Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

jueves, 30 de septiembre de 2010

“.......es el último tiempo.......”


Muchas son las evidencias que nos dicen que estamos en el último tiempo de la historia de la humanidad y aunque esto no sea así, para algunos, es mucho mejor estar persuadidos y que no lo sea a que lo sea y no estemos persuadidos. El desborde del descaro de la gente que mal actua, es patente en todos los estamentos de la vida mundial. Asistimos a un fenómeno social sin precedentes en la historia de la humanidad; la comisión diaria de las malas acciones de los que han renunciado a Cristo, nos confirma, fehacientemente, que estamos en el proceso del último tiempo, como lo declara 1 Juan 2:18 “.......Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.......”
Los anticristos son los que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Si recreamos, mentalmente, los últimos acontecimientos (tanto locales como mundiales); podremos ver, como si fuera el pan del día: asesinatos, adulterios, mentiras, robos, estafas, violaciones, sinvergüencerías, borracheras, drogadicción, estrupo, codicia, malicia, chisme, griterías, glotonerías, sensualismo, homosexualismo, lesbianismo y así podríamos, virtualmente, numerar todos los pecados habidos y por haber y confirmaríamos que, ciertamente, las cosas no están nada bien, es más; están muy mal. Anticristo es el que niega al  Padre y al Hijo y negar al Padre y al Hijo es actuar sin consideración de ninguna especie, haciendo lo que nos da la gana a diestra y siniestra; pecando siempre.
¿Qué hacer frente a esta contingencia? Lo mejor y más efectivo que podemos hacer es darnos por muertos a todas estas cosas para que no puedan alcanzarnos. Darse por muerto al pecado tiene la implicancia de estar vivo delante de Dios, de manera que, en su presencia, empezamos a andar siguiendo sus instrucciones. Las instrucciones de Dios las recibimos todos los días en los momentos en que tomamos decisiones que comprometen la integridad de nuestro ser. Aunque existen otro tipo de decisiones, en las que no se compromete nuestra integridad, no por ello debemos descuidarlas porque, muchas veces, el enemigo toma ocasión para engañarnos con cosas que, a nuestros ojos, parecen nimias o muy poco dignas a que les prestemos mucha atención.
Delante de la presencia de Dios, a la hora del juicio, nadie podrá justificarse diciendo que nunca nadie le habló de la existencia de Dios. Dios se remitirá a los razonamientos que las personas tuvieron antes y después de la comisión de sus respectivos pecados. La conciencia de cada cual nos defenderá o nos acusará a la hora del juicio; porque la ley está escrita en nuestros corazones. Es menester que el hombre común y corriente se interese en este tipo de cosas y que no solamente dependa de su criterio, al tomar decisiones importantes, sino que, tomando la Biblia en sus manos; escudriñe las profundidades de Dios. Le auguro grandes sorpresas.