Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

martes, 21 de septiembre de 2010

“.......gemimos con angustia.......”


Los que optamos seguir a Cristo nos enfrascamos en un cambio radical de vida; no puede ser de otro modo, no pueden haber “medias tintas”, postergaciones o claudicaciones puesto que, de otro modo, no alcanzaríamos aquello para lo cual fuimos electos, como todos los humanos.
Todos los seres humanos hemos sido predestinados (electos) para vivir eternamente con Dios en su Gloria y venimos a este mundo para aceptar dicha elección o desestimarla, porque nadie va a ir al cielo por obligación sino por devoción; ni nadie va a ir al infierno, por los mismos motivos. Nosotros somos quienes escogemos nuestro destino eterno, mientras vivimos en esta vida. Dios, pudiéndonos obligar a adorarle, ha tenido la humildad de darnos a escoger entre Él y aquel que se le rebeló en el cielo. No hay terminus medios.
Dios sabe, perfectamente, que estando en la carne, el hombre pecaría por obligación. Lo sujetó a esa condición para, después, compadecerse de él como se explica en Romanos 11:32 “.......Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.......” Al tener misericordia de todos nosotros, nos perdona, a cada cual, en la medida en que nosotros nos comprometemos con sus dictados haciendo vivir lo espiritual en nosotros, por encima de lo carnal. Hay quienes anhelan a Dios fuertemente, pero dicho anhelo no pasa de eso porque, los deseos de la carne, ahogan dichos anhelos.
Cristo es la medida que colma nuestros anhelos, en él vemos realizado nuestro ideal de lo que queremos ser; precisamente para eso vino el hijo de Dios, para mostrarnos, a los mortales, el camino que debemos seguir para alcanzar la Gloria junto a Dios. No por obras, para que nadie se gloríe sino acogiéndonos a la gracia que nos ha extendido de su propia voluntad y por su amor. Hay que recordar que somos ángeles caidos que fuimos arrojados a la Tierra, antes de irnos al infierno. Dios, nos está dando una segunda oportunidad. Nos rebelamos en el cielo, junto con satanás y estamos aquí para recapacitar acerca de si seguiremos rebeldes a Dios o nos allanaremos a sus dictados.
Es, en la lucha que nos plantea la vida, en donde batallamos tratando de conserver nuestra integridad a toda costa y el anhelo de una mejor vida en la eternidad nos tiene a la expectativa. Bien lo expresó Pablo en 2 Corintios 5:4 “.......Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.......” Nosotros, los cristianos, hemos pecado como el que más y sabemos que el pecado es, sobremanera, apetitoso y que causa placer para el que lo comete, según nuestra propia concupiscencia. El estar expuestos, hasta la muerte, a los avatares y tentaciones del Diablo es una batalla agotadora en donde se confrontan el bien, que queremos hacer, contra el mal que pretende seducirnos. Triunfaremos.