Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

viernes, 13 de enero de 2012

Proceder a un arrepentimiento


Los cristianos verdaderos (porque los hay falsos) debemos tener una predisposición natural de adaptarnos al devenir de nuestra vida, bien sea que nuestras limitaciones naturales sean  probadas hasta el paroxismo o bien sea que se nos otorgue holgura en la consecución de nuestras metas; siempre debemos tener fija nuestra mirada en Cristo porque, al hacerlo, demostramos nuestra dependencia absoluta en el autor de la vida y desechamos especular sobre las motivaciones de quienes nos rodean, cuando nos hacen cosas buenas o malas, así no atribuimos a Dios despropósito alguno en el devenir de nuestra existencia.

Cuando las acciones de los demás, para bien o para mal, nos afectan de una o de otra forma, debemos asumir, siempre, una actitud positiva frente a toda contingencia que nos toque experimentar. Si nos toca padecer, debemos sufrir con estoicismo nuestra desgracia, a sabiendas que nuestras almas se encuentran en las manos de Dios. Si nos toca gozar, prorrumpiremos jubilosos con algarabías y regocijos; agradeciéndole a Dios nuestra buena fortuna.

Con la presuposición que los cristianos andamos impolutos por esta vida, no debemos entonces preocuparnos cuando las desgracias nos alcancen; porque nos alcanzan debido a que Dios pone a prueba nuestro corazón y no por causa de algún pecado nuestro; aunque siempre será bueno examinarnos a cada paso. Dice 2a a los Corintios 13:5 “…....Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?.......” Lejos de lamentar nuestra desgracia, tratemos de sublimizar lo que nos acontece como desgracia, agradeciéndole a Dios que seamos probados; hacer lo contrario, es contraproducente.

Si es el caso que tenemos la seguridad que somos reprendidos por Dios por causa de nuestros pecados, será mejor proceder a un arrepentimiento sincero que logre redargüirnos profundamente de nuestra conducta y debemos sufrir con humildad las consecuencias de nuestros pecados. Siempre las cosas pueden ser peor que una simple o una compleja reprensión. Recordemos que hay quienes se han muerto en flagrante delito en la mismísima comisión de sus pecados y esto, muchas veces, después de haber sufrido numerosísimas reprensiones de parte de Dios, las cuales no fueron tomadas en cuenta por el que murió sino que, después de sufridas, se empecinó en seguir cometiéndolas. No es que Dios no tenga paciencia con nosotros, lo que sucede es que se le acaba cuando nosotros dejamos de obedecer. Realmente hay quienes se burlan de Dios pero debemos recordar que Dios no puede ser burlado.

Fijémonos que Pablito, en Filipenses 4:10-20, se goza más de la práctica del cuidado que tienen por Él los hermanos de Filipos que de la ayuda en sí misma. Si estamos en aprietos económicos y alguien nos extiende la mano para ayudarnos, de cualquier manera, nuestro gozo debe provenir de la predisposición del corazón de quién o quienes nos ayudan y no de las cosas que suplen nuestras carencias ¿no es esto más apropiado? -10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.-

Debemos tener contentamiento, cualquiera que sea la posición económica que nos toque vivir. La pregunta es: ¿estamos contentos por ser cristianos o por tener bienes, posiciones, posesiones o poder? Ciertamente que nuestro gozo proviene por el don recibido de Dios en Jesús y este gozo no debe menoscabarse por tener más o menos. -11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.-

Entonces convenimos que tenemos una fuente primordial de poder en donde convergen todas nuestras necesidades, angustias e ilusiones y de donde provienen nuestras ganas de vivir; un lugar en donde nos recreamos y soslayamos con confianza, a sabiendas que todo, virtualmente, nos debe, tiene y puede salir perfecto. -13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.-

Según la madurez de cada cual, en el cristianismo, tenemos o no tenemos sensibilidad por lo que acontece a nuestro alrededor, especialmente por el sufrimiento de nuestros semejantes y más por el de los cristianos. Pablo reconoce la madurez de los filipenses y aunque no la compara con las de otros cristianos, si hace la salvedad de decir que solo ellos lo ayudaron por aquel entonces. No podemos deducir si los hermanos de otras congregaciones, pasado el tiempo, también hayan tenido la misma solicitud por el cuidado de Pablito, esperamos que sí. En todo caso, lo importante sería alcanzar esa estatura, más temprano que tarde. -14 Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. 15 Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; 16 pues aun a Tesalónica(A) me enviasteis una y otra vez para mis necesidades.-

