Una exposición del mensaje de Dios ".......para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia......." a toda persona que desee ponerse, humildemente, a los pies de Dios para conocerlo, experimentar el perdón de sus pecados, convertirse en su hijo y gozar las bondades de su salvación esperando su retorno.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Recomendaciones de Judas





La siguiente reflexión se titula:

Recomendaciones de Judas

De las múltiples recomendaciones, que podemos traer a colación desde la Biblia, hemos escogido estas del libro de Judas, capítulo 1, versículos 20 y 21, que a la letra dice: “…….Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna…….”
Claramente podemos deducir que, estas recomendaciones, fueron hechas para los cristianos de todos los tiempos y aunque quizá no haya sido la intención del hermano Judas que así sea, hoy podemos beneficiarnos de ellas por su actualidad conceptual (una de las grandes maravillas de la Biblia). En este corto pasaje se destaca, como elemento principal, la recomendación de: “…….conservaos en el amor de Dios…….”; pero sobre esta y para toda la epístola, está la de contender ardientemente por la fe.
La práctica del amor, en todas las instancias, es el sino del cristianismo y Judas, también, no se sustraía de él; más bien, hacía uso pródigo de su influencia y con él sustentaba y sazonaba su derrotero, como lo podemos ver en toda su epístola, a pesar de las denuncias explícitas. Después de desear parabienes a los santificados, dice sus motivaciones, entre la que destaca por antonomasia, la de contender ardientemente por la fe. Habla y denuncia a los hipócritas que estaban, en ese entonces, dentro de la Iglesia y sirve, por extensión, a los hipócritas que están entre nosotros hoy y hace las exhortaciones y recomendaciones pertinentes a partir de la recreación histórica de los pecados de los que habían tratado de menoscabar la integridad y la santidad de la Iglesia, y de cómo se perpetuaba esa situación en aquel entonces y hace una descripción pormenorizada de su carácter para  todos los tiempos, inclusive para proyecciones presentes.
Una de las razones más importantes, por las cuales prevalece el pecado en las congregaciones de las Iglesias de Cristo y traen como consecuencia su estancamiento, es por la falta contención contra las personas que practican, dichos pecados, abiertamente y con desparpajo. Si todo pecado desfachatado, dentro de las Iglesias de Cristo, fuera contendido ardientemente por la fe, otra sería la historia de nuestras congregaciones.
 Judas, después de denunciar acremente las prácticas pecaminosas y adjetivar sin tapujos, las malas costumbres de algunos entremetidos, nos dice, tratándonos con amor, que nos edifiquemos a nosotros mismos y entre nosotros mismos, que nos fundamentemos, que nos lavemos el corazón sobre la base de nuestra fe, a la cual llama, santísima. Porque, ciertamente, eso es lo que es, santísima. Nuestra fe en Dios y en nuestro Señor Jesucristo es santísima y con esta premisa emprendemos nuestra edificación, nuestra enseñanza, nuestro fundamento, el lavado de nuestro corazón que dejará sin malos residuos nuestro espíritu para no caer en el error de los hipócritas que, casi siempre, se recrean entre nosotros.
Inmediatamente nos recomienda que esa edificación la realicemos con la práctica de la oración en el Espíritu Santo lo cual significa el abandono de nuestra conciencia a favor de la guía infalible de sus dictados. Cuando oramos en el Espíritu Santo, dejamos que Él nos guíe acerca de lo que le diremos y decimos a Dios como conviene. En el Espíritu Santo quiere decir dentro de Él, no fuera de Él.
Las exhortaciones de edificarnos sobre nuestra fe y la de orar en el Espíritu Santo, anteceden a la de nuestra conservación en el amor de Dios; como si estas fueran condiciones principales para efectivizar, de manera más apropiada, dicha conservación en el amor de Dios. Si meditamos en estas exhortaciones, que fueron dichas después de una furibunda retahíla de acusaciones directas, contra los que habían entrado encubiertamente en el cristianismo; nos daremos cuenta que, quienes nos conservamos en el amor de Dios, lo haremos mejor si nos edificamos sobre nuestra fe y oramos en el Espíritu Santo.
Otra de las enseñanzas que podemos deducir, de esta epístola de Judas, es aquella que tiene que ver con la valentía con la que debemos confrontar este tipo de situaciones que, muchísimas veces, se presentan en las Iglesias de Cristo y, como si careciéramos de recursos bíblicos, no las confrontamos debidamente contendiendo ardientemente por nuestra fe. Contender (para quien no comprende la expresión) es luchar,  confrontar, encarar, contener, lidiar, pelear, batallar, disputar, debatir, altercar, discutir, contraponer opiniones, puntos de vista, etc.; todo, en los mejores términos (no estoy diciendo que nos agarremos a trompadas, no). Pero si a alguien, a quien hemos exhortado muchas veces por sus pecados, sigue con sus majaderías una y otra y otra vez; lo menos que podemos hacer es contender abiertamente contra la tal persona, hasta el punto, si así lo amerita, de expulsarla de la congregación. ¿No nos lo recomienda Tito 3:10?
“…….Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación, deséchalo…….”
La siguiente exhortación es la de conservarse en el amor, permaneciendo en él. En este punto es importantísimo destacar que Judas, para escribir de la manera en que escribió, estaba sumergido en el amor y aunque, es cierto, dice palabras duras contra los que vilipendian la cruz de Cristo, como: “…….hombres impíos-soñadores-manchas en vuestros ágapes-nubes sin agua-árboles otoñales, sin fruto-fieras ondas del mar-murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho-burladores, que andarán según sus malvados deseos-son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu…….”; no es menos cierto que lo hace defendiendo el cuerpo de Cristo por el amor que le tiene, como es menester que lo hagamos y tengamos nosotros. Cuando acatamos estas recomendaciones, nuestra esperanza en la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo, para vida eterna, se hace patente; produciendo gozo, fortaleza, poder y un “……. eterno peso de gloria…….” Como la que narra Pablito en 2 Corintios 4:17: “…….Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria…….”
Judas es un magnífico ejemplo de cómo debemos contener ardientemente por la fe. Principalmente: Conservándonos en el amor a Dios, a través de dos cosas: La edificación sobre nuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna…….No perdamos de vista esta última parte: Estamos esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. Dicha misericordia se hace efectiva después del juicio final, no antes. De esto hablaremos en otra ocasión. Que Dios bendiga, ricamente y en el nombre de Cristo, su palabra en ustedes…….

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