Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

jueves, 20 de octubre de 2011

Los burladores


Dos son las características de los burladores: Andan según sus propias concupiscencias (2 Pedro 3:3) y según sus malvados deseos (Judas 1:18). Siendo esto así, el burlador es, realmente, un pecador. No importa la clase de burla que haga ni dónde ni cuándo ni con quién ni de quién ni de qué; su intención siempre será poner en ridículo a alguien o algo; peor aún si ese alguien es Dios.
Hay dichos festivos y graciosos que se popularizan en ciertas culturas y de tanto ser mencionados por el común de la gente, pasan a ser parte de nuestra idiosincrasia; sin embargo, cuando las analizamos a la luz de la Palabra de Dios, podemos darnos cuenta que pueden hincar profundamente la susceptibilidad de muchos. Siendo así, es menester reflexionar acerca de lo que decimos y/o hacemos; podríamos darnos la sorpresa que somos unos grandes burladores.
Normalmente, las chanzas se dicen para recrear el ánimo de quienes las escuchan o como un ejercicio del ingenio. Sea de una o de otra manera el motivo por las que son dichas, hemos de cerciorarnos si no estamos ridiculizando a alguien al emitirlas y, de ser así, hacer los correctivos necesarios para enmendar nuestra conducta. Numerosas son las maneras de burlarse de alguien o algo; hay veces en las que se aparenta sinceridad al decir algo, pero realmente no se está hablando de veras. Eso es una chanza, una burla. No debemos practicarla. Es importantísimo analizar continuamente nuestra conducta.
Otras veces podemos decir cosas faltando a la verdad y también las podemos hacer, creer, pensar o discurrir. Cuando alguien interpreta un versículo bíblico para apoyar su punto de vista, sin seguir la verdad escrita; se está burlando de sus interlocutores y de Dios.
Otra de las formas de burlarse son las bromas pesadas que ridiculizan al que las recibe y son motivo de risa de quienes las escuchan. Muchas veces, para burlarse, el burlador entremezcla la verdad con la mentira y son tan refinados e ingeniosos en sus elucubraciones que provocan hilaridad instantánea si uno no se persuade. Muchas veces es cuestión de velocidad entre dejarse engatusar por quien emite la burla y nuestro discernimiento inmediato de lo que está por venir. La mayoría de las veces no nos percatamos de las diferencias, porque son muy sutiles, pero resulta que puede ser un ejercicio idóneo en nuestro discernimiento entre el bien y el mal. Las primeras veces que tratamos de tomar conciencia de este tipo de cosas, es probable que hasta nos riamos del “ingenioso” que se burló de alguien; peor aún si ese alguien es un miembro de la Iglesia. Este tipo de ejercicio nos ayudará a alcanzar la madurez cristiana y a hacernos aptos para las “viandas” de la Palabra. En Hebreos 5:14 dice: “…….pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal…….”
Es lamentable tener que reconocer que, entre los que predican la Palabra de Dios, hay un porcentaje considerable de predicadores que son burladores y convierten gran parte de su predicación en una chacota que la congregación celebra sin darse cuenta. Muchas veces, lo que sucede es que los predicadores ni siquiera se dan cuenta de su falta porque esa forma de ser la heredaron de su vida antigua sin persuadirse que, en términos generales, toda burla es un pecado. Cuando notamos esto en cualquier predicador, hay que hacérselo ver inmediatamente. Pero cuidado, no llevemos la espada para sacarle la cabeza o la soga para colgarlo, no. Esa también puede ser una ocasión para que nos ejercitemos en la mansedumbre, tal y conforme lo dice Pablito en Gálatas 6:1 “…….Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado…….” Quien descubre una falta, a quien sea, la ha descubierto porque, normalmente, no la practica y al no practicar la falta que ha descubierto, esto lo hace más espiritual, por lo menos, en ese punto.
El Espíritu de Dios, por medio de Pablito, nos dice que lo restauremos con espíritu de mansedumbre y hace la salvedad porque existen otras instancias de restauración en donde el espíritu que nos debe acompañar, para ejercitarla, ha de ser diferente. Algunas veces será necesario procurar una restauración por medio de la conminación y para hacerlo debemos ser muy fuertes y algunas veces hasta duros con el que pretendemos restaurar ya que no podemos ser mansos con los que persisten en pecar. Bien nos lo recuerda Pablito, también, en 1 Timoteo 5:20 que dice: “…….A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman…….” La mansedumbre en la intención de la restauración se usa cuando, el que cometió la falta, lo hece por primera vez; o cuando nosotros nos damos cuenta recién de su falta. No siempre, el que se da cuenta de la falta de alguien, es una persona perfecta. Muchas veces son perfectas en algunas cosas, pero no en todas. Esta es la razón principal por la que debemos usar este espíritu de mansedumbre cuando descubrimos una falta a cualquiera, ya que si somos débiles en algunas cosas y fuertes en otras, no nos sorprendamos que seamos maltratados cuando se descubre una falta en nosotros.
Hay que tener bien en cuenta que, nuestra felicidad, nuestro gozo, nuestra alegría, nuestra dicha y regocijo provienen de ser uno solo con Dios, en Cristo Jesús y no de jolgorios causados de burlas de cualquier especie; estas devienen en vacuidad que de nada aprovecha. Dejemos de lado aquella forma mordaz de entretenernos para abrazar esta que se perpetúa en el tiempo y el espacio volviéndose eterna aunque tengamos que morir. Aquel que no escucha las reprensiones es un burlador y sabio el que recibe consejo. Dice Proverbios 13:1 “…….El hijo sabio recibe el consejo del padre; Mas el burlador no escucha las reprensiones…….”
Avancemos un poquito más en esta carrera que se nos ha impuesto y aprendamos a no burlarnos nunca más de nadie y a no reír con el que se burla de otros.
El Señor Dios todopoderoso bendiga su palabra en Uds., en el nombre precioso de nuestro Señor Jesucristo. Los quiero mucho…….

miércoles, 12 de octubre de 2011

Son de los nuestros.