Pablo les vuelve a reiterar, y nos reitera a nosotros, que no tiene tanto interés el valor intrínseco de lo que demos o recibamos sino, más bien, el hecho mismo de dar, ya que tal hecho se enmarca en la profesión de dar, como fruto natural del amor por nuestros semejantes, máxime si estos son cristianos; nuestros hermanos. -17 No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. 18 Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.-

Queda establecido, pues, que frente a las necesidades y carencias materiales de los creyentes, la providencia de Dios no se hace esperar para suplirnos de lo necesario para nuestra subsistencia, bien sea por mano de unos o de otros; de manera que no vale entretener demasiadas angustias o pesares por nuestras carencias sino que, más bien, debemos tener la confianza del caso en la medida con la que adoraramos a nuestro Dios en espíritu y en verdad. -19 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. 20 Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.- La gloria siempre ha sido, es y será de Dios y de su hijo Jesucristo.

Los quiero mucho. Que el señor Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

sábado, 7 de enero de 2012

Meditemos profundamente


La Real Academia Española de la lengua dice de concupiscencia: “…….apetito desordenado de placeres deshonestos…….” Y la Biblia nos dice, en referencia a cómo deben ser tratadas nuestras mujeres: “…….no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios…….” 1 Tesalonicenses 4:5. Aclarados los conceptos, hemos de reflexionar si podemos tener ciertas libertades de hacer con nuestras mujeres como queramos, en lo referente al sexo. En las relaciones sexuales con nuestras mujeres, es conveniente seguir los mismos principios de cristiandad que nos mueven, diariamente, en nuestro entorno. 

Principios como el amar al prójimo como a uno mismo, como el de darle honor a la mujer como a vaso más frágil, la de tratarlas con toda humildad y mansedumbre, la de soportarnos con paciencia los unos a los otros en amor. Lamentablemente, muchos hemos visto que hay hermanos que tratan a sus esposas, delante de la gente, muy mal. No vamos a especular que los mismos tengan, necesariamente, que tratar a sus mujeres de mala manera, en referncia al sexo. Lo que sí podemos decir es que, cada cual, tiene la obligación de escuchar la voz de Dios cuando reverbera en nuestros corazones y nos dice, claramente, cuando estamos haciendo mal en nuestras relaciones íntimas con nuestras esposas. Si esto es así, debemos de parar aquellas malas costumbres porque nos llevarán a la perdición, indefectiblemente.

No piense el cristiano que, teniendo el consentimiento de la esposa para realizar o tener placeres deshonestos, ellos no pierden su carácter de tales por aquel consentimiento, no; no hay tal cosa porque un ciego no puede guiar a otro ciego, como dice Jesús en  Lucas 6:39: “…….Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?.......” No hay ninguna justificación para enredarse en placeres deshonestos con nuestros cónyuges y aunque es sencillo encontrar una justificación, no es permitido que lo hagamos porque Dios nunca nos justificará si hacemos lo malo. Si meditamos profundamente en el tipo de relación íntima que tenemos con nuestros cónyuges y si le preguntamos a Dios, honestamente, si ese tipo de relación es aprobada por Él, tendremos una respuesta inmediata y no habrá dudas de ningún tipo.

Si después de la meditación descubrimos que nuestra relación íntima con nuestro cónyuge es honesta, enhorabuena; pero si descubrimos lo contrario, procuremos tomar una resolución inmediata que nos lleve a normalizarla. Una de las perversiones en las que puede caer una pareja de cristianos, en sus relaciones íntimas, es aquella que tiene que ver con el cambio del uso natural de las mujeres por el que es contra la naturaleza; nos lo advierte Pablo en Romanos 1:26 cuando nos dice: “…….Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza…….” La sodomización es un pecado abominable y quienes la practicaron en los tiempos de Abraham recibieron la retribución de sus actos, porque fuego cayó del cielo sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra  para testimonio a nosotros, que aquellos son actos reprobados por Dios.

Tenemos el Espíritu de Dios con nosotros porque le hemos oído con fe y es por eso que Él nos suministra de su Espíritu pródigamente. Las maravillas que de su poder podemos a diario ver, confirman con creces la veracidad de su guía acerca de cómo debemos tratar a nuestras mujeres; especialmente en nuestro trato sexual con ellas. Pedrito nos dice en Gálatas 3:5 “…….Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?.......” Con esta premisa podemos tener la seguridad de saber el modo de tratar con nuestra pareja. Ningún consejero matrimonial lo pudiera hacer mejor en el mundo.

