Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

domingo, 30 de enero de 2011

¿Será correcto o no?

En toda la historia de la humanidad y en términos generales, el hombre ha hecho lo que le place, siempre, y bien sea que se haya equivocado o que haya sido certero, eso no lo ha amilanado en la consecución de sus propósitos. Hoy vemos, más que en otros tiempos, el conglomerado de vericuetos que ha tejido, a través de los años, para andar en ellos y para hacer que otros anden, la mayor de las veces, a regañadientes. El problema que siempre se presenta es que, casi nunca el hombre se cuestiona si lo que tiene planeado hacer, lo que está haciendo, o ha hecho; será, es, o fue correcto o no. Tan solo le basta conque para él sea "correcto" aun cuando para la mayoría no lo sea y viceversa. Hay cosas que son correctas y cosas que no, pero no es sabio que nuestra unidad de medida provenga de nosotros per se, porque todos, sin Dios, adolecemos de infalibilidad.

Sin embargo y a pesar de la tal limitación, el hombre continúa tomando decisiones que, no solamente se circunscriben a su ámbito privado sino que también atañen a otros hasta el punto de comprometer sus libertades y en esto me refiero a quienes tienen en sus manos decisiones de carácter social, es decir, que nos afectan a todos, para bien o para mal. También, hemos de decir, que aunque una mayoría opte por un camino, eso no es garantía que el camino sea el apropiado. Todos, de alguna manera, hemos experimentado el fiasco de una mayoría que tomó partido de algo, y fracasó. Quizá una de las más populares, desgraciadas e históricas decisiones garrafales, de una mayoría, fue la que hizo el pueblo judío al escoger a Barrabás, para que sea excarcelado, en vez de a Cristo. Entonces, es pertinente deducir que debe existir algo superior a nuestras fuerzas y entendimiento, que nos impele a tomar decisiones en un sentido o en el otro. Hay que investigar este tema.

Ahora bien, si nos remitimos a la historia como tal, podemos ver (sin lugar a dudas) que la conducta del hombre se está deteriorando, virtualmente, desde que el hombre es hombre, es decir, desde los mismísimos Adán y Eva. Este deterioro es persistente y continuo, no da tregua nunca y aunque hubieron, hay y habrán (seguramente) hombres probos, el destino de la humanidad es la de colapsar en manos de quienes siempre han hecho lo que les da su real gana, es decir, los mismos que actualmente nos "dirigen". ¿Qué hacer frente a esta contingencia? Porque, aparentemente, parece que no existiera solución inmediata, mediata o postrera; sin embargo la hay y esta está, precisamente, en el que es el mayor de los profetas, el Profeta (Hechos 3:22) por antonomasia, Cristo nuestro Señor.

El paradigma del hombre, por excelencia es, El sacrificio por el perdón de nuestros pecados (1 Juan 2:2). En Él se conjugan todas las virtudes del Universo, toda la gloria, todo el poder, toda la magnificencia, justicia, paz, perdón, humildad, verdad y podríamos seguir mencionando todas las virtudes y buenas propiedades de la excelencia humana y, La piedra que desecharon los constructores, las seguiría desbordando con creces. Siendo esto  así ¿a qué esperar para comprometernos en seguir sus pasos? Cualquier impedimento, por más grande que sea o parezca, es nimio y palidece frente a la realidad de Nuestro Cordero pascual (1 Corintios 5:7), quien con sus brazos abiertos nos espera para que nos fundamos con Él en uno solo con Dios. Cuando nos hacemos partícipes de la naturaleza divina, un Universo insondable se abre ante nosotros para que naveguemos sin la preocupación de nuestro pasado por más oscuro que haya sido.

En la opinión de cada cual, el camino que escoge es limpio, pero hay quien pone en una balanza dicha opinión y si no compaginamos con su criterio: dasarmonizamos, distorsionamos, desacordamos, disonamos, en otras palabras, pecamos; porque del que hablamos es de Dios, nuestro Señor; dechado de poder, justicia y perfección, desamparados del cual: medramos, desatinamos, enloquecemos. Si estamos en armonía con el poderoso, el justo y el perfecto; no se admire el marchante de convertirse (como Él) en poderoso, justo y perfecto también, de modo que el enemigo no pueda contra nosotros porque lo sojuzgamos poniéndolo a nuestros pies como cuando su Hijo lo puso al resucitar de entre los muertos. Bendito sea Dios y bendito sea su santo nombre. Gloria a su nombre y a la multitud de sus hazañas. Todo lo ha hecho perfecto y en su Hijo vendrá, nuevamente, a nuestro rescate y los ojos de los que no le recibieron le verán y se postrarán delante de su nombre, gimiendo y llorando (desventurados) la locura de los caminos recorridos y la eternidad de su perdición.

......Los quiero mucho.......