Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Madurez en el juicio.

Dice sobre el juicio, el diccionario de la Real Academia Española, en la primera de sus ocho acepciones: “…….Facultad del alma, por la que el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso…….”
Siendo el juicio, como es, una facultad del alma del hombre, no podemos sustraernos del imperativo de su uso. Juzgamos, virtualmente, todo, y nada se escapa a nuestro juicio, por lo menos, todo aquello de lo cual tenemos conciencia.
Todos los actos de los hombres son juzgados por Dios y los hombres juzgan sus propios actos y los de aquellos de los cuales toman consciencia. Todos los actos de Dios son buenos pero los de los hombres son buenos y/o malos. Siempre existe una definición en el valor de un acto y eso es por el juicio que le infringimos; todos somos responsables del juicio que emitimos sobre nuestros actos y sobre los actos de los demás, cuando juzgamos. Hay un juicio que es verdadero y ese es el de Dios; si queremos que nuestros juicios sean verdaderamente buenos, tenemos que remitirnos al juicio de Dios para encontrar infalibilidad en la emisión de nuestros juicios.
Dios provee al hombre de la capacidad de saber cuáles son sus juicios, siempre y cuando, el hombre, esté atento a los dictados de Dios en todo tipo de asuntos ya que Dios se los remite a través de la conciencia de cada cual. El hombre siempre escucha los juicios de Dios acerca de lo que debe hacer o no hacer, virtualmente desde que tiene uso de razón y Dios empieza a imputarle sus faltas, como pecado, cuando el hombre escamotea esos dictados, es decir, cuando no les hace caso y cuando eso sucede, su conciencia lo acusa directamente por el remordimiento que siente desde la primera vez. Hay quienes empiezan a saborear las mieles del pecado haciendo caso omiso a los remordimientos que siente y hace como que no los sintiera para cometer con avidez todo tipo de pecado. Cuando el hombre se acostumbra a escamotear la veracidad de los juicios de Dios, empieza a rodar por el abismo de la sinrazón y desemboca en el precipicio de la desgracia.
Una de las cosas que podemos y debemos hacer, cada cierto tiempo, para cerciorarnos del buen camino que hemos escogido, es  el auscultar nuestros corazones por medio de la revisión de nuestro lenguaje ya que, muchas veces, cuando no recapacitamos acerca de lo que decimos, no podemos saber en qué estado está nuestro corazón. No podemos ni debemos hablar por hablar y esto hacemos cuando no meditamos acerca de lo que decimos. El juicio de Dios nos alcanzará por cada palabra ociosa que hayamos vertido y, precisamente, una de las especializaciones de satanás para hacernos caer, es la de tentarnos a decir cosas sin reflexionar. Cuando reflexionamos lo que vamos a decir, estamos invitando a Dios a que apruebe aquello que vamos a decir y si hacemos ese ejercicio desde hoy, pronto nos daremos cuenta que nuestro lenguaje se acomoda más y más al juicio de Dios, de modo que hablamos solo cosas verdaderas. Hay que recordar que en Mateo 12:36 Jesús mismo nos advierte: “…….Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio…….”
En el aprendizaje de las cosas de Dios, hay un tiempo en el que necesitamos avanzar; no podemos estar siempre con la cantaleta de necesitar que se nos esté diciendo, a cada rato, qué es lo que necesitamos hacer, decir o pensar. Debemos considerar que hay, alrededor nuestro, quienes necesitan, más que nosotros, una palabra de aliento, un consuelo, alguien en quién creer y si nosotros, a nuestra vez, no avanzamos con decisión en el conocimiento de la verdad, somos, entonces, de los que retienen la verdad con injusticia y la ira de Dios se cierne contra nosotros, como dice Pablito en Romanos 1:18: “…….Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad…….” No solamente retenemos la verdad para nuestro beneficio sino que también se la retenemos para el beneficio de todos aquellos que nos podrían escuchar referirlas a partir del momento en que nosotros la recibimos.
Las cosas básicas del Evangelio, que en Hebreos 6 se las llama [muy apropiadamente] “…….rudimentos de la doctrina de Cristo…….”, deben pasar a un segundo plano como objeto de estudio profundo para que, de esa manera, ir adelante a la perfección y al alcance de lo que significa juicio y muchas otras cosas más, entre los cristianos. El juicio eterno de Dios, que en Hebreos 6:2 se hace mención, es uno de los indicativos, a partir del cual, podemos perfeccionar el ejercicio de nuestro juicio. Todas las otras menciones de la palabra juicio, también tienen que ser analizadas. Hay lugares en los que la palabra “juicio” no se menciona y, sin embargo, se ejerce muy claramente; es nuestro deber el dilucidarlas como Salomón nos lo dice en Proverbios 25:2 “…….Gloria de Dios es encubrir un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo…….” ¿No somos, acaso, reyes y sacerdotes?
Tenemos que establecer, entonces, que existen dos tipos de juicio: El de Dios y el de los hombres. Sabemos, por antonomasia, que el juicio de Dios es verdadero y el del hombre lo es, en la medida en la que se alinea con el de Dios. Cuando esto no sucede, se producen las injusticias. Pablito fue llamado a juicio y sometido a la cárcel injustamente, como lo podemos ver en: Hechos 26:6
“…….Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio…….” No nos llame la atención si nosotros, por cosas menores de las que Pablo fue acusado, seamos vilipendiados como delincuentes, siendo justos.
Muchas veces, por causa de las tradiciones y las costumbres que tuvimos, antes de ser cristianos; tomamos como normales ciertas actitudes que, en realidad, no lo son. Si nos remitimos a Mateo 5:22, podemos ver lo que Cristo dijo referente a esta realidad: “…….Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego…….” Si nos analizamos, podemos ver cuánto nos hemos perfeccionado en el camino de Dios.
Los quiero mucho.
Que el señor Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre de nuestro señor Jesucristo; quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.