Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

lunes, 28 de marzo de 2011

Nos hemos inclinado a nuestro Dios.


En el tiempo en el que le tocó vivir a Cristo, confrontó de manera abierta y decidida, a los judíos principales que le espetaban con altanería y prepotencia, la autoridad por medio de la cual les hablaba, de la manera que les hablaba Cristo en todas sus intervenciones. Ellos no se cuidaban de las palabras sabias que Jesús vertía ni de los milagros que hacía; su preocupación se concentraba en el hecho que ellos pensaban que, nadie más que ellos, tenían la autoridad para hablar a nombre de Dios; como actualmente también piensan y del mismo modo que piensan los que profesan otras religiones diferentes a la cristiana. El Espíritu Santo de Dios ha sido derramado sobre los hombres que nos hemos inclinado a nuestro Dios en la persona de Cristo Jesús y al estar posesos de Él, no hacemos otra cosa que hablar de Él según nos instruya a cada momento. Ese mismo Espíritu hace que, quienes nos escuchan, puedan identificar, fehacientemente, que la palabra que vertimos, cuando la vertimos, es Palabra de Dios. Los que se oponen no son de Dios, sino del enemigo. ¿No fueron prendidos, por la sabiduría de Jesús, en sus propios dichos, en la narración de Marcos 11:27-32? ".......De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida......." (Juan 5:24). Así de simple, así de fácil, así de corto. De muchas maneras nos ha hablado Dios a través de los tiempos y hoy nos sigue hablando. Menester es oírlo.


A todo el mundo, sin excepción, nos ha quedado el relato histórico del arrepentimiento de la ciudad de Nínive, a la predicación de Jonás. Cuando el rey de Nínive escuchó lo que Jonás había dicho al pueblo, temió y ordenó: ".......Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos......." (Jonás 3:7,8) Todo el pueblo creyó lo que Jonás les dijo respecto a la destrucción de Nínive, ellos creyeron porque atribuyeron autoridad a las palabras de Jonás y esta fe los salvó de una destrucción segura. Nosotros, los que predicamos de parte de Dios, tenemos la autoridad que Dios nos otorga de hablar en su nombre, de modo que quien nos escucha, es como si escuchase al mismísimo Dios. No somos Dios, somos hombres de Dios y uno en Él y cuando Cristo venga de nuevo, nos elevaremos con Él en el cielo y Él nos entregará a Dios para que seamos uno con Él en espíritu y en verdad por la eternidad, como Cristo lo es. Aun cuando existen las profecías de la destrucción de la Tierra, también existen las reiteradas invitaciones de Dios a que todos nos arrepintamos de nuestros pecados. No está demás decir que, si esto es así, Dios detendrá su mano y no destruirá la Tierra. Los cataclismos y desastres naturales que podemos ver, son tan solo un aviso antes del fin, para que nos arrepintamos hoy, hoy.


".......Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes......." (2 Timoteo 2:14) La mayoría de las veces, los que no quieren recibir la Palabra de Dios, argumentan acerca de la veracidad de lo que se está diciendo y centran su "defensa" en la contextualización de lo que se está diciendo, arguyendo que "no se quiso decir tal o cuál cosa" o que "no quiere decir eso o aquello" No hay conveniencia en la argumentación infructificante, la Palabra siempre ha sido diáfana y certera. No podemos negar que existen profundidades que algunas veces no comprendemos; ante las cuales es preferible la meditación profunda, esa que acepta la limitación de nuestros sentidos y nuestras limitaciones intelectuales; antes que la confrontación pública. Si hemos de seguir a Cristo, sigamos también su ejemplo, porque cuando Él fue confrontado muchas veces, decía sentencias antes que argumentos, sin por eso despreciarlos. No caeremos jamás si estudiamos en privado, si meditamos profundamente, si reflexionamos, si oramos, hacemos acciones de gracia, consolamos, animamos y hacemos todas aquellas cosas que nos ayuden a entender, fehacientemente, lo que Dios quiere decirnos; hay que practicarlas en todo momento y lugar; así recibiremos sus revelaciones que nos enrumban de gloria en gloria, virtualmente, desde el momento en que decidimos seguir a Dios por encima de todas las cosas del mundo.


¿No hay quebrantamiento para el impío, Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? (Job 31:3). Se preguntaba Job, como queriendo decir que su temor a Dios era justificado y que todas sus obras de bien, también. Que no era en vano el haber quebrantado su alma para agradar a Dios y que Dios, finalmente, lo retribuiría de la desgracia que lo acontecía, mientras dijo todo lo que dijo. Como la de Job, la autoridad de sus hijos, nuestra autoridad proviene de Dios y en Él se recrea y sustenta. Vano hubiera sido la impecabilidad con la que se condujo Job y en la que nos conducimos los cristianos, si los impíos y los que iniquidad hacen no fueren retribuidos en su maldad; ".......Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres......." (1 Corintios 15:19), si aquello no fuera así. La maldad en el mundo va in crecendo y junto con ella la ira de Dios. A más maldad manifiesta, más corrección de parte de Dios porque no dejará que el mal triunfe sobre la Tierra y aunque pareciera que finalmente va a ser así, Él regresará en Cristo para gobernarla. Cuando Jesús aparezca en los cielos, todo ojo le verá y resucitarán los que murieron en Cristo primero y los que hemos quedado sobre la Tierra, seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta. Luego seremos arrebatados a los cielos para recibirle en las nubes y entraremos a la nueva Jerusalén que descenderá del cielo a la Tierra y juntos todos, con Cristo, gobernaremos el mundo por 1000 años. La realidad es infinitamente mejor que cualquier fantasía.


".......Cuando los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo: ¿Por qué os habéis vuelto?......." (2 Reyes 1:5). Como en este pasaje, Dios frustra, ha frustrado y frustrará los designios de los malvados y aunque pareciera algunas veces que se han salido con las suyas, nunca, realmente ha sido así, porque los vasos de la ira de Dios también son sus vasos y muchas veces los ha soportado para que sus planes prevalezcan, antes de aquellos de los que se coluden contra sus designios. El esfuerzo histórico, sistemático e infructuoso de anular, minimizar y/o ignorar la autoridad de Dios, siempre ha sido como la experiencia de Pablo, antes de ser apóstol; cuando apareciéndosele Cristo, cuando aquel iba camino a Damasco, le dijo desde el cielo: ".......dura cosa te es dar coces contra el aguijón......." (Hechos 9:5, 26:14). Eso es, lo que es contradecir la autoridad de Dios. Unos, al saber que viene el fin del mundo, se portarán lo peor posible que puedan; otros se contristarán arrepintiéndose de sus pecados. Nosotros los cristianos tenemos la orden de erguirnos y levantar nuestras cabezas y eso haremos y eso estamos haciendo porque nuestra redención está cerca. Así lo dice Lucas 21:28 ".......Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca......." En el nombre de Jesucristo y con la autoridad del Padre, invocamos a todo el mundo pecador a arrepentirse de sus pecados bautizándose para su perdón. Los quiero mucho...


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