No hay prójimo más próximo a nosotros que nuestra pareja y para empezar a conceptualizar, de una mejor manera, el significado de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, primero nos remitimos a las Escrituras donde Cristo dice en Marcos 12:33: “…….y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios…….” Sabiendo Dios que el primer amor que profesamos, después de amarlo a Él, es el amor a nosotros mismos y sabiendo Él que cada cual se quiere mucho a sí mismo, nos ordenó a que amáramos a nuestro prójimo como lo hacemos a nosotros mismos. No estaría demás recalcar que, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, tendríamos que ponernos en el lugar del prójimo. Cuando estamos casados, nuestro prójimo más próximo, es nuestra pareja y por el amor que le tenemos a Dios y el amor que nos profesamos a nosotros mismos, vamos a procurar hacer con nuestra pareja como a nosotros nos gustaría que nos hagan y es entonces cuando aquilataremos, en su verdadera dimensión, si nuestras relaciones con nuestra pareja son legítimas y honestas.

De todos los servicios que les podemos dispensar a nuestros semejantes, prodiguemos el servicio de tratar bien a nuestra pareja matrimonial, sobre todo en el aspecto sexual; nos lo va a agradecer. Abordemos el tema con discreción, pero con firmeza y meditemos profundamente todos los aspectos necesarios hasta agotar el tema y hasta tener la seguridad que estamos siendo conducidos por Dios. Hagamos buen uso de nuestra libertad sin caer en el libertinaje. Por causa de lo privativo de nuestras relaciones sexuales, existe la tendencia real de caer en excesos, pero tengamos por seguro que, cuando esto suceda, sentiremos la reprobación de Dios por medio del desasosiego en el que caeremos inmediatamente después de cometer el exabrupto.

Cuando nos sintamos impotentes frente a este y otros tipos de contingencia, lo mejor que podemos hacer es esperar en el Señor en oración. Debemos estar completamente seguros que finalmente habrá una intervención prodigiosa de su poder, mediante el cual seremos liberados ¿No son innumerables los ejemplos de su poder a lo largo de las Escrituras? Los quiero mucho. Que el señor Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro se nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin…….

lunes, 2 de enero de 2012

Carencias espirituales



Hay cosas que, entre los cristianos, deben ser descontadas como conocidas más temprano que tarde y como parte de ellas, lo que en Hebreos 6:1 se dice acerca de: “.......los rudimentos de la doctrina de Cristo.......” Cuando las bases del cristianismo estén bien cimentadas en nosotros y ya no necesitemos que se nos vuelva a enseñar sobre lo mismo, ese va a ser el tiempo y el momento en el que debemos dar un paso cuantitativo, hacia adelante, en nuestra madurez espiritual. Debemos considerarnos a nosotros mismos, en principio, y en la necesidad de los demás, en materia espiritual.

Cuando empezamos a observar la, o las carencias espirituales de cualquier hermano, cuales quieran que estas sean; nunca pensemos en función de nuestra “superioridad”, frente a tales hermanos, porque si ese es el caso, nosotros también estamos transgrediendo con soberbia y vanidad. No es fortuito que nosotros nos enteremos de los pecados de otros; hay un motivo muy claro que nosotros debemos descubrir. Frente a la contingencia de conocer la comisión de cualquier pecado, por alguno de nuestros hermanos, lo primero que debemos preguntarnos, frente a esa realidad, es: ¿Cuál es la voluntad de Dios, para que yo tenga ese conocimiento? Ciertamente que no es para ufanarnos de que nosotros no pecamos de esa manera, no. Lo mejor que podemos hacer es: Remitirnos a las escrituras. Pablito dice en Gálatas 6:1: “.......Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.......”

La presuposición es que: El que descubre una falta, es más espiritual que el descubierto; por lo menos en la transgresión descubierta. A reglón seguido podemos ver que hay una instrucción que debiera ser tomada como mandamiento y ese mandamiento es el de restaurarle y que dicha restauración tiene la condición de ser hecha con mansedumbre. La razón por la que debe y tiene que ser así, es para que nosotros también seamos restaurados, de la misma manera, en el supuesto no negado que caigamos en pecado.