La mejor manera de estar con Dios es con toda nuestra integridad. Que los conceptos que cada cual tenga, acerca de lo que es y significa Dios, es un asunto muy diferente al absolutismo de la fe. Mediante la fe que profesamos a Dios, nos sumergimos en sus profundidades y desentrañamos sus misterios en la medida en que Él nos los devela. Es probable que podamos conceptualizar algo como de Dios, sin ser de Dios. De ahí la importancia de compartir la Palabra y su interpretación; primeramente, con la Iglesia y cuando todos estemos de acuerdo en la mejor manera de interpretar, párrafos, versículos, capítulos y libros; tenemos libertad de predicar nuestro pensamiento a los demás, cuando comprobamos que es de Dios. La mejor forma de hacerlo es cuando este se ha constituido en el pensamiento de la congregación. 2 Pedro 1:19-21 nos dice: “…….Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo…….” Quiero resaltar la parte donde Pedro dice que: “…….no hay interpretación privada…….”, la interpretación tiene que ser de la Iglesia. Es probable que sea uno el que la descubra primero, pero tiene que exponerla a la congregación para que sea de todos. Por esta razón debemos confrontar nuestro pensamiento con el de Dios y su Palabra. De esta manera cobra más veracidad el significado de ser: “……. un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos…….”, según Efesios 4:4-6. Cuando tenemos un pensamiento relevante o que a nosotros nos parece relevante, para nuestra educación cristiana y la de la Iglesia; inmediatamente hay que remitir los créditos a Dios porque Él es el que nos inspira, ya que nosotros no somos competentes para pensar, por nosotros mismos, las cosas que son de Dios. Si somos competentes interpretando la sabiduría de Dios, debemos reconocer que nuestra competencia proviene de Dios. Así lo explica Pablo en 2 Corintios 3:5: “…….no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios…….” También es importante tener la predisposición de aprender algo nuevo y nunca pensar que ya lo sabemos todo. El gran problema de la disimilitud conceptual entre las Iglesias que se dicen de Cristo, radica precisamente, en que dichas disimilitudes fueron constituidas por gente que tuvieron concepciones personalizadas de una o varias escrituras y estructuraron, con eso, la base de organizaciones eclesiásticas en donde, la tal concepción, se impuso entre los seguidores como si de dogmas se tratasen. También debemos ponderar que, quienes tienen diferentes concepciones de Dios, no son nuestros enemigos, sino más bien, son de los nuestros manejando la verdad con diferente hermenéutica. Tampoco quiere decir que, todo el conocimiento que hemos adquirido, es todo lo que necesitamos. Cuando pensamos así, limitamos la profundidad de la inteligencia y la sabiduría de Dios. Evidentemente que, una mala hermenéutica, nos podría conducir a la perdición y, sí hay quienes se están perdiendo por una mala interpretación de las Escrituras o de quién es Dios; es nuestro deber conducirlos a la verdad antes de cerrar nuestras ganas de llevarlos a ella porque no piensan como nosotros. Por otro lado, debemos estar atentos a las revelaciones que Dios nos pudiera dar por medio de los que profesan a Dios, aunque estos no sean de nuestro grupo; es más, nuestra atención también debiera estar en aquellos que, sin profesar a Dios, Dios los pudiera usar para que nosotros podamos conocer algo más de su voluntad, ciencia y sabiduría. ¿No fue un burro el que le habló a Balaam en nombre de Dios? Si un burro habló a un hombre, de parte de Dios, ciertamente que las piedras también cantan la magnificencia de quien las creó. No en vano Cristo dijo a los fariseos: “…….Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían…….” porque le pidieron que reprendiera a sus discípulos porque clamaban a viva voz, cuando Jesús iba a Jerusalén montado en un pollino: “…….Bendito el rey que viene en el nombre del Señor…….” Lo peor de todo es que, este tipo de situaciones, las desestimamos y no le damos el lugar que se merecen. Dios se expresa a viva voz por medio de todas las cosas creadas. Si existen personas que creen en Dios y en nuestro señor Jesucristo, las creencias extrabíblicas que tengan, salen sobrando. Vamos a encontrar más dificultad en nuestra exposición, si las personas creen en Dios pero no en Jesucristo. La concepción y percepción que tenemos de la verdad, no puede ser vertida de sopetón, sin considerar que nuestros interlocutores traen consigo un bagaje de error que puede haber sido agregado a ellos de manera subrepticia y por largo tiempo; con lo cual, su arraigo puede ser muy profundo; de modo que, tenemos que conducirnos con precaución en la mayoría de los casos. Tenemos que ser como neurocirujanos que auscultamos, con un bisturí, las entrañas de un desorden cerebral que, supuestamente, produce desequilibrios en la conducta de un individuo cualquiera; con la salvedad que nuestro bisturí es la Palabra de Dios que nosotros hemos aprendido y que el desorden que hay que corregir está en los corazones de todos aquellos que creen en Dios pero que, junto con eso, tienen creencias producidas por la exposición a una mala concepción bíblica o causadas por asuntos extrabíblicos.
Una confirmación contundente, en referencia con la aceptación que debemos tener con quienes están a favor de Dios y/o Cristo, la podemos encontrar en Lucas 9:49-51 que dice: “…….Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es…….”
Los quiero mucho. Que el Señor Dios todopoderoso bendiga su palabra en Uds. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo…….