Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

viernes, 5 de noviembre de 2010

“…….permanecerás para siempre…….”



La dicha de saber que tenemos un Dios que permanecerá para siempre nos embarga de esperanza cuando estamos en un proceso de sufrimiento por cualquier causa. Bien sea que estemos enfermos, de duelo, atribulados, en apuros, perseguidos o derribados. A pesar de encontrarnos en cualquiera de estas circunstancias, o en otras parecidas, nuestra esperanza de ver a Dios no mengua porque sabemos que todas esas circunstancias adolecen de la temporalidad de la vida terrenal, es decir, son finitas; no así el sufrimiento eterno de la condenación a la cual están designados todos aquellos que han practicado el pecado hasta la muerte. En contraposición a ello el trono de Jehová permanece para siempre y está reservado para su pueblo, el mantenerse con Él, por la eternidad.
Al final del concierto de lamentaciones, en el libro de Lamentaciones, hay una voz de esperanza que nos infunde ánimo a los que creemos en Dios, no así a los que no creen; porque hay quienes escuchan dicha voz y no son inducidos a nada porque viven bajo el sino del pecado y la desesperanza. En Cristo Jesús es en quien encontramos la solución del conflicto mundial por el existencialismo. El hombre, por naturaleza, quiere vivir tranquilo, sosegado, con bienestar y cuando no alcanza ese buen estado se vuelve irracional, temperamental, irresoluto. La esperanza de tener un Dios por la eternidad se cumple, entre otros muchos pasajes, en Lamentaciones 5:19 que dice: “…….Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono de generación en generación…….” Tener esta seguridad nos genera absoluta confianza.
Los que no creen en Dios deben de entender que nosotros, los que sí creemos, estuvimos en el mismo estado en el que ahora se encuentran ellos y muchas veces, peor; de manera que sabemos, perfectamente, lo que significa estar sin Dios. Es por eso que nos duele en el alma que tengan que sufrir las consecuencias de sus pecados porque nosotros también las sufrimos. Si pudiesen escamotear la responsabilidad de pertenecer a Dios, no podrán escapar de la condenación eterna, que sobre ellos se cierne, desde que empezaron a pecar y esta condenación no se detendrá porque en ella Dios se ha comprometido a hacernos justicia porque, al no correr nosotros con ellos en sus disoluciones, nos hemos constreñido del mundo.
Nos hemos “privado del gozo de pecar” porque hemos doblegado a la carne, para dar paso al espíritu y esto a sabiendas que el pecado causa placer, según la inclinación de cada cual y que no hay comisión de pecado sin placer, aunque después nos arrepintamos del mismo. Si el pecado no conllevase, en su comisión, placer; entonces nadie pecaría y si el pecado, en sí mismo, nos llevase a una satisfacción perpetua, también dejaríamos de pecar. El hombre peca una y otra vez porque el placer de pecar se diluye ipso facto, después de cometido el exabrupto. Otra cosa es el placer de tener comunión con Dios a sabiendas, también, que la eternidad de gloria es millones de veces mejor que todos los placeres mundanos juntos…….
Los quiero mucho. Que Dios, todopoderoso, los bendiga rica y abundantemente en el nombre precioso de nuestro señor Jesucristo, quien vive y reina en nuestros corazones hasta el fin…….

No hay comentarios: