Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Acogerse al Antiguo Pacto?


A tanto había llegado el descuido de Israel, con respecto al cumplimiento de la Ley, que los regaños de Dios, por dicha falta, no esperaban y de tantas que existen, por los profetas, hay la siguiente: “…….Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel…….” Malaquías 1:4. Pero el “Pueblo de Dios” nunca obedeció bien dicho acuerdo sino que transgredió, una y otra y otra vez, los preceptos de Dios. Finalmente mataron al propio Mesías que había sido enviado para redimirlos de pecado. Tal ofensa Dios no se las permitió e hizo que Jesucristo resucitara y por si fuera poco, lo hizo ascender a los cielos como lo atestiguaron más de 500 testigos. Los judíos, hasta hoy, lo niegan.
Pero el pueblo israelí no se persuadió de tan increible milagro y endurecieron el corazón hasta el punto que persiguieron a los cristianos obligándolos a esparcirse por todo el territorio conocido de ese entonces y con ellos la doctrina de Cristo. A pesar que Dios esperó una generación más para obrar su venganza, los judíos nunca se arrepintieron, hasta hoy, de haber dado muerte al Hijo de Dios. La historia nos cuenta que Jerusalén fue arrasada el año 70 después de Cristo y el templo de los judíos destruido hasta el punto que no quedó, como lo profetizó Cristo, piedra sobre piedra. Los judíos no tienen más ni el templo de Salomón ni el Arca del pacto que Dios hizo con ellos; significando, su desaparición, la rotura de dicho pacto. Llegado al 2010, los judíos se empeñan en seguir siendo lo que no son en Dios.
En el mismo estado están todos los que tampoco creen en Dios y menos en la salvación vicaria de la sangre de Cristo; pero Dios con su gran amor y misericordia, sigue extendiendo sus manos hacia todos los judíos contemporáneos y hacia todos los pecadores de todas las razas del mundo para que procedan al arrepentimiento de la comisión de todos sus pecados cometidos durante toda su vida, para perdonarlos. Tal es el amor de Dios para con los humanos que, pudiendo destruir el mundo en un santiamén, no lo hace porque espera -qué humildad- que todos procedan al arrepentimiento y empiecen a vivir una vida santa. Nosotros también esperamos el día en que no exista más el pecado en el mundo. Pronto llegará.
Ni los judíos ni los pecadores del mundo pueden ya más acogerse al Antiguo Pacto porque este fue cumplido por Cristo y por lo tanto, es obsoleto. Nos ha dado ahora un Nuevo Pacto, una nueva manera de vivir, que ha escrito en nuestros corazones para tenerla presente a donde quiera que vayamos; seamos judíos o gentiles; de manera que, virtualmente, no necesitamos que nadie nos diga quién es Dios; o si lo que he hecho, estoy haciendo o lo que voy a hacer es bueno o malo; porque todos tenemos el razonamiento de lo que debemos hacer y pensar a favor de Dios y seremos juzgados por dicho razonamiento y los que razonaron que, lo que iban a hacer era malo y lo hicieron, a sabiendas que era malo; serán juzgados por dicho razonamiento y no tendrán excusa. Haciendo cosas buenas habrá recompensa.

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