Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

viernes, 1 de octubre de 2010

“.......marchad.......”


Hubo un tiempo en que David, no siendo aun rey de Israel, tuvo que huir a la tierra de los filisteos porque Saúl, primer rey de Israel; celoso de él, procuraba matarlo porque vio la inminencia de su propia caida por causa de su pecado y el favoritismo que el pueblo de Israel le dispensaba a David por sus hazañas y la integridad de su persona. David, en la tierra de los filisteos, se puso al servicio del rey Aquis y después de algunos años, sucedió que el ejército de Israel se puso al frente del ejército de los filisteos de donde Aquis era uno de sus reyes. Al ver esto los príncipes de los filisteos, conminaron a Aquis para que despidiera a David porque temían que se volviese contra ellos, en el fragor de la batalla, para congratularse con Saúl, que dirigía el ejército de Israel.
Aquis le ordenó a David regresar a Filistea, según 1 Samuel 29:10 “.......Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos al amanecer, marchad.......” David obedeció, pero quedó patente que, a pesar de tener que pelear contra sus hermanos judíos, prevaleció más el vínculo de servidumbre, que se había impuesto a sí mismo bajo el mandó del rey Aquis, antes que el vínculo de sangre que tenía con su pueblo. El único modo de tomar decisiones sin equivocarnos, es tener una relación fuerte con Dios.
Cuando nos imponemos a nosotros mismos una responsabilidad y cuando la consecusión de nuestras responsabilidades puede afectar los intereses de otros, debemos ser consecuentes con nuestra responsabilidad por encima de los intereses de quienes son afectados; siempre y cuando tengamos un papel secundario en la toma de las decisiones mayores. Muchas veces, asumir este rol, puede ser confundido por la mayoría; lo que nos obliga a sopesar con detenimiento la sumisión de cualquier responsabilidad, por más pequeña que esta sea.
Predicar la Palabra de Dios puede significar y muchas veces significa, confrontación directa con los intereses de nuestros allegados. Cuando esto sucede, tenemos que ser resolutos en absoluto y no podemos ni debemos claudicar ante ninguna eventualidad de esta naturaleza porque, lo que ponemos en juego, es el futuro eterno de nuestros interlocutores. Normalmente es necesario establecer que es por amor que predicamos la Palabra de Dios. Pero no nos ilusionemos demasiado acerca de la comprensión que podemos causar. La mayor de las veces terminamos por “las patas de los caballos”.
En todas las interrelaciones que establecemos con nuestros semejantes y sobre todo las de carácter laboral; debemos establecer, muy claramente, nuestra condición de cristianos porque cuando llegue la ocasion en la que tenemos que asumir nuestro rol de manera explícita, no debemos causar ninguna tipo de trauma a nadie. Nuestra posición debe ser asumida con naturalidad y debe ser reiterativa para ser consecuentes, en todo tiempo y no solamente en algunas ocasiones.