Como en el pasado, también ahora en el presente, hay
quienes alaban a quienes se portan mal delante de Dios, porque en apariencia
pareciera que, como ellos dicen, los malos no tienen tribulación. Así los
parafrasea Dios por medio del profeta Malaquías 3:15 ".......Decimos,
pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no
sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon......." Nada
más lejos de la realidad porque hemos aprendido que ".......Dios no puede ser tentado......." según
Santiago 1:13; porque si no, no fuera Dios. Si el caso fuera que Dios puede ser
tentado por nosotros o por quien sea, significaría esto que nosotros seríamos
superiores a Dios; pero esto no lo razona el hombre y tiene la tendencia de
pretender hacer trueques con Dios, como si Dios fuese como nosotros o nosotros
como Él, en todo el sentido de la palabra. ".......si haces esto, yo te
prometo hacer esto......." es una de las más comunes formas de tentar a
Dios, de querer chantajearlo; la otra también consiste en redundar en el pecado
como si no sintiéramos efectos de nuestra contradicción. Por ninguna razón
debemos de mirar la "prosperidad" del malo porque ".......Dios está airado contra el
impío todos los días......." según Salmos 7:11. Desde que
el mundo es mundo no ha habido ni uno solo que haya podido salir airoso después
de tentar a Dios de cualquier manera, ni uno solo en la historia.
Cuando nos dice Marcos 1:13 ".......Y
estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás,
y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.......", nos está
describiendo la posibilidad del hombre de comulgar con Dios como lo hizo nuestro
Señor Jesucristo y en esa comunión, la implicancia del uso de su poder para
resistir al mismísimo diablo cuando nos embate. Si somos uno con Dios, por
medio de Cristo y que el diablo nos quiera tentar para que caigamos, no es otra
cosa que la pretensión del diablo queriendo
hacer caer a Dios en nosotros, y si caemos, ha de ser porque Dios no ha sido
cimentado en nosotros como debiera; somos entonces dubitativos y de
".......doble ánimo......."
y con esto, desagradables a Dios. En el mundo secular, el hombre se desgañota
con el afán de seguir paradigmas reales o imaginarios y es tanto el
afán de alcanzarlos que pierden de vista la falacia de su escogencia, la cual
descubren cuando alcanzan el zenit de dicho afán, para vuelta volver a andar a
la busca de la nueva emulación. Una lectura somera, pero seria, con el fin de
descubrir la personalidad de Cristo, puede dar, a propios y extraños, la
posibilidad de emprender una carrera de infinitas satisfacciones; porque
plasmar el ejercicio del poder de Dios en nosotros, para efectos del tallado de
nuestro espíritu a la luz del ejemplo de Dios en Cristo; nos exalta a lo sumo
haciéndonos comprender el real regocijo.
En el mundo se está extendiendo, como reguero de pólvora,
la fea costumbre de hablar por hablar, de decir cosas baladíes a diestra y
siniestra, de no medir las consecuencias de nuestras palabras, como si estas
estuvieran hechas sin propósitos específicos y como si todas se diluyeran en
los vericuetos de nuestra mente sin causar efecto; nada más equivocado. Hay que
recordar que daremos cuenta, el día del juicio, de toda
palabra ociosa que haya salido de nuestra boca según
Mateo 12:36. Peor aun, si con la palabra dicha exigimos, directa o
indirectamente, la intervención "obligada" del poder de Dios para
liberarnos de nuestras necesidades, sean grandes o pequeñas; sin considerar
que, cualquier situación por las que nos toque pasar, es del conocimiento de
Dios y Él espera que esperemos en Él para la solución.
Cuando confiamos en Él
plenamente, debemos confiar en que también traerá solución a nuestros
conflictos, necesidades y problemas. Querer precipitar las cosas más allá de
nuestras fuerzas o achacarle a los hombres la responsabilidad de Dios, puede
resultar en un reto a Dios y en una tentación también, como dice Deuteronomio 6:16 ".......No tentaréis
a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah......." El pueblo
judío, después de gozar las bondades de los milagros de Dios, que los sacó de
Egipto, no confiaron en Él sino que se olvidaron, en un santiamén, de sus
proezas.
Las tentaciones están a la orden del día; nos han
acompañado desde que tenemos uso de razón y no nos dejarán sino hasta la
muerte. Todos hemos caído en la tentación porque Dios estableció que
todos debíamos pecar para tener misericordia de nosotros cuando nos
arrepintamos de nuestros pecados; no podíamos venir como Cristo porque nos
rebelamos en el cielo y fuimos arrojados a la Tierra para tener una segunda
oportunidad, para no tener que condenarnos al infierno una eternidad. Estando
en la Tierra, Dios nos protegió durante nuestra niñez. Cuando
teníamos, más o menos, doce años, Dios permitió que satán nos tiente y
sucumbimos a sus proposiciones para conocer, en la carne, el mal donde él
reina. Cuando cometimos nuestro primer pecado, nos dimos cuenta del tal porque Dios
nos lo reveló, nos avergonzamos de él y recibimos nuestra retribución casi
inmediatamente. Cuando nos dimos cuenta que hicimos mal de verdad, no una
travesura o una palomillada, hablo de un pecado, cualquiera que este sea; nos
dimos cuenta que lo cometimos porque fue cuando perdimos nuestra inocencia, es
nuestro pecado original, nuestro propio pecado original. De ahí la importancia
de lo que Cristo nos dice en Mateo 26:41: ".......Velad
y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil......."
Tentar a Dios, también es tener
la presunción de que Él no actuará, en ninguna instancia, contra los
que pecan, y si bien es cierto que hay a quienes no
se les descubren sus pecados en esta vida, no es menos cierto que se les
descubrirán a la hora del juicio. Como dice 1a
Timoteo 5:24. Cuando hay quienes predisponen su corazón contra Dios,
no hay absolutamente nada que coarte su "libertad" para pecar con
avidez. No se conmueven por absolutamente nada, aunque se hayan beneficiado de
los milagros de Dios, como lo hizo el pueblo de Israel cuando salió de la
esclavitud que le infringía el pueblo de Egipto, según Salmos 78:56 ".......Pero
ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus
testimonios......." Nosotros podemos ver el testimonio de Dios en la
naturaleza que grita, a voz en cuello, la grandeza de nuestro Dios y sin
embargo hay quienes no se persuaden ni se persuadirán sino hasta que tengan la
soga al cuello y probablemente, teniéndola, querrán escupirle en la cara al
propio Dios. La razón de la intervención directa de Dios, al final de los
tiempos, obedece a la obstinación del hombre de no guardar los testimonios de
Dios, tanto los históricos contenidos en la Biblia como los naturales que a
diario vemos y es tanta la obcecación que ostentan tan empecinadamente
que, aparentemente, no hay visos de cambio y al no haberlo no queda otro
remedio que destruir lo que había sido predestinado a la eternidad.
Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso los bendiga rica
y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive
y reina en nuestros corazones hasta el fin…….
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