Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 21 de marzo de 2011

Tenemos un carácter individual




Haciendo una reflexión retrospectiva, acerca de las acciones del que en un tiempo fue el Pueblo de Dios, Israel; podemos ver, en toda su historia, que fueron sobremanera necios cuando tomaron resoluciones que iban en contra de la voluntad de Dios y la suma de este tipo de resoluciones, alcanzó su cenit cuando tomaron la decisión de matar a nuestro señor Jesucristo. A partir de ese preciso momento, dejaron de ser el Pueblo de Dios y no pueden hacer nada para regresar a ese gozoso, privilegiado y sublime estado, a menos que acepten al Hijo de Dios como lo que es. Dios se compadeció de su pueblo una y otra y otra vez, pero ellos siguieron pecando, también, una y otra y otra vez. Sin embargo, tal es el amor de Dios para con ellos y para con todos nosotros también, que ha puesto al unigénito, nuestro señor Jesucristo, como paradigma de la humanidad, de modo tal que cualquiera que entorne su mirada y su corazón hacia Él podrá ver la propiciación de sus pecados y su real desaparición, en la cruz de Cristo; pasando así, a ser nuevamente, parte del verdadero Pueblo de Dios.

De entre toda la retahíla de exabruptos que Israel cometió, mientras fue el Pueblo de Dios; destaca una en la que imitan a los pueblos paganos que los rodeaban, solicitando a Samuel que les escogiera un rey como lo tenían aquellos pueblos. 1 Samuel 8:7 ".......Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos......." No hay nada más triste, más ilógico y ofensivo que decirle al propio Dios ".......no me gobiernes......." Dios ya había demostrado que tenía cuidado del pueblo de Israel durante muchas generaciones, haciendo grandes prodigios como sacarlos de Egipto, hacerlos cruzar el mar Rojo, darles maná que caía del cielo, agua de la peña, luz durante las noches, la nube que los guiaba de día, introducirlos en una tierra que fluía leche y miel y un larguísimo etcétera. Ahora querían un rey como los pueblos que los rodeaban. Nosotros hemos heredado esa inveterada mala costumbre de elegir a nuestros gobernantes desechando a Dios. Ya nadie piensa en Dios a la hora de elegir a sus gobernantes y los gobernantes tampoco.


Quieren hacer y hacen lo que a ellos "les parece que es bueno" para el pueblo sin descuidar sus protervos intereses que se ponen, normalmente, a la orden de los poderosos que dominan el mundo o para su propia satisfacción. Aquellos que tienen la pretensión de favorecer realmente a sus pueblos, de manera general y absoluta, son anulados sistemáticamente porque las estructuras de las sociedades están diseñadas de tal manera que, cuando aparece alguien con la tal pretensión, ponen en actividad dichos mecanismos que hasta parece "natural", para el ojo acucioso del pueblo, que un personaje de esta naturaleza no llegue a gobernar nunca. Sin embargo, los hijos de Dios, tenemos al Espíritu Santo con nosotros y Él nos revela las verdades que nos ayudan a defendernos de aquellos que quieren ponerse a gobernar los pueblos como si fueran Dios. También y en última instancia, Dios se arroga para sí la facultad de poner y quitar gobernantes, no faltaba más. Dice la escritura: Daniel 2:21 ".......El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos......."


Hay un refrán que dice: ".......los pueblos tienen los gobernantes que se merecen......." y no deja de tener razón quien lo dijo, porque las personas que conformamos las sociedades tenemos un carácter individual que, sumado a los caracteres de los demás, hacemos un colectivo que tiene características propias que forjan adjetivos que nos identifican como grupo, aunque quizá nosotros, de manera individual, no podamos ser adjetivados así porque, simple y llanamente, no somos así. El asunto es que todos los pobladores de un barrio, un distrito, una ciudad, o un pueblo, podrían ser adjetivados y esto, en términos generales, puede identificar, de cierta manera, el carácter de un pueblo. Los gobernantes de los pueblos, entonces, son escogidos por la corriente de pensamiento que se ha forjado hasta ese entonces; porque esa corriente encuentra su fecundidad en el colectivo y este, se inclina hacia aquel candidato que represente dicha corriente, independientemente si la tal corriente es buena o mala. Los judíos escogieron que les sea soltado Barrabás en vez de Cristo y aunque esto nos parezca una barbaridad, Dios les dio a la mayoría su deseo, porque este estaba inscrito en uno mayor que lo excedía.


Parece que la sociedad mundial está inmerso en un caos de gobernabilidad, pero los cristianos tenemos la esperanza de vivir en un mundo mejor y esperamos el regreso de nuestro señor Jesucristo para que así sea, ya que esperar que nos gobiernen los humanos de manera idónea, nos sume en la desesperanza y no queremos estar así. De que tenemos buen talante, para soportar a quienes desde sus gobiernos nos abusan, no por ello desfallecemos en nuestro cometido de denunciar, con gallardía y coraje, las tropelías de los mismos; porque haciéndolo, ponemos el pecho por el que menos, a sabiendas que nuestro Dios recompensará, con creces, todo nuestro esfuerzo y desvivencia, la cual es ganancia. Lo lastimero siempre será ver que, quienes se erigen como cristianos a la conquista de un poder, se convierten en "cristianos" cuando lo asumen; manchando con ello el buen nombre que usaron sin empacho. Son aquellos que toman la piedad como fuente de ganancia, de los cuales Dios dice: 1 Timoteo 6:5 ".......disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.......".......Los quiero mucho.......