Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

martes, 8 de noviembre de 2011

Meditemos profundamente


La Real Academia Española de la lengua dice de concupiscencia: “…….apetito desordenado de placeres deshonestos…….” Y la Biblia nos dice, en referencia a cómo deben ser tratadas nuestras mujeres: “…….no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios…….” 1 Tesalonicenses 4:5. Aclarados los conceptos, hemos de reflexionar si podemos tener ciertas libertades de hacer con nuestras mujeres como queramos, en lo referente al sexo. En las relaciones sexuales con nuestras mujeres, es conveniente seguir los mismos principios de cristiandad que nos mueven, diariamente, en nuestro entorno. Principios como el amar al prójimo como a uno mismo, como el de darle honor a la mujer como a vaso más frágil, la de tratarlas con toda humildad y mansedumbre, la de soportarnos con paciencia los unos a los otros en amor.


Lamentablemente, muchos hemos visto que hay hermanos que tratan a sus esposas, delante de la gente, muy mal. No vamos a especular que los mismos tengan, necesariamente, que tratar a sus mujeres de mala manera, en referncia al sexo. Lo que sí podemos decir es que, cada cual, tiene la obligación de escuchar la voz de Dios cuando reverbera en nuestros corazones y nos dice, claramente, cuando estamos haciendo mal en nuestras relaciones íntimas con nuestras esposas. Si esto es así, debemos de parar aquellas malas costumbres porque nos llevarán a la perdición, indefectiblemente.
No piense el cristiano que, teniendo el consentimiento de su cónyuge para realizar o tener placeres deshonestos, ellos pierden su carácter de tales por aquel consentimiento, no; no hay tal cosa porque un ciego no puede guiar a otro ciego, como dice Jesús en  Lucas 6:39: “…….Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?.......”

No hay ninguna justificación para enredarse en placeres deshonestos con nuestros cónyuges y aunque es sencillo encontrar una justificación, no es permitido que lo hagamos porque Dios nunca nos justificará si hacemos lo malo. Si meditamos profundamente en el tipo de relación íntima que tenemos con nuestros cónyuges y si le preguntamos a Dios, honestamente, si ese tipo de relación es aprobada por Él, tendremos una respuesta inmediata y no habrá dudas de ningún tipo. Si después de la meditación descubrimos que nuestra relación íntima con nuestro cónyuge es honesta, enhorabuena; pero si descubrimos lo contrario, procuremos tomar una resolución inmediata que nos lleve a normalizarla.


Una de las perversiones en las que puede caer una pareja de cristianos, en sus relaciones íntimas, es aquella que tiene que ver con el cambio del uso natural de las mujeres por el que es contra la naturaleza; nos lo advierte Pablo en Romanos 1:26 cuando nos dice: “…….Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza…….” La sodomización es un pecado abominable y quienes la practicaron en los tiempos de Abraham recibieron la retribución de sus actos, porque fuego cayó del cielo sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra  para testimonio a nosotros, que aquellos son actos reprobados por Dios.


Tenemos el Espíritu de Dios con nosotros porque le hemos oído con fe y es por eso que Él nos suministra de su Espíritu pródigamente. Las maravillas que de su poder podemos a diario ver, confirman con creces la veracidad de su guía acerca de cómo debemos tratar a nuestras mujeres; especialmente en nuestro trato sexual con ellas. Pedrito nos dice en Gálatas 3:5 “…….Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?.......” Con esta premisa podemos tener la seguridad de saber el modo de tratar con nuestra pareja. Ningún consejero matrimonial lo pudiera hacer mejor en el mundo.


No hay prójimo más prójimo a nosotros que nuestra pareja y para empezar a conceptualizar, de una mejor manera, el significado de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, primero nos remitimos a las Escrituras donde Cristo nos dice en Marcos 12:33: “…….y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios…….” Sabiendo Dios que el primer amor que profesamos, después de amarlo a Él, es el amor a nosotros mismos y sabiendo Él que cada cual se quiere mucho a sí mismo, nos ordenó a que amáramos a nuestro prójimo como lo hacemos a nosotros mismos. 



No estaría demás recalcar que, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, tendríamos que ponernos en el lugar del prójimo. Cuando estamos casados, nuestro prójimo más próximo, es nuestra pareja y por el amor que le tenemos a Dios y el amor que nos profesamos a nosotros mismos, vamos a procurar hacer con nuestra pareja como a nosotros nos gustaría que nos hagan y es entonces cuando aquilataremos, en su verdadera dimensión, si nuestras relaciones con nuestra pareja son legítimas y honestas. De todos los servicios que les podemos dispensar a nuestros semejantes, prodiguemos el servicio de tratar bien a nuestra pareja matrimonial, sobre todo en el aspecto sexual; nos lo va a agradecer. 


Abordemos el tema con discreción, pero con firmeza y meditemos profundamente todos los aspectos necesarios hasta agotar el tema y hasta tener la seguridad que estamos siendo conducidos por Dios. Hagamos buen uso de nuestra libertad sin caer en el libertinaje. Por causa de lo privativo de nuestras relaciones sexuales, existe la tendencia real de caer en excesos, pero tengamos por seguro que, cuando esto suceda, sentiremos la reprobación de Dios por medio del desasosiego en el que caeremos inmediatamente después de cometer el exabrupto. Cuando nos sintamos impotentes frente a este y otros tipos de contingencia, lo mejor que podemos hacer es esperar en el Señor en oración.
Debemos estar completamente seguros que finalmente habrá una intervención prodigiosa de su poder, mediante el cual seremos liberados ¿No son innumerables los ejemplos de su poder a lo largo de las Escrituras? Los quiero mucho. Que el señor Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro se nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin…….