Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

jueves, 7 de octubre de 2010

“.......no lo dejó entrar.......”


Cuando Dios tiene un propósito, induce a los hombres a actuar, cada cual según el espíritu que lo asiste y esta ocasión no era la excepción; Sansón buscaba una oportunidad para combatir contra los filisteos, a favor de los israelitas, de manera que todo salga según sus planes, en concordancia con Dios. En principio Dios había hecho a Sansón una persona extraordinariamente fuerte, tanto que en esa ocasión mató a mil personas con una quijada fresca de asno. Todo empezó con el enamoramiento de Sansón de una joven filistea con quien se desposó, a pesar que los israelitas eran enemigos de los filisteos por causa que Filistea dominaba sobre Israel en un dominio que se extendió por 40 años.
Después de una serie de peripecias hubo un descenlace que encendió la chispa de un gran conflicto entre los filisteos y los israelitas y esto se comienza a relatar desde Jueces 15:1 “.......Aconteció después de algún tiempo, que en los días de la siega del trigo Sansón visitó a su mujer con un cabrito, diciendo: Entraré a mi mujer en el aposento. Mas el padre de ella no lo dejó entrar.......” Él, persuadiéndose equivocadamente, entrego a su hija a uno de sus compañeros que estuvo con Sansón en su desposorio, pensando que Sansón la había aborrecido cuando en realidad solo estaba molesto con ella porque ella había revelado un secreto de Sansón que le hizo matar a 30 filisteos para pagar una apuesta.
Lo relevante, en la mayoría de los acontecimientos del Antiguo Testamento, es la estrecha relación que nuestro Señor establecía con aquellos que andaban según su voluntad. Estos, quienes se conducían según los dictados de Dios, casi siempre realizaron grandes hazañas que no hubieran logrado de no mediar aquella relación a que aludimos. Esto nos hace reflexionar acerca del poder de Dios, a través de los tiempos y de cómo, ese mismo poder, sigue incólume hasta nuestros días. Si esa es la premisa, es menester advocarse a su adquisición, sea cual fuere la porción que podemos manejar. Se nos ha dicho muy claramente que si nos hacemos de una relación con Dios que nos unifique con Él en una sola persona; seremos capaces de hacer cosas tan grandes como las que Cristo hizo. Hay que tener fe.
Ser instrumento en las manos de Dios, nos da una satisfacción inefable que no se compara con ninguna de todas las que podamos tener en este mundo y en esta vida. Ser hijo de Dios es tener sus pensamientos, sus sentimientos, su amor y todas las cualidades de su ser. Comenzar a parecerse a Dios es empezar a ser como Cristo; es por eso que Dios nos lo envió; para que nosotros tengamos un parangón en quien podamos inspirarnos de primera mano. Ser hijo de Dios es saber que estamos en el umbral de la vida eterna en su presencia. Las viscicitudes de esta vida pueden ser pasadas con integridad y aplomo. Ser hijo de Dios es el regalo más grande que el hombre puede recibir en la historia de la humanidad; algo que verdaderamente puede lucirse sin temor, con humildad y entereza.