire cómo queda después de haber sido encendido; pues así quedará el mundo y el universo entero después que sea quemado y lo será en el mismo tiempo que toma un fósforo en consumirse. ¿Anhelamos los cristianos este acontecimiento? Ciertamente que no, lo que anhelamos  es lo que vendrá después; para nosotros la fundición del mundo es un asunto circunstancial y pasajero.


La razón de nuestra solicitud para con Dios es por causa de la promesa que nos ha hecho con respecto a lo que sucederá con nosotros después de este terrible acontecimiento y es por eso que, bien vale la pena, andamos y nos conducimos como si no fuéramos de este mundo, despreciando la carne y tratando de conducirnos de una manera piadosa delante de Dios y los hombres. La morada de la justicia no es de este mundo, este mundo ha sido condenado al fuego, precisamente, por las injusticias que en ella se cometen, y si no queremos (y no queremos) padecer este terrible acontecimiento, acojámonos a la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo para librarnos del pecado que nos acecha y esperemos con paciencia, también, la venida del Señor. La razón por la que no se ha destruido el mundo aun, es porque Dios está esperando que todos procedan al arrepentimiento; pero, por causa de los que esperamos, Dios los precipitará muy pronto. ¿No somos millones los que lo sentimos? ¿No es el Espíritu de Dios quien nos lo dice directamente a nuestros corazones? ¿No es por eso, y por los que aun no han escuchado, que prorrumpimos de muchas maneras tratando de persuadirlos de lo que ha de venir? Es el Señor que habla a través de nosotros, de modo que si nos rechazan, es al mismísimo Dios a quien rechazan. ".......Cuando estas cosas empiecen a suceder, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención......." (Lucas 21:28). 


Como todos los cristianos sabemos, el diablo, como león rugiente, está buscando a quien devorar, y son tantas y tan múltiples su artimañas, que no dan sosiego ni a diestra ni a siniestra, y es por eso que debemos estar vestidos con el apresto del evangelio; la única y mejor manera de prevenir los ataques del maligno. Él no descansa en su cometido, no come ni duerme, solo se preocupa de hacernos caer, y no cejará de hacerlo sino hasta que caigamos, y es por eso y es ahí en donde radica la razón de nuestra perseverancia, nuestra constancia, nuestro preocupación, nuestro desvelo. La temporalidad de la vida no vale la pena para que la perdamos siguiendo al mundo y lo que nos ofrece. Ya nosotros hemos padecido las consecuencias de nuestros pecados y no queremos que, quienes no han sido salvos, las tengan que padecer innecesariamente. Prende un fósforo y mira cómo se va a consumir el mundo, y medita bien dónde quieres estar para cuando esto acontezca. El deterioro del mundo y su entorno seguirá sucediendo, cada vez con mayor dramatismo. No esperemos que las aguas lleguen a nuestra puerta antes de habernos encomendado a nuestro Dios, no esperemos hasta que veamos venir al fuego corriendo hacia nosotros en tropel. Escucha su voz en el silencio de la noche y sobre tu cama; medita, compara, piensa, escudriña, estudia los acontecimientos, estudia la Palabra, haz obra de evangelista. Lejos de cometer pecado, dedícate a rescatar las almas de los perdidos. Dios también, en su suprema sabiduría, tendrá compasión de ti. Los quiero mucho.