Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

martes, 23 de marzo de 2010

Son traidas a la luz



Salmos 93: “.......Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá. Firme es tu trono desde entonces; Tú eres eternamente. Alzaron los ríos, oh Jehová, Los ríos alzaron su sonido; Alzaron los ríos sus ondas. Jehová en las alturas es más poderoso Que el estruendo de las muchas aguas, Más que las recias ondas del mar. Tus testimonios son muy firmes; La santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre.......” Escribir sobre la majestad de Jehová requiere del auxilio del Espíritu Santo y el Espíritu Santo se manifestará en nosotros en la medida en que nosotros abramos nuestro corazón a Él. Mientras más predispuestos estemos en entablar una relación con Dios, más se manifestará su Espíritu en nosotros y podremos prorrumpir espontáneamente en alabanzas hablando de su majestuosidad eterna.


En este Salmo se nos habla, primeramente, que “…….Jehová reina…….”; es un hecho consumado y establecido, sin lugar a dudas y, si reina, es también nuestro Rey y nosotros sus súbditos. Cuando se dice que “…….se vistió de magnificencia…….” y lo creemos, también le atribuimos la potestad de su superioridad por encima de toda criatura. A Él nadie lo vistió de magnificencia; Él solo se vistió con su poder, “…….se ciñó de poder…….” Y junto con eso y muchas cosas más, “…….Afirmó también el mundo…….” Y Él es el único que lo puede mover. La firmeza de su trono es inescrutable, inconmovible. Nadie ha podido moverlo de ahí ni nadie podrá hacerlo, porque entonces no sería Dios. Él es eterno, no ha tenido un principio y, por lo tanto, no tendrá un fin. Absolutamente todo lo contrario de nosotros, quienes hemos nacido y tendremos un fin.


El salmista evoca a los ríos como manifestación de su poder porque, todos sabemos que los mismos no pueden ser detenidos por ninguna presa, por más pequeño que sea su cauce. Siempre los ríos se desbordarán y, aunque así lo hagan, ninguna manifestación extraordinaria de la naturaleza puede evocar el poder de Jehová. Él es más poderoso que todo el poder del universo. “…….Tus testimonios son muy firmes…….” Tan firmes son que prevalecen desde el inicio de la historia de la humanidad y nadie ha podido ni podrá cambiarlos. La santidad de Dios es el sino de su cometido y el estatuto de su casa, de su estadía del lugar en donde los santificados por la sangre de Cristo estamos. Él es nuestra esperanza de vida eterna, el regocijo de nuestro espíritu, el cometido de nuestra vida, la garantía de nuestra santidad y salvación. Bendito sea Dios por los siglos de los siglos…….


Si tuviéramos, todos nosotros, la oportunidad de declamar a una las excelsitudes de nuestro Dios; ni la pluma más ligera, ni el poeta más encumbrado, ni el compositor más inspirado pudieran nunca describir la verdadera apoteosis de nuestro Dios. Es tan grande su magnificencia que una retahíla de alabanzas eternas, de todos los seres vivientes, no lo pudieran describir en toda su magnitud y qué bueno que así sea, que bueno que Dios sea tan grande y magnifico que no lo podamos describir en toda su inmensidad. La plenitud de gloria que Dios tiene nos anonada, nos intimida y también nos regocija porque podemos decir, con orgullo: “.......ese es nuestro Dios.......” Cómo no confiar en Él, cómo no tener la seguridad de su protección, cómo no admirarnos de su poder, de su gloria y de su majestad. Cuán culpables, también, se hacen quienes desprecian aquel señorío de Dios, prefiriendo los recovecos y los intríngulis del pecado.


Cuando cualquier hombre establece, en su conciencia, que Dios es el que reina en el universo conocido y por conocer, y lo hace de manera absoluta, sin que quede duda de su supremacía en todos los estamentos de la vida y no atribuye despropósito alguno a todos sus designios; el tal hombre se constituye como su hijo, aceptando todos sus designios y rendiéndole pleitesía como el que más. Ya sabemos que habían gentiles que hacían por naturaleza lo que era de la ley  y aunque no tenían ley, por causa de su buen razonamiento o su mal razonamiento, serán juzgados, y estos los defenderán o los acusaran (Romanos 2:14-16). Del mismo modo todo aquel que, sin comulgar con los cristianos, razona hasta mejor que algunos cristianos, también serán juzgados por esos razonamientos. Lo más lógico y normal es que, todo aquel que hace cosas buenas, por naturaleza, escuchando la voz de Dios en su corazón, finalmente comulgará con los cristianos. No así el que mal actua.


No es recomendable que el hombre ande solo por el mundo sin tener comunión con los de su estirpe y es por eso que Dios, por medio de Jesucristo, estableció su Iglesia y a ella se han sumado todos los que bien, en Él hemos creído. Las revelaciones de Dios acuden al hombre en la medida en que este medita en su palabra. Es importante y necesario someterse al dictado de Dios en el corazón, pero tanto, o más importante, lo es también ponerse a los pies de quien maneja la Palabra con mayor autoridad; gente docta, dentro de la Iglesia de Cristo, hermanos que manejan los recursos espirituales con mayor habilidad de lo que lo hacen los neófitos. En todo caso y por lo menos, debemos estudiar, por nosotros mismos, las profundidades insondables de Dios y compartir nuestros alcances para que nuestra interpretación no sea privada (2 Pedro 1:20: “.......entendiendo primero esto, que ninguna profecía -entiéndase profecía como enseñanza también- de la Escritura es de interpretación privada). Si es el caso que nos deslumbramos con su poder y magnificencia; ¿Cuánto más lo haríamos si empezamos a escudriñar sus escrituras para conocerlo más y mejor?


Los recursos modernos con los que contamos hacen que nos maravillemos más y más de la creación. En los últimos años hemos sido sorprendidos por las imágenes más extraordinarias de las profundidades del cielo y las profundidades del mar también son traídas a la luz. Lo peor de todo es que hay quienes se hacen más necios en sus pensamientos porque, teniendo tan abrumadoras pruebas de su gloria y su poder, se empecinan en seguir negando su existencia elucubrando las más disimiles teorías sobre la fundación del mundo y el universo, las cuales cambian a su regalado gusto cuando Dios les muestra otra “perlita” que trae a bajo todo lo que teorizaron hasta ahí. Bien le dijo Pablito a Timoteo en 1 Timoteo 6:20: “.......Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia.......” Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......