Evidentemente que, al tener mayor conocimiento de la voluntad de Dios, asumimos también mayores responsabilidades y de entre ellas existen algunas como las de dar aliento a quienes lo necesitan; bien sea porque pecaron y necesitan ser restaurados o porque están débiles por cualquier motivo. Esta exortación la hace Pablito en 1 Tesalonicenses 5:11 “.......Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.......” Aquellos que ya están bien arraigados en la fe del Señor y conformados en su amor, deben empezar a edificar sobre sí mismos y sobre quienes los rodean. Debemos entrar en la práctica de este ejercicio, como Iglesia.


La fe en Dios y en la de su hijo Jesucristo, es la base de la constitución espiritual de todo cristiano y mediante ella nos atrevemos, más y más,  a realizar mayores y mejores acciones cada vez; tanto individual como comunitariamente. Tenemos numerosos ejemplos históricos y de entre ellos se destaca la fe que tuvieron los judíos, en Dios, acerca de lo que este haría para que los judíos conquisten Jericó, cuando recién empezaban a entrar a la tierra prometida. En Hebreos 11:30 se nos dice que la fe actuó junto con el querer y el hacer “.......Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días........” No fue una fe esporádica, fue algo concentrado por cientos de miles de personas que creyeron lo que Dios estaba ordenando para obtener los resultados conducentes a la conquista de la tierra prometida. Imaginémonos lo que pudiéramos hacer nosotros si  también nos concertáramos, de la misma manera, para alcanzar los objetivos que nos propusiéramos como Iglesia.

Debemos estar muy atentos con los hermanos más entusiastas de la congregación, sin importar la edad que tengan. Muchas veces encontramos, dentro de las congregaciones, personas de la tercera edad que tienen una disposición extraordinaria para poner el hombro en todas las actividades de la Iglesia. Estos son los que tienen que ser honrados y encaminados en programas que contribuirán con el crecimiento espiritual de toda la congregación. No es en exclusiva que debemos escoger a estas personas, puesto que si los entusiastas son jóvenes, con mayor razón debemos escogerlas.

Judas 23 dice: “.......A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.......” Una de las mejores formas de salvar a los perdidos es, literalmente, arrebatándolos del fuego que los consume y ello se logra por medio del compromiso que tenemos con Dios, porque al estar bien arraigado nuestro compromiso y nuestra fe, no escatimaremos esfuerzos en alcanzar a aquellos que aun no saben nada o saben muy poco de Dios y de Cristo; o que, sabiendo mucho de Dios y de Cristo, tienen el corazón endurecido. Muchas de estas personas no escuchan ninguna palabra, de ánimo sincero, por mucho tiempo y si nos abocamos a prodigárselas, muchos de ellos, tarde o temprano se han de decidir por Cristo por el ánimo y exortación que les dispensamos. En el trato con los desgraciados, consuetudinarios, hay que tener especial cuidado, en otras palabras, hay personas que nunca se van a convertir al cristianismo.

Tenemos la predestinación de participar de la naturaleza divina de Dios y una forma clara de alcanzarla es la que nos dice Pedrito en 2 Pedro 1:3-7 “.......Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor........” Para estar aptos, delante de Dios y de los hombres, para mayores y mejores realizaciones; reflexionemos, debemos considerar que tenemos frente a nosotros una carrera en la que tenemos que competir y en la que tenemos que ganar, alcanzando las metas que se nos imponen.


Los quiero mucho.

Que el señor Dios, todopoderoso, bendiga la palabra en Uds. para fructificarla, en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......

domingo, 1 de enero de 2012

Amémonos


Dice 2 de Juan 1:5: “.......Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros.......”

El ruego que el apóstol Juan hace a, aparentemente, María, la madre de Jesús; es uno que impele, a través de los tiempos, no solo a María sino a todos los que leemos, para que reflexionemos acerca de la necesidad perentoria de amarnos los unos a los otros. La singularidad del amor es que es un mandamiento, no es una opción que puede o no puede tomarse, es un mandamiento que tiene que ser cumplido so pena de ser infeliz.

El cumplir los mandatos de Dios no nos molesta ni nos caen pesados, mucho menos podríamos decir que los tales son intolerables. Realmente no nos cuesta nada ni nos produce menoscabo, muy por el contrario, nos favorecen en todos los sentidos. Lamentablemente hay quienes, inclusive, montan en cólera cuando, de alguna manera, tienen que confrontarse con esa realidad. Juanito nos lo dice en su primera epístola, capitulo 5, versículo 3 cuando menciona: “.......Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.......” Descubrimos también, en este pasaje, que la mejor demostración de nuestro amor a Dios es cuando guardamos sus mandamientos y si uno de sus mandamientos es el que nos amemos, pues adelante, amémonos.

