Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

domingo, 17 de octubre de 2010

“…….se les descubren después……..”



El hombre, cuando niño, está bajo los cuidados directos de Dios y todas las circunstancias, en lo que respecta al uso de su voluntad, están regidas por Él. Pero el hombre crece y cuando lo hace, adquiere la facultad de razonar según la conciencia que Dios a todos nos da; hasta que viene el diablo y plantea lo contrario a los dictados de Dios. El resultado es que, indefectiblemente, el hombre cae de la gracia de Dios y deja de ser un niño inocente cuando se confronta, por primera vez, con la comisión del mal, es decir, cuando peca. Una vez que el niño transgrede, delante de Dios, haciendo su propia voluntad, en relación al mal; quien toma el control de la vida del niño, es el maligno.

El hombre no puede hacer nada, por sí mismo, para regresar a las manos de Dios, como cuando nunca pecaba. Al situarse bajo la sombra del pecado, también se pone bajo la maldición que Dios tiene preparada para todo aquel que transgrede, consuetudinariamente, hasta la muerte. Porque hay quienes, desde la primera vez, nunca más dejan de pecar porque son seducidos de sus propias concupiscencias y cometen con avidez toda suerte de pecado. De entre los que pecan, hay quienes se arrepienten y aceptan la invitación de Dios para regresar a su seno y vivir una vida santa hasta el fin. El hombre puede sentir la falta que le hace Dios porque, cuando se aleja de Él, Dios deja un vacío en el ser humano, que nadie ni nada puede llenar.

Los que piensan que están llenando ese vacío sin Dios, son aquellos que se conforman al mundo y creen que, siguiendo la corriente de pensamiento del mundo, tienen asegurado el “éxito” y muchas veces lo consiguen, no dándose cuenta que eso es una victoria pírrica. Virtualmente, todos hemos visto gente que “triunfa” y que, aparentemente, no tienen ningún tipo de contratiempo ni problemas. Ciertamente que hay quienes ocultan sus desvergüenzas porque tienen “vergüenza” que sean conocidas de todos, pero las siguen cometiendo pensando que “nadie” se da cuenta de las mismas cuando, en realidad, somos libros abiertos delante de Dios. Va a haber un juicio en donde compareceremos delante de Dios, en donde, la historia de nuestra vida, será puesta en la balanza del bien y del mal.

Es preferible que nuestro pecado se haga evidente en esta vida, para que nos avergoncemos verdaderamente y procedamos al arrepentimiento; antes que seamos descubiertos en nuestros delitos y no exista la posibilidad de un arrepentimiento sincero y mucho menos que podamos alcanzar el perdón. En 1 de Timoteo 5:24 se nos revela:“…….Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después…….” De modo que, absolutamente, nadie va a quedar con sus pecados encubiertos, a la hora del juicio; si llegó ahí sin haberlos cubierto, antes con la sangre preciosa de Cristo -quien murió por nosotros para que nosotros no sufriéramos la muerte de cruz, por causa de nuestros pecados- todo estará perdido.


Realmente no necesitamos que nuestro pecado se haga evidente para que procedamos al arrepentimiento; es preferible que se lo confesemos a Dios y a las personas afectadas