Una de las mejores maneras en las que podemos aquilatar el amor de nuestro señor Jesucristo, es cuando reflexionamos acerca de su magnificencia y su poder. Jesús, antes de encarnarse como hombre, estaba con Dios y era uno con Él, de modo que era Él, es decir, era Dios. La gracia de nuestro señor Jesucristo fue la de despojarse de su investidura de Dios. Cristo se despojo de su magnificencia, su poder y su riqueza para venir a esta Tierra a morir por nosotros, por nuestros pecados. Si era Dios, quiere decir que tenía dominio sobre todo y que todo le pertenecía y su amor por nosotros fue tan pero tan grande, que dejo todo por nosotros; se hizo pobre por nosotros y vivió, la vida que vivió, por amor a nosotros. Dice Pablito en 2 Corintios 8:9: “.......Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.......” Siendo Dios y siendo rico no se aferro a esa condición como lo dice Pablito en Filipenses 2:5-8 “.......Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.......” En la historia de la humanidad no existe tamaña manifestación de amor hacia los hombres y, virtualmente, no la habrá. Cuando estamos en pecado, somos hijos del diablo y no podemos hacer nada, por nosotros mismos, para regresar a la condición de hijos de Dios. No hay nada más preciado que ser hijo de Dios y nosotros, los que hemos abrazado la fe de Cristo nuestro señor, hemos sido enriquecidos con la gloria que a Él le pertenecía y no por ello, la misma haya ha sido menoscabada un solo ápice.

En el evangelio de Lucas 11:42, Cristo nos dice: “.......Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello.......” No hay nada más triste que pasar por alto la justicia y el amor de Dios. Muchas veces, el hombre se ensimisma de tal manera que, llega a pensar que el mantenerse ocupado en sus rituales es sinónimo de hacer el bien; aunque puede que sea bueno todo aquello que pueda estar haciendo, le puede acontecer lo que a los fariseos que, ocupándose de los rituales, pasaron por alto lo que es más importante para Dios, es decir: El hacer justicia y el recibir el amor de Dios en Cristo Jesús.

Cuando practicamos el amor en todas sus instancias, sintonizamos con Dios directamente y es Él quien toma las riendas de nuestro destino, haciéndonos caminar por su sendero. Cuando el hombre se apodera de esta circunstancia, tiene la confianza en que, todo lo que piense, haga o diga, tendrá la venia de Dios. Amarnos unos a otros es amar a Dios porque presuponemos que todos están en Dios y si todos están en Dios y nosotros amamos a todos; entonces estamos amando a Dios en todos los que son uno con Dios. Ciertamente que no todos los hombres son de Dios pero si, a pesar de ello, nosotros amamos a todos los hombres como si todos fueran de Dios, siempre estaremos viendo la manifestación de Dios en todos y estuviéramos admirando a Dios en todos y esta consideración nos hace aceptos, inclusive, entre los que no tienen a Dios porque se sienten tratados con consideración, como si fueran de Dios.

Pablito declara, con profunda sabiduría, en Efesios 3:14-19 “.......Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.......” El deseo de Pablito es que los efesios y nosotros también, recibamos de Dios fortaleza y que esta fortaleza se manifieste dentro de nosotros con poder con la ayuda del Espíritu Santo de Dios. Él invoca a Dios para que, todos quienes lo escuchamos, hagamos que Cristo more dentro de nosotros, en nuestros corazones. Dios es amor; si Dios y Jesucristo son uno, Jesucristo también es amor. Si nosotros y Cristo nos hacemos uno, entonces nosotros con Cristo y Dios, también seremos amor con ellos. Cuando echamos raíces y construimos en amor nuestras vidas e involucramos a nuestros hermanos en la dispensación de nuestro amor, alcanzamos la plenitud de nuestra capacidad para comprender, como debe ser comprendido y conocido, el amor de Cristo Jesús. Esto está muchisisísimo más allá que el conocimiento secular del mundo; no hay ni punto de comparación. Estar lleno de la plenitud de Dios es regresar a ser la imagen y semejanza de Dios. Dios quiere que seamos perfectos hoy. No lo dejemos con las manos estiradas, amémonos unos a otros y seamos uno con Él.

Los quiero mucho.

Que el señor Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